Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 01 de febrero de 2019 h |

La consideración sistemática del criterio de eficiencia en la toma de decisiones sobre cobertura y fijación de precios de la prestación farmacéutica es una de las demandas históricas que los expertos en economía de la salud vienen reclamando durante años, además de un requisito establecido por ley en el ordenamiento jurídico. Por ello, no es de extrañar que los economistas hayan recibido con los brazos abiertos el anuncio de la directora general de Cartera Básica de Servicios y Farmacia del SNS, Patricia Lacruz, sobre el desarrollo de Valtermed. Pero aún contentos con la primera impresión, quienes más saben de calcular el valor de un producto demandan su participación. Una participación de la que, de momento, no se tiene ninguna constancia ni desde la Asociación de Economía de la Salud ni desde el capítulo español del Ispor.

“Demandamos un mayor grado de transparencia y la certeza de que se cuenta con el respaldo técnico de los expertos necesarios (…) Sin embargo, desconocemos el apoyo técnico y científico con el que el grupo de trabajo del Ministerio de Sanidad está contando, o ha contado, para el desarrollo y diseño de esta herramienta, y si existe implicación de expertos en materia de Economía de la Salud”, asegura Laura Vallejo-Torres, presidenta de AES, quien añade que la Asociación ve “con optimismo”, aunque “con cautela” los pasos que se están dando. Con ella coincide Carme Pinyol, presidenta del capítulo español del Ispor. “No deberían crear una herramienta tan importante sin haberla consensuado con quienes más saben de estos temas”, dice.

El resto de expertos consultados por EG oscilan entre la valoración positiva del anuncio y la necesidad de que Sanidad cuente con la experiencia acumulada desde la economía de la salud, en términos de medición y evaluación de resultados y técnicas que incorporen preferencias, criterios y valoración en términos de eficiencia y justicia social del impacto de los medicamentos, además de transferencia de conocimiento. En estos términos se expresa, por ejemplo, David Cantarero, profesor titular de la Universidad de Cantabria, para quien, además, “es necesario que haya casuísticas y protocolos específicos para medición de resultados, y que estos se actualicen desde una perspectiva multidisciplinar”.

Siempre a favor de toda idea que quiera considerar valor y coste en medicamentos y prestaciones sanitarias, los expertos matizan que las ideas se deben convertir en propuestas concretas. “Aquí es donde falló el innovómetro”, recuerda Guillem López Casasnovas, del Departamento de Economía y Empresa de la Pompeu Fabra. “El problema —explica— es que con variables cualitativas binarias si/no no tiene sentido luego agregar para clasificar estratos discontinuos. Como si un grado de innovación (un punto) valiera igual que la falta (si/no) de alternativas terapéuticas. Solo un multivariante lo puede solucionar”.

Desde la Escuela Andaluza de Salud Pública, Jaime Espin considera que con Valtermed España se estaría acercando “al sistema francés de precio y reembolso de medicamentos en la que una evaluación del valor terapéutico es la que condiciona su precio y su nivel de reembolso”, pero reclama lo mismo que sus colegas: que se haga de forma transparente.

Incertidumbre

La importancia que los expertos dan a su participación es mayor cuanto lo poco que se ha dado a conocer acerca de esta herramienta no ha hecho sino poner en evidencia muchas incertidumbres.

Por la información trasladada a los medios, Valtermed no será tanto otro innovómetro como un registro de información, tanto de ensayos clínicos como de estudios post-comercialización, que ofrezca información de datos de la vida real de los medicamentos para apoyar la toma de decisiones. La primera duda aflora al contemplar esta definición desde uno de los objetivos confirmados para Valtermed. “Si pretenden que sea un registro de los estudios, Valtermed no servirá para tomar decisiones de precio y financiación, puesto que en esta fase los productos no cuentan con evidencia de estudios de la vida real; sólo con ensayos clínicos, otra cosa es que condicionen la financiación a datos de efectividad posteriores”, considera Pinyol. Otra duda surge si se tiene en cuenta el argumento del Ministerio de que Valtermed se utilizará para determinar el coste-valor. “Lo que hay que definir es el valor del producto, y el valor ya incluye el coste. Por tanto, no queda claro que pretenden con esta nueva herramienta ¿Reducir la factura farmacéutica?”, se pregunta Pinyol.

Pero la mayor incógnita no tiene que ver ni con los objetivos, ni con el contenido, ni con el desarrollo de Valtermed. Si no se aprueban los PGE para 2019, podría haber elecciones generales en mayo y el destino de Valtermed podría ser el mismo que el del innovómetro: un cajón del Ministerio.