Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 15 de febrero de 2019 h |

Vivimos una década prodigiosa, que ha sido testigo de la llegada de innovaciones que han curado, cronificado o incrementado las tasas de supervivencia en algunas enfermedades. Pero en todos los ámbitos (macro, meso y microgestión) la toma de decisiones sigue generando las mismas dudas. Pese a todos los esfuerzos, no encontramos la piedra filosofal, el Santo Grial que ayude a dilucidar qué es novedad, cuál es su magnitud y qué precio se le pone en relación al valor que proporciona. Lo que muchos países ya están incorporando, en España no ha pasado de tentativa (el innovómetro o la actual tentativa Valtermed) o de pasos sueltos (los trabajos del Grupo Génesis o los impulsados en Cataluña) y sigue a la espera de un impulso final. Facilitar ese impulso es una de los objetivos de la obra Análisis de decisión multi-criterio aplicado en la toma de decisiones en el ámbito sanitario, un ‘Libro Blanco’ mitad manual, mitad hoja de ruta para decisores, investigadores y clínicos comprendan mejor la utilidad del ADMC, aclarar aspectos metodológicos e identificar sus fortalezas, y también sus limitaciones.

Este documento, realizado por la Fundación Weber y patrocinado por Chiesi, se presentó el 14 de febrero en Madrid y ve la luz en un contexto “especialmente complejo”, según reconoció Carmen Basolas, directora de Relaciones Institucionales, Market Access y Comunicación de Chiesi España, en el cual resulta “difícil introducir innovación y cambios” en el SNS. Realizar un análisis de los compromisos actuales y una búsqueda de nuevas técnicas en las tomas de decisiones parece doblemente oportuno, según Álvaro Hidalgo, presidente de la Fundación Weber, porque no existía hasta la fecha un trabajo similar que analice el ADMC desde tantos ángulos. Y ello a pesar de que hablamos de una herramienta que ya comenzó a utilizarse desde los años 70 pero que hoy, según apuntó Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, cobra especial relevancia porque nos enfrentamos a problemas que necesitan “soluciones no sencillas, pero desde luego no improvisadas”.


El ADMC implica pasar de lo tácito a lo explicito. Y esto apunta al primer déficit con el que se encuentra España


¿Qué es el ADMC?

El análisis de decisión multi-criterio sirve para valorar la innovación farmacéutica y hacerlo desde unos criterios consensuados y con dos características muy importantes: todos los criterios son transparentes y tienen un peso. “Es un paso muy importante, porque permite reglar y transparentar y hacer mucho más inteligible la labor que hacen las comisiones de evaluación de medicamentos o las que se dedican a decidir si se financia o no y en qué condiciones o a posicionar un determinado tratamiento en las guías de práctica clínica”, explica Hidalgo.

En otras palabras, y como resume Antonio Sarria, director de la Escuela Nacional de Sanidad, el análisis multi-criterio aplicado a la toma de decisiones implica pasar, de alguna manera, “de lo tácito a lo explícito”. Y esto apunta al primer déficit con el que se encuentra España. Queda mucho camino por recorrer desde las instituciones a la hora de poner en práctica la responsabilidad de asegurar que los criterios son lo que deben ser, que se han elegido con trasparencia y de forma colaborativa y con un método que asegure que el resultado final es el mejor posible.


¿Quién fija esos criterios? ¿Sólo el sistema? ¿Solo los clínicos? ¿Incorporamos a los pacientes? ¿A la industria?


Aunque los decisores han venido trabajando en distintas fórmulas que permitan balancear precio y valor, la realidad es, según recuerda José Luis Poveda, que los avances se han producido más en un entorno de acuerdos financieros, al estilo de los techos de gasto o el precio volumen. “La Cenicienta ha sido siempre la evaluación económica. No hemos incorporado de forma regulada la incorporación de la evaluación de tecnología sanitaria y sobre todo de medicamentos. Es verdad que los términos de coste-efectividad están en la mayor parte de los textos legales, pero para ser justos no se ha establecido ningún umbral de coste-efectividad que nos permita saber qué umbral queremos como sociedad”, añade el jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital La Fe (Valencia).

La economía de la salud respalda esta afirmación. Fácilmente un gestor o decisor podría argumentar hoy día, con la Ley de Garantías en la mano, que España practica el análisis multi-criterio. El problema es que cuando uno ve las resoluciones de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos solo encuentra el precio final; y no los criterios y la ponderación que han llevado al mismo. “Ese es el paso que nos falta”, asegura Jaime Espín, de la Escuela Andaluza de Salud Pública.

La democratización de la toma de decisión

La democratización de la toma de decisiones en el sistema sanitario es otro aspecto importante que lleva a muchas preguntas sin respuesta: ¿Quién fija esos criterios? ¿Sólo el sistema? ¿Solo los clínicos? ¿Incorporamos a los pacientes? ¿A la industria? La respuesta a estas preguntas no sólo puede determinar el establecimiento de unos criterios u otros, sino el peso que cada uno de estos criterios tendrá en el modelo.

En una sociedad que demanda cada vez mayor participación y transparencia, el papel de los legisladores es fundamental, “pero el de los profesionales también tiene que introducirse en la ecuación”, como recuerda Poveda. Igualmente, añade, en un modelo cambiante como el actual, donde los pacientes tienen un papel más activo, “hay que incluirlos también porque sus preferencias son fundamentales”.