Carmen M. López Madrid | viernes, 13 de enero de 2017 h |

Como venía anunciando desde hace meses, el presidente electo de Estados Unidos (EE. UU.), Donald Trump, reemplazará la reforma sanitaria que lideró Barack Obama, la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible o Obamacare, que en su día calificó como “desastre total”. “Lo más fácil sería dejarlo explotar en 2017 pero tardaría mucho tiempo”, presumió el republicano, que tiene claro que el programa que le predecerá será “mejor y menos caro”.

Ante este panorama, la sanidad de EE.UU. entra en un nuevo contexto. El pasado jueves el Senado de EE. UU. dió el primer paso para acabar definitivamente con la sistema sanitario conocido como como ‘Obamacare’. El resultado de la votación fue de 51 senadores a favor de su desmantelamiento, frente a 48.

El balance de la reforma deja 20 millones de estadounidenses que no tenían seguro médico y ahora tienen cobertura sanitaria. Sin embargo, esta Ley nació y se ha desarrollado con polémica y con numerosos enemigos. Los republicanos llevan años lanzando repetidos esfuerzos legales y legislativos para acabar con ella, y así ha sido.

Según el Partido Republicano, el proceso para derogar el Obamacare podría llevar meses, mientras que el plan que lo reemplazaría podría tomar más tiempo. Pero la presión de Trump es evidente y ya ha avisado de que ambos procesos deben ser simultáneos. Lo único que se sabe de la estrategia sanitaria republicana es que pretenden dar más control a los estados y no al Gobierno Federal. En los últimos días algunos miembros del partido han expresado su preocupación por la revocación sin un plan de reemplazo consensuado y listo.

Los consejos de Obama

Precisamente, Obama a modo de despedida firmó un artículo, la semana pasada, en el New England Journal of Medicine en el que defendía su reforma y advertía al nuevo Gobierno de que derogar esta ley sin sustituirla era “irresponsable”. Obama recordó que gracias al Obamacare ha sido posible que 20 millones de estadounidenses hayan accedido a una cobertura sanitaria. “Revocar la ley pone en peligro la seguridad financiera y el acceso a la atención de decenas de millones de estadounidenses”, destacó.

El expresidente es consciente de que la reforma sanitaria precisa mejoras; “la no elección en los seguros, las primas que quedan fuera del alcance de algunas familias y los altos costes de la prescripción de fármacos”. Ante esto, propone como alternativa permitir a Medicare negociar los precios de los medicamentos, lo que podría reducir, a su juicio, el gasto de los pacientes y dar a los seguros privados mayor estabilidad.

En su opinión, en cuanto desarrollen el nuevo proyecto de ley para sustituir la reforma, Obama advierte de los tiempos de aprobación y recuerda que el proceso de la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible se enredó en un debate público más de un año.

Las consecuencias de esta derogación, por su parte, pueden trascender a niveles importantes. “Las compañías de seguros pueden no querer participar en el mercado de seguros en 2018, o aumentar significativamente los precios”, explica, al tiempo que señala las pérdidas de puestos de trabajo a corto plazo de los profesionales sanitarios.

Con todo, Obama aconseja dejar a un lado el alcance económico que supone Obamacare, —el presupuesto sanitario es un 50 por ciento superior al de defensa— y les invita a empezar a pensar en las consecuencias que puede tener revocar la normativa.

Próximos pasos

De momento, Trump ha reiterado en varias ocasiones que presentará un plan de reemplazo tan pronto como su candidato para dirigir el departamento de Salud y Servicios Humanos, Tom Price, sea nombrado por el Senado, aunque no ha dado detalles de la propuesta.

El presidente de la Cámara, Paul Ryan, ha asegurado que quiere recabar el mayor número posible de disposiciones de reemplazo en la legislación que derogue el Obamacare. Pero el presidente del Comité de Finanzas del Senado, Orrin Hatch, también republicano, dijo que eso podría ser difícil dada las normas del Senado. La resolución aprobada este jueves instruye a las comisiones de la Cámara de Representantes y del Senado a que redacten la ley de revocación antes del 27 de enero. Ambas cámaras deberán aprobar la legislación resultante antes de que cualquier derogación entre en vigencia.

CRONOLOGÍA

Lo que pasará a partir de ahora es una incógnita tanto para Estados Unidos como para el resto del mundo. Rafael Bengoa, especialista en gestión sanitaria y ex asesor sanitario de Obama, tiene claro que no se abre una etapa fácil para el nuevo presidente. “Trump tiene mayoría en las dos cámaras pero no súper-mayoría que es lo que le permitiría cambiar una ley rápidamente”, explica. Si bien, matiza que ni el propio Gobierno sabe “cómo van a rechazar y reemplazar el Obamacare”. Además, asegura que desde que el magnate ganó las elecciones ha aumentado el número de personas aseguradas con el modelo de Obama ante la incertidumbre. Sin embargo, hay una cuestión aún más preocupante, a juicio de Bengoa, y es la intención de Trump de poner al frente de la Comisión de Vacunas a Robert Kennedy, “activista antivacunas radical desde hace diez años”, asegura, que además explica que Trump también se ha posicionado en contra de la vacunación. En opinión de Roberto Nuño, líder de Proyectos de Deusto Business School Health, Trump es una gran incógnita en todas sus políticas. “En sanidad lo que ha hecho ha sido explotar una paradoja que hay en la opinión pública de EE. UU. que es que la mayoría de la población tiene una mala opinión del sistema sanitario”. A su juicio, la gran incógnita será ver cómo hace “la pirueta política de tumbar la reforma y, a su vez, mantener los elementos clave, como la provisión de medicamentos”. Además, recuerda que Obamacare ha permitido el nacimiento de nuevos modelos de financiación, avanzar hacia sistemas que no sean de pago por acto y fomentar la financiación por valor. Por tanto, coinciden en que la reforma desde una perspectiva europea ha sido positiva, porque es difícil de entender que un país como EE.UU. tuviese 45 millones de personas sin aseguramiento. Bengoa recuerda que las dos grandes líneas de trabajo de la reforma de Obama se centran en extender la cobertura a gente que no la tenía, el seguro obligatorio y que los seguros americanos no rechacen a nadie con condiciones previas de enfermedad. “Si alguien quiere oponerse a esto, los seguros perderían muchos clientes”, advierte. Sin embargo, lo más importante son las medidas en materia de financiación. En esta línea, Nuño cree que Trump mantendrá el mensaje de tumbar la ley, pero tendrá que respetar los elementos fundamentales por motivos políticos, técnicos y económicos.

Julio de 2009

El Senado aprueba el proyecto de ley de reforma sanitaria.

Diciembre de 2009

La Cámara Alta da el visto bueno al proyecto de ley.

Marzo de 2010

La Ley de Cuidado Asequible de la Salud es aprobada por el Congreso y se promulga la reforma sanitaria.

Junio de 2012

El Partido Republicano se opone a la reforma a través de recursos judiciales. Sin embargo, el TS declara constitucional la reforma sanitaria.

Enero 2015

Se vivieron momentos intensos, cuando los republicanos intentaron derogarla usando su mayoría en el Congreso.

Octubre de 2016

A dos semanas de las elecciones, la Casa Blanca reconoció que las primas de los seguros aumentarían de media un 25 por ciento durante el 2017.

Noviembre de 2016

Tras ganar las elecciones, Trump anuncia que la primera medida de la Casa Blanca será derogar la ley.

Enero de 2017

El Senado da un primer paso de cara al desmantelamiento del Obamacare.