Nieves Sebastián Valencia | viernes, 18 de octubre de 2019 h |

La OMS marca el año 2030 como fecha límite para lograr la eliminación de la Hepatitis C (VHC). En el marco del SLTC Summit, evento al que EG fue invitado por Gilead, el doctor Joaquín Cabezas, especialista en el departamento de Infección e Inmunidad y Patología Digestiva en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV), detallaba algunas de las claves para lograrlo.

Respecto a la fecha límite marcada por la OMS para lograr la eliminación, Cabezas considera que es objetivamente posible. “Creo que sí; lo que ha facilitado este hecho fue el desarrollo del Plan Estratégico de Abordaje de la Hepatitis C (PEAHC)”, afirma el especialista. Cabezas cree que hay un aspecto que ha sido clave dentro de esta estrategia. “El acceso universal a los medicamentos ha supuesto un paso de gigante; pero para darlo de manera efectiva, mejorar el diagnostico y seguimiento de los pacientes será la clave”, asegura.

Un aspecto que contribuye de manera notoria al objetivo de la OMS es el desarrollo de proyectos de microeliminación. “Estos deberían dirigirse a poblaciones con alta prevalencia”, precisa Cabezas, añadiendo que donde más experiencia se acumula es en el ámbito de prisiones, “donde el trabajo está ampliamente hecho”. Ahora, “el siguiente paso son poblaciones como los adictos a drogas por vía parenteral y, en definitiva, todos aquellos que están fuera del sistema, a los que hay que llegar con medidas de diagnóstico y de enlace con el tratamiento”, añade.

En cuanto a las peculiaridades que tiene la actuación en entornos penitenciarios, el doctor explica que “los compañeros de prisiones siempre han manejado perfectamente a estos enfermos”. Además, asegura que “quizá lo más complejo fuera el acceso a los tratamientos en el inicio, pero en este entorno siempre se ha han tenido cribados a los pacientes, y el acceso al tratamiento se incluyó en las prioridades del PEAHC”. Entre los avances que han contribuido a mejorar la intervención en este ámbito, Cabezas subraya que “herramientas como la telemedicina han ayudado a establecer contacto con el especialista”, agregando que “facilitar el diagnóstico para agilizarlo ha sido de los mejores avances”. La otra parte importante en la población penitenciaria, señala, “es que es un grupo complejo, con muchas comorbilidades, y disponer de un equipo multidisciplinar ha facilitado llegar a un abordaje holístico del VHC”.

El diagnóstico es uno de los aspectos que los expertos llaman a mejorar. “Se ha dado un salto de calidad con la implantación del diagnóstico en paso único; lo que queda por implementar son los test rápidos de detección anticuerpos y viremia para personas que no van a ir voluntariamente al centro de salud ni a solicitar el acceso”, apunta Cabezas. Y es que, asegura, “en poblaciones vulnerables, el test rápido es clave para enlazar al paciente con la atención sanitaria”.

Al ejercer estrategias de cribado, el doctor insta a centrarse en la población vulnerable. “Es fácil trasladar el cribado a albergues, unidades móviles, centros de adicciones… lugares que no forman parte del ámbito sanitario”, aclara. De esta manera, indica, “se hace un diagnóstico descentralizado, llevando la toma de la muestra a pie de paciente”.

Cabezas destaca el papel de la Atención Primaria en macroeliminación, aunque plantea que “ahora hay que centrarse en hacer un cribado oportunista cuando el paciente va a consulta para controlar otros indicadores”. Para ello, asegura que “no hay que crear la falsa idea de que se les va a sobrecargar de trabajo, sino situarlo como una actividad que no implica más carga asistencial”.

En cuanto a una futura actualización del PEAHC, el experto considera imprescindible incidir en “el cribado poblacional”, teniendo en cuenta que “el acceso al tratamiento ya lo hemos pasado”. Cabezas opina que no hay mucha desigualdad en la ejecución del plan entre comunidades autónomas, aunque apunta que en cuanto salga una recomendación nacional de las estrategias de diagnóstico y de cribado se homogeneizará, de manera que se reduzca la “mínima falta de igualdad” que puede llegar a haber.