Sandra Pulido Madrid | viernes, 17 de enero de 2020 h |

Un grupo de científicos de las universidades de Vermont y Tufts (Estados Unidos) han creado robots vivientes diseñados a partir de células de la piel y del corazón de ranas africanas de la especie Xenopus laevis. Bautizados como xenobots (también denominados como biobots), se trata de unos organismos vivos y programables que no pertenecen a ningún tipo de especie animal conocida. Estas máquinas “vivientes”, de un milímetro de ancho, pueden moverse hacia un objetivo y podrían ser capaces de levantar una carga útil (como un medicamento que debe llevarse a un lugar específico dentro de un paciente) y curarse a sí mismos después de ser cortados.

Durante la investigación, los científicos utilizaron una supercomputadora para simular miles de agregados celulares de diferentes formas e intentar predecir su comportamiento. El resultado es una máquina completamente biológica con múltiples aplicaciones. Entre ellas destacarían las de transportar fármacos a un punto concreto o la de despejar arterias obstruidas. Más allá de la medicina, serían útiles para funciones como buscar compuestos desagradables y contaminación radiactiva o recolectar microplásticos en los océanos.

Los biobots tienen además dos características muy peculiares. La primera es que poseen una gran capacidad de resistencia, logrando regenerarse en caso de que sufran una lesión mientras cumplen la función para la que son programados. Además, son totalmente biodegradables, desintegrándose sin dejar ni rastro una vez que cumplen su objetivo.

Movimiento y transporte

Estos organismos reconfigurables han demostrado que pueden moverse de manera coherente y explorar su entorno acuoso durante días o semanas, sin nutrientes adicionales e impulsados por depósitos de energía embrionaria.

Pruebas posteriores mostraron que los grupos de xenobots se moverían en círculos, empujando los gránulos hacia una ubicación central, de forma espontánea y colectiva. Otros fueron construidos con un agujero a través del centro para reducir la resistencia.

En versiones simuladas de estos, los científicos pudieron reutilizar este agujero como una bolsa para transportar con éxito un objeto, lo que sería un primer paso hacía el diseño de organismos para la entrega inteligente de medicamentos.