Sandra Pulido Madrid | viernes, 30 de agosto de 2019 h |

El denso humo provocado por la catástrofe medioambiental que lleva viviendo desde principios de agosto la selva del Amazonas ya está repercutiendo en la salud de las personas. A medida que se han ido incrementado los incendios han ido aumentado las afecciones respiratorias y alergias en las regiones aledañas.

El humo, las partículas del incendio y el monóxido de carbono (CO) tienen consecuencias directas sobre el organismo especialmente en ancianos, niños y pacientes con patologías pulmonares y cardiovasculares. El periódico Estado de São Paulo ha informado que en el estado amazónico de Acre (Brasil), en la frontera con Bolivia, el gobierno ha registrado 30.000 consultas por afectaciones respiratorias. En ciudades como Río Branco (Acre, Brasil) y Sena Madureira (Acre, Brasil), las tasas de concentración de partículas ya están muy por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), un límite de 25 microgramos por m³, que en estos lugares ha llegado a 170 microgramos por m³. Asimismo, el diario informa que en Rondonia (Brasil) se han triplicado los ingresos por problemas respiratorios y los hospitales de Porto Velho (Rondonia, Brasil) ya han notificado 350 casos.

El CO es un gas altamente tóxico que puede causar la muerte cuando se respira en niveles elevados. Tiene una vida de aproximadamente un mes y puede viajar miles de millas. Otra consecuencia de los incendios es la generación de aerosoles: partículas líquidas o sólidas suspendidas en la atmósfera, como polvo, cenizas volcánicas y humo, que afectan la calidad del aire y el clima. Por último, las partículas en suspensión, al tener un mayor tamaño, no logran atravesar los alveolos pulmonares pero se quedan retenidas en la mucosa que recubre las vías respiratorias superiores.

El oxígeno del planeta

El Amazonas almacena una quinta parte del CO2 y produce una quinta parte del oxígeno del planeta. Es también la cuenca fluvial más grande del mundo con una superficie de siete millones de km2 que incluye partes de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y un área pequeña de Venezuela. Aporta entre el 17 y el 21 por ciento del agua dulce del planeta.

La superficie de la selva equivale al cinco por ciento de la superficie total de tierra y ayuda cada año fijar millones de toneladas del CO2, presente en la atmósfera. Si su extensión se reduce también lo hará su capacidad para capturar el CO2. Algunos expertos consideran al Amazonas como el mayor regulador del clima de toda Sudamérica. Y es que según los investigadores, la humedad de la selva contribuye a la lluvia invernal en partes de la cuenca del Plata, especialmente en Paraguay, sur de Brasil, Uruguay y el centro este de Argentina.