Marta Riesgo Barcelona | viernes, 16 de noviembre de 2018 h |

Si se tiene en cuenta el incremento del gasto farmacéutico registrado en los últimos ocho meses, 2018 será un año de pagos para la industria. Así lo estimó Félix Lobo, profesor emérito de la Universidad Carlos III, de Madrid, durante su ponencia en la sesión plenaria Budget Impact and Expenditure Caps. Potential or Pitfall?, celebrada en el Congreso ISPOR Europe 2018. Según los cálculos realizados por el experto, y tomando como referencia el acuerdo firmado entre el Gobierno y Farmaindustria que vincula la evolución del gasto farmacéutico al Producto Interior Bruto (PIB), “podría surgir obligación de devolución por parte de la industria farmacéutica de una cuantía económica que podría oscilar de entre los 150 a los 300 millones de euros”.

Tal y como establece el acuerdo, si el gasto supera la tasa de referencia de crecimiento del PIB, pero no alcanzara la tasa de crecimiento del PIB nominal, la industria tendrá que compensar al Gobierno de manera no monetaria. Pero, como podría ser el caso, si el gasto farmacéutico superase la tasa de crecimiento del PIB nominal, las compensaciones de la industria al Estado serán monetarias. “Con los datos que disponemos referentes al gasto farmacéutico de los primeros ocho meses del año, todo apunta a que este podría registrar un crecimiento por encima del 5 por ciento —al que habría que descontar a los genéricos— , mientras que el incremento del PIB se estima que se sitúe en un 2,7 por ciento”, señaló Lobo.

De este modo, y aunque el Gobierno decida no renovar la firma de este pacto el experto destaca que la industria —interpelada al respecto, Farmaindustria no ha querido entrar a valorar estos datos— tendría que asumir este incremento con las condiciones firmadas en 2015, año en el que se puso en marcha este pacto.

En este sentido, aunque desde su punto de vista el contrato establecido con Farmaindustria es “muy incompleto, impreciso y desequilibrado, en un contexto en el que no se dispone de una política farmacéutica comprensiva, ni un sistema de financiación autonómica satisfactorio, este pacto se debe entender como un mal menor”. No obstante, a su juicio, el hecho de que exista este acuerdo no exime de la necesidad de adoptar otra serie de medidas o reformas que busquen mejorar la política farmacéutica. “El acuerdo no impide que se mejore el sistema de precios, las evaluaciones de las tecnologías sanitarias o establecer un copago más justo”.

Durante su exposición, Lobo aseguró que las restricciones presupuestarias o los techos de gasto son herramientas útiles para poder establecer límites y combatir el déficit. Unos límites que se muestran necesarios, sobre todo, tal y como explicó este economista, porque la situación económica de España a día de hoy es “muy vulnerable”, motivo por el que el sector sanitario, dijo, debe tener especial cuidado.

Por su parte, Geert van Maanen ex secretario general del Ministerio de Sanidad de los Países Bajos, aseguró que cada año los estados aumentan los gastos destinados a la atención sanitaria, una situación que se complica con el aumento de las ineficiencias y desperdicios de los sistemas sanitarios. De este modo, identificó cuatro prácticas para abordar esta problemática. Así, destacó la necesidad de innovar para aumentar la eficiencia; corregir las prácticas que destruyen o no tienen en cuenta el valor; generar información sobre indicadores claves de rendimiento y crear resistencias en los sistemas.

Desperdicio del gasto

Peter C. Smith, del Centre for Health Economics de la Universidad de York, en Reino Unido, aseguró que, a día de hoy, entre el 20 y el 40 por ciento de los recursos sanitarios se están desperdiciando, tal y como apunta la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por ello, Smith considera que los límites de gasto son inevitables en los sistemas sanitarios públicos: “La pregunta no es si necesitamos límites presupuestarios, sino cómo los vamos a implementar”, destacó.

Por último, Adrian Towse, director de la Office of Health Economics de Reino Unido, identificó una serie de factores que impulsan los gastos en atención médica, incluidos los ingresos, la demografía y el lento crecimiento de la productividad debido a la naturaleza de la atención médica (por ejemplo, la atención personalizada). De este modo, el experto hizo hincapié en que “nunca habrá suficiente dinero en la atención médica”. Ese precisamente, dijo, es la cuestión principal de la economía: “recursos limitados y opciones eficientes ”.