Madrid | viernes, 12 de enero de 2018 h |

‘En tiempos difíciles es cuando hay que ser innovador y perseverante. Grandes retos por delante’. Es el tuit positivista a la vuelta de las vacaciones navideñas que publicaba en su cuenta Rafael Borrás, director de Comunicación y Relaciones Institucionales de Teva. La mayor compañía de genéricos terminó el año anunciando el despido del 25 por ciento de su plantilla.

Unos 14.000 trabajadores de los 54.000 con los que contaba la firma sufrirán una reestructuración que, de momento, solo tiene forma de intención porque su fórmula de aplicación todavía es una incógnitá. Ni siquiera se sabe aún cómo va a afectar a los mil empleados con los que cuenta Teva en España aunque el enigma se sabrá antes de que termine este 2018. “Todavía no lo podemos plantear como un ERE porque estamos pendientes de su impacto en cada uno de los mercados”, sostiene Borrás. Los motivos no son ni secretos ni nuevos: reducción de costes, simplificar la organización, mejorar y asegurar el cumplimiento financiero y la rentabilidad, según justifica Borrás. Teva ha perdido la mitad de su valor en bolsa estos últimos doce meses, algo que comparte con sus competidoras.

El mercado del genérico cerró el año con una palabra flotando en el ambiente: decrecimiento; y con dos peticiones a los reyes magos que de momento se han quedado en las alforjas de sus camellos: diferencial de precio y “discriminación positiva a favor del genérico en el caso de prescripción por principio activo”. Sin una legislación que proteja al genérico, España anda muy lejos de la media europea de incidencia de este tipo de medicamentos, situada en un 62 por ciento, frente al 40 por ciento español. Así lo sostiene Borrás: “Si hubiera voluntad política crecería el mercado”. Para el director de Comunicación de la compañía en España, al mercado del genérico le urge “un plan de estabilidad concreto” antes de 2019 que permita sacar a la luz todas las bondades con las que contaban hace ahora veinte años. Su época de esplendor dorado fue entre 2010 y 2015. Desde entonces, ha ido decrescendo y evaporando las ventajas de las que hace gala el sector. El genérico ayuda a ahorrar mil millones de euros anuales a la Administración, sirve de catalizador de la innovación y potencia la bajada de precios. “O se establecen normas, o el mercado está muerto”, sentencia Borrás.