El Global Madrid | lunes, 20 de mayo de 2019 h |

“De poco serviría que la industria farmacéutica lograse desarrollar nuevos y más eficaces medicamentos si luego no llegan a los pacientes que los necesitan, del mismo modo que sería inviable para el sistema sanitario la incorporación de novedades cuyo coste pudiera poner en riesgo su sostenibilidad futura”. Con estas palabras publicadas en una noticia en la web de la patronal Farmaindustria, su director general, Humberto Arnés, recuerda la necesidad de apostar por la innovación, como vía para garantizar la excelencia del Sistema Nacional de Salud.

Y es que, desde su punto de vista, “es clave lograr un equilibrio que resulte no sólo beneficioso para todas las partes, sino que permita seguir garantizando la llegada de la innovación en el futuro mientras se asegura el retorno de la inversión en I+D para dar lugar a más terapias novedosas en el futuro”.

En este sentido, desde la patronal recuerdan que en España la cuota de medicamentos con menos de diez años de comercialización —es decir, fármacos que estarían bajo patente— no llega a representar el 30 por ciento de las ventas totales de fármacos; proporción que se ha mantenido estable en los últimos años —incluso con una leve tendencia a la baja entre 2013 y 2018— a pesar de que no han dejado de incorporarse innovaciones en todo este período.

Este escenario es posible, apuntan desde Farmaindustria, gracias a que, una vez vencido el plazo de protección de la patente, la entrada al mercado de medicamentos genéricos y biosimilares y la consecuente bajada de precios para los proveedores de servicios sanitarios generan ahorros suficientes para la incorporación a la práctica clínica y asistencial de nuevas soluciones terapéuticas innovadoras. En este sentido, “tal como prevén distintas fuentes de referencia internacionales”, señalan desde la patronal, en los próximos años “se registrará en España un incremento de la factura pública en medicamentos en torno al 2 por ciento, y ello dando acceso al sistema a las innovaciones que se van vayan produciendo”.

Financiación del sistema

Un acceso que es posible, recuerdan, incluso a un coste muy inferior al de otros países, ya que España “apenas dedica a su sanidad pública un 6 por ciento del PIB, es decir, alrededor de un punto menos que muchos de los países del entorno europeo”. Además, visualizan, “no parece que a largo plazo el escenario financiero del Sistema Nacional de Salud vaya a variar de forma drástica”.

De hecho, las previsiones de la OCDE apuntan a que dentro de medio siglo, en 2070, España estaría destinando al conjunto de la sanidad pública el 6,5 por ciento del PIB, “apenas medio punto más de lo que invierte en la actualidad, un porcentaje que ya hoy superan muchos países europeos”, explican.

Por ello, y teniendo en cuenta factores como el envejecimiento de la población y la cronicidad de muchas enfermedades, “no sería desacertado revisar el esfuerzo que hoy realiza en sanidad e ir acercándose ya a esa cifra de forma progresiva”, dicen.

Mecanismos de control

Por otro lado, desde la patronal recuerdan que existen mecanismos que permiten que la inversión pública en medicamentos se mantenga en valores razonables, y que funcionan como estabilizadores automáticos. Es el caso de la propia regulación de los precios por parte de la Administración, cuya aplicación depende, recuerdan, de la Comisión Interministerial de Precios de Medicamentos. La caducidad de las patentes, así como otros mecanismos como los precios de referencia o los nuevos modelos de financiación (acuerdos de riesgo compartido o pagos por resultados) son los que aseguran, dicen, esta sostenibilidad.

A estos, recuerdan, se une el Convenio por la Sostenibilidad y el Acceso entre el Gobierno y Farmaindustria, renovado recientemente para 2019 y por el que las compañías farmacéuticas se comprometen a devolver a la Administración la diferencia si el gasto público en medicamentos originales crece por encima de lo que lo haga el PIB real.