J. Ruiz-Tagle Madrid | viernes, 02 de junio de 2017 h |

El genérico en España no vive su mejor momento. El deterioro de su evolución ha sido paulatino en los últimos años motivado, en gran parte, por la modificación de las legislaciones existentes. En los estertores del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se tomó la primera medida, que a la postre ha significado una losa para estos medicamentos. Eran tiempos en los que la crisis campaba a sus anchas y las medidas que se tomaban tenían un cariz cortoplacista. Muros de contención a una marea desbocada. Fue entonces cuando se eliminó el diferencial de precio entre genérico y marca (Real Decreto 9/2011) para obligar a esta última a bajar su valor comercial con el objetivo de reducir el gasto farmacéutico. En esta idea profundizó el Real Decreto 16/2012, que dejaba fuera de la financiación a toda marca que no bajara su precio al marcado por la referencia. Como contrapeso, introdujo una discriminación positiva que hoy es historia tras la entrada en vigor de las enmiendas sanitarias incluidas en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos Generales de 2016.

En 2017 el genérico no dispone de ninguna de las ventajas que ha tenido en momentos puntuales de su historia. No hay diferencia de precio durante un tiempo determinado que le permita ganar cuota de mercado. No existe discriminación positiva que le permita prelación frente a la marca a igualdad de precio ni tampoco existen incentivos a las farmacias o a los pacientes para que se decanten por una presentación genérica.

Los incentivos existentes en otros países europeos son de dos clases. Por un lado está el enfocado a los pacientes, conocido como copago evitable. El Gobierno financia una parte del valor del medicamento (un ejemplo sería el precio de referencia) y el ciudadano tiene la posibilidad de llevarse ese medicamento de coste reducido o realizar una aportación extra y llevarse otra presentación. También existe en Europa, por ejemplo en Portugal, un incentivo a las farmacias para que dispensen el genérico. En el caso del país luso, las boticas reciben 35 céntimos de euro por cada presentación.

El retroceso legal en España ha tenido unas consecuencias graves para el genérico. En el primer trimestre de 2017 el sector ha retrocedido en cuota de mercado (ver tabla adjunta) por primera vez en sus 20 años de historia. Sin embargo, el momento actual es propicio para que la tendencia cambie. Comienza a carburar la legislatura y la Dirección General de Farmacia tiene una nueva inquilina, Encarnación Cruz, que mostró su sensibilidad por los genéricos durante su etapa como gestora en la Comunidad de Madrid.

Junto al momento político aparece también la oportunidad legal. El pacto firmado con Farmaindustria era el primero de varios que el Ministerio quiere formalizar con las distintas patronales del sector farmacéutico y el genérico aguarda con paciencia su momento. Las condiciones del pacto se cerraron con el ex ministro Alonso (aportación de la industria a cambio de un aumento plausible de la penetración, grosso modo) y solo queda elegir la fecha para rubricarlo.

Además, el Ministerio ultima (de nuevo) su Real Decreto de Precios y Financiación. Este marco legal es ideal para recuperar alguna de las ventajas perdidas. La primera de la lista para la Asociación de Genéricos de España (Aeseg) es recuperar el diferencial de precio. Los datos históricos demuestran que cuando existía, la penetración de estos fármacos se multiplicaba por cuatro. También se busca limitar el efecto de los precios seleccionados a fármacos de gran impacto económico.

Aeseg tampoco perderá de vista la tramitación de los presupuestos, que la semana pasada superaron el debate en el Congreso. Una vez aprobados por el Senado, le llegará el momento a la Ley de Acompañamiento y será ahí cuando la patronal trate de conseguir que algunos medicamentos de viabilidad económica comprometida (como algunos antibióticos) salgan del Sistema de Precios de Referencia.