Ainhoa Muyo Madrid | viernes, 28 de septiembre de 2018 h |

El VIH ha cambiado mucho en los últimos 30 años. Hace unas décadas, se trataba de un virus mortal, sin esperanza de vida y con un importante estigma. Pero, en la actualidad, la esperanza de vida ha aumentado y, por tanto, los pacientes que viven con VIH han envejecido. En este sentido, la enfermedad presenta nuevos retos de cara a su tratamiento, principalmente la mejora de la calidad de vida de los pacientes. Para ello, es necesario que las autoridades sanitarias asuman este nuevo rol y planteen medidas que contribuyan a mejorar la vida de estas personas. Así se puso de manifiesto durante la presentación del libro VIH en España: políticas para una nueva gestión de la cronicidad, más allá del control virológico, realizado por la Fundación Gaspar Casal con la colaboración de la compañía farmacéutica Gilead.

Todo esto se debe al importante avance en las terapias antirretrovirales, gracias a las cuales el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica. Aun así, el virus presenta unas comorbilidades asociadas que condicionan en muchas ocasiones la calidad de vida de los pacientes. “La media de edad actual de los personas con VIH se sitúa en 52 años, lo que se traduce en la aparición de un mayor número de enfermedades asociadas. Por ello, es importante adaptar los modelos asistenciales a esta nueva realidad y a las necesidades del paciente actual”, explicó Santiago Moreno, jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal, de Madrid.

Por todo esto, se pone de manifiesto la necesidad de diseñar medidas enfocadas a mejorar la calidad de vida de los pacientes que viven con VIH y evitar las comorbilidades asociadas al envejecimiento de los pacientes. En este sentido, es imprescindible que las autoridades sanitarias tomen conciencia de la importancia de diseñar políticas y campañas de información y educación enfocadas a la consecución de estos objetivos, destinando los recursos necesarios para este fin.

Objetivo 2030

Durante la presentación también se han comentado los esfuerzos que está realizando España para conseguir el objetivo marcado para 2030 por ONUSIDA. Además de estos objetivos, un grupo de profesionales de salud pública con objetivo de llamar la atención sobre este aspecto a nivel de política global está pidiendo un cuarto objetivo: que el 90 por ciento de las personas que logran la supresión viral alcancen una buena calidad de vida.

Para continuar por el buen camino en el diagnóstico, cuidado y tratamiento de estos pacientes es necesario desarrollar iniciativas centradas en ellos y con modelos de gestión integrada entre atención primaria y hospitales. En el caso específico de la mujer, es recomendable formar a las peris y postmenopáusicas para incrementar sus habilidades y su motivación para el cuidado de la salud.