Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 11 de octubre de 2019 h |

Durante los últimos dos siglos, las mejoras en la asistencia sanitaria han provocado un aumento sostenido en la esperanza y calidad de vida y contribuido al crecimiento económico. Esas mejoras en la asistencia se deben, en buena parte, a la innovación médica. Es muy probable que a medio y largo plazo las nuevas tecnologías y las innovaciones no tecnológicas sigan enriqueciendo la asistencia sanitaria, según el Global Innovation Index —GII— 2019, un informe elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO) y la Universidad de Cornell (Nueva York), que arroja luz sobre las innovaciones que darán forma al futuro: la inteligencia artificial, la genómica, la investigación con células madre, el Big Data o las aplicaciones móviles de salud están llamadas a abrir las puertas a una mejor salud y a transformar la asistencia… La cuestión está en saber a qué ritmo lo harán.

Antes de plantear el futuro se hace necesaria una foto de contexto, algo que este informe realiza anualmente, analizando las tendencias de innovación global y el desempeño de 130 economías. El mensaje básico que lanza el Índice de 2019, que se centra en el futuro de la innovación médica, es que tras varios años de incertidumbre económica, con un crecimiento de la productividad en mínimos históricos, la innovación ha florecido en todo el mundo, tanto en las economías desarrolladas como en las economías en desarrollo.

La explicación es sencilla. En 2017 y 2018 el mundo fue testigo de un incremento generalizado de las inversiones. Sólo en 2017, los gastos globales en I + D crecieron un 5 por ciento, mientras que los gastos privados crecieron un 6,7 por ciento, los mayores incrementos registrados desde 2011. “Nunca en la historia tantos científicos en todo el mundo han trabajado para resolver los desafíos más apremiantes”, resume el informe.

El resurgir de la I+D en salud

Esta realidad se ha hecho palpable en el campo de la I+D biomédica. La crisis financiera de 2009 estancó la I+D farmacéutica mundial en torno a los 135.000 millones de dólares (algo más de 122.000 millones de euros) durante más de cinco años. El resurgir comenzó en 2014 y llegó a 2019 con 177.000 millones de dólares (160.000 millones de euros).

Hoy, el sector salud es uno de los que más invierte en innovación, por detrás del sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Y las compañías farmacéuticas, biotecnológicas y de dispositivos médicos se encuentran entre los principales inversores corporativos mundiales en I + D, con cifras que superan los 100.000 millones de dólares (90.000 millones de euros) anuales. Esto representa cerca del 20 por ciento de los gastos anuales mundiales de I + D de las 2.500 empresas de I+D más importantes de todos los sectores.


Tras varios años de incertidumbre económica, la innovación ha florecido en todo el mundo


La I+D en salud también es un componente importante del gasto público, suponiendo entre el 10 y el 12 por ciento del gasto anual promedio en I+D en economías de ingresos medios y altos, y alrededor del 14 por ciento en las de bajos ingresos. Países como Reino Unido y los Estados Unidos son los que más recursos destinan, asignando a salud entre el 20 y el 25 por ciento de sus gastos de I + D.

Este resurgir de la I+D+i en salud ha ayudado a superar la disminución de la productividad de las últimas décadas, impulsando innovaciones en muchos campos. No obstante, de entre todos los más prometedores, el que más está floreciendo (ver infografía en página anterior) es el de la tecnología médica.

Desde 2016, las patentes en este ámbito se incrementan al 6 por ciento anual, situándose en el Top 5 de los campos de más rápido crecimiento (los otros cuatro están relacionados con las TIC) y por encima que las patentes farmacéuticas. Como consecuencia, las patentes de tecnología médica (gráfico superior izquierdo) son ahora tan numerosas como las patentes farmacéuticas. Asimismo, en la actualidad las solicitudes internacionales de patente —las conocidas PCT, amparadas por el Tratado de Cooperación de Patentes, que permite buscar protección por patente para una invención en muchos países al mismo tiempo— relacionadas con la tecnología médica son casi el doble del volumen de patentes farmacéuticas (gráfico superior derecho).

Muestra de ello es también la creciente importancia de este campo de patentes en el trabajo de los clusters de ciencia y tecnología que generan la mayor parte de la producción científica y tecnológica. En comparación al GII 2018, se ha producido un cambio notable en la distribución. La tecnología médica constituya ahora el más frecuente: aparece en 19 grupos, frente a los 16 del año pasado, adelantando por primera vez a los productos farmacéuticos, que caen al segundo lugar, con 15 grupos frente a los 22 de 2018.


El resurgir de la I+D farmacéutica comenzó en 2014 y llegó a 2019 con 177.000 millones de dólares


La innovación del futuro cobra forma más definida si unimos la convergencia de las tecnologías digitales, que hoy ya está presente en los procesos asistenciales, haciendo patente la importancia de la integración y gestión de datos en el ecosistema sanitario. La innovación en el campo de la salud ahora evoluciona masivamente en torno a los grandes datos, el internet de las cosas y la inteligencia artificial, lo que implica enormes cambios dentro y fuera del sector.

En los últimos cinco años, las agencias reguladoras han registrado tasas récord en las aprobaciones de dispositivos médicos para válvulas cardíacas mecánicas, tecnologías de salud digital y dispositivos de impresión 3D. Este fenómeno no sólo impulsará la innovación futura en los campos tecnológicos; también en los no tecnológicos, como puede ser la implantación de nuevos procesos o la reorganización de un modelo de negocio o en la prestación asistencial.

¿Y la I+D farmacéutica?

Si bien la productividad de la I+D farmacéutica se ha ralentizado en las últimas décadas como consecuencia de los cada vez más largos procesos de desarrollo, avances recientes —gracias a las inmunoterapias y medicamentos que se han convertido o tienen potencial de convertirse en ‘éxitos de taquilla’ en los campos de la diabetes, la hepatitis C o el cáncer— apuntan a una posible reversión de esta situación. Desde 2015, el número de medicamentos en fases tempranas (I y II) de ensayos clínicos ha crecido de manera sustancial. En paralelo, el lanzamiento de nuevos principios activos ha aumentado en la última década —y se espera que continúe creciendo—, como también han aumentado las tasas de aprobación de nuevos medicamentos por parte de la FDA y la EMA en 2017 y 2018.


Es difícil vaticinar si habrá un cambio de tendencia en la productividad de la I+D farmacéutica


¿Habrá entonces cambio de tendencia en la productividad de la I+D farmacéutica? Es difícil responder a esta pregunta. Pese a lo prometedor de los datos, el número de medicamentos en fase III de ensayos aún no ha alcanzado los niveles de los ‘tiempos dorados’ de la innovación farmacéutica. Un gran porcentaje de medicamentos no pasan de la Fase II y, si bien la inversión se ha aumentado considerablemente, el retorno, en el caso de los fármacos, sigue siendo bajo.


La inversión pública en I+D de algunas economías de altos ingresos crece lentamente o no está creciendo


En el fondo, la respuesta a esta pregunta, como a tantas otras, depende de lo que quepa esperar en términos de esfuerzos en innovación. Si bien los gastos en I+D+i han logrado superar los años de incertidumbre y parecen resistentes a la luz del ciclo económico actual, no conviene confiarse. A medida que el crecimiento mundial disminuye en 2019, destacan dos preocupaciones. En primer lugar, el GII muestra que la inversión pública de algunas economías de altos ingresos está creciendo muy lentamente o no está creciendo. En segundo lugar, la creciente ola de proteccionismo plantea riesgos para el relativamente reciente trabajo en red y para la difusión global de la innovación. El tiempo dirá si el manejo de estos obstáculos conduce a una apuesta indiscutible por el futuro o a una nueva era de decrecimiento de la producción y de la innovación a nivel global.