Ayuda Humanitaria

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J. Ruiz-Tagle Madrid | viernes, 26 de abril de 2019 h |

El pasado 14 de marzo el ciclón Idai devastaba Mozambique, dejando un reguero de muertos que hasta la fecha ha alcanzado la cifra de 417 personas. La peor parte se la llevó la zona costera del país y, en concreto, la ciudad de Beira y sus alrededores, que es por donde el ciclón tocó tierra.

Tras el desastre inicial llega la hora de la ayuda humanitaria, donde el aspecto sanitario es esencial en un país con muy pocos recursos que, además, fueron casi destruidos en su totalidad. Desde Andalucía, y a través del Equipo Español de Respuesta Humanitaria Técnica (Start), llegó al país africano un convoy de profesionales sanitarios que el único objetivo de poner su granito de arena para subsanar el desastre.

Dos de ellos, Esperanza Sánchez, enfermera del 061 de Sevilla, y Manuel Garduño, enfermero del 061 de Huelva, han contado de primera mano cómo fueron los quince días que permanecieron en el país ayudando a todas las personas que pasaban por allí. Ellos estaban en la localidad rural de Dondo, a pocos kilómetros de la ciudad de Beira, donde el único centro sanitario que existía estaba deteriorado y no tenía capacidad quirúrgica. “En los primeros quince días hemos atendido a unas 1.300 personas y las principales causas asistidas son complicaciones ginecológicas y también traumatología”, asegura Sánchez. De hecho, Garduña contabiliza hasta 5 cesáreas diarias que se realizaban en un pequeño quirófano que se dispuso a la llegada del convoy.

Esta fue la primera de las etapas de asistencia. Unas urgencias que dejó el ciclón pero que no fueron las únicas. Con el paso de los días, comenzaron a producirse brotes de cólera y malaria, enfermedades que de por sí son endémicas en Mozambique pero que repuntaron tras la desgracia. En cualquier caso, todo el trabajo realizado ha sido contrarreloj. “Se desplegó un hospital de campaña formado por 71 profesionales del sistema sanitario público español. Tras las urgencias llegaron los casos de malaria y cólera, que aumentan por las inundaciones. Nosotros los detectábamos y después se derivaban a un centro especial para el tratamiento de estas enfermedades. Aún así, llegaban pacientes en estado muy críticos que teníamos que estabilizar antes de enviarlos”, recuerda Garduña.

Al ritmo de trabajo intenso y a la dificultad de medios disponibles hay que sumar unas condiciones climatológicas severas. “Teníamos unos 40 grados con una humedad relativa del 90 por ciento. Al principio costaba dormir… con el paso de los días te acostumbras pero son unas condiciones duras”, reconoce Sánchez.

Tras esta primera ayuda de Start, otro convoy todavía permanece en Mozambique para seguir ayudando atendiendo urgencias y casos de malaria y cólera. Además, y en paralelo, también se trabaja en labores de reconstrucción para que los ciudadanos del país africano puedan seguir por ellos mismos cuando la ayuda no esté.


En los primeros quince días se han atendido a unas 1.300 personas en Dondo



Tras las urgencias sanitarias llegaron también los casos de malaria y cólera