Carmen M. López Madrid | viernes, 22 de noviembre de 2019 h |

Las escalas para evaluar el beneficio clínico de las terapias se tornan fundamentales en un contexto en el que la balanza de sostenibilidad y la innovación debe estar equilibrada. Éstas se centran en medir diferentes parámetros como la eficacia, la seguridad o la supervivencia libre de progresión y tienen una función clave en términos de sostenibilidad. Buscar ese equilibrio es un desafío para el sector sanitario al completo, idea que se desarrolló durante el primer Simposio de Calidad Asistencial en Oncología.

Sobre el papel de los clínicos, el jefe del Servicio de Oncología de la MD Anderson Cáncer Center de Madrid, Enrique Grande, planteó que la utilidad real de los fármacos se debe fijar en base a la experiencia del paciente en la práctica clínica. “Si queremos saber el beneficio real de una terapia tiene que ser en los pacientes; el problema es cómo medimos”, señaló.

Otra de las preguntas que surgió durante el transcurso de la jornada fue acerca de cómo se están evaluando los fármacos y la metodología de los ensayos clínicos, y si existiese la posibilidad de evaluarlos conjuntamente. Bajo el punto de vista de Grande, hay que diferenciar entre la evaluación del potencial clínico de un fármaco y la evaluación del ensayo clínico. A este respecto, opinó que hay que huir de medir las medianas de supervivencia libre de progresión. “Es algo que no tiene valor en oncología; hay que medir la hazard ratio”, afirmó Grande.

El porcentaje de supervivencia en cáncer es otra de las cuestiones que hay que analizar, algo que viene de la mano de las innovaciones actuales y muy ligado a la importancia de los biomarcadores. En este punto, Grande explicó que en países como Francia el abordaje del cáncer está organizado en torno a centros de referencia donde el coste de los tratamientos y la tecnología están cubiertos en los mismos. “La selección de centros se hace en base a dos parámetros: experiencia y excelencia”, dijo. Y esta realidad, añadió, debe comenzar a extrapolarse a España.

Diferencias por territorios

Desde la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), Carolyn Hendricks aclaró que la realidad es bien distinta en función del territorio. “En Estados Unidos, la atención oncológica se da en centros comunitarios”, expuso.

Ningún proceso de aprobación de fármacos es sencillo, y en Estados Unidos tampoco lo es. Actualmente, la red de ensayos clínicos existente informa a la FDA en sus procesos de aprobación. A un proceso que Hendricks ya reconoce como complicado se le han de sumar las presiones existentes por parte de “la sociedad y los médicos” en materia de acceso. Pero incluso en las ocasiones en las que no se puede obtener la aprobación de la FDA, la legislación estadounidense reconoce el derecho de la población a acceder a ese fármaco. A ello su suma la organización del modelo americano. “Tenemos el problema del coste de los propios pacientes”, indicó Hendricks, a lo que añadió que, ante esta realidad, “ASCO está trabajando para reducir los problemas de acceso a la innovación”.

Financiación de la innovación

Rafael Bengoa, co-director del Instituto de Salud y Estrategia (Si-Health), expuso la visión de las comunidades autónomas ya que, a su juicio, no se está atacando el cáncer de manera organizada. “Si solo pensamos en la inmunoterapia, que es clave, no podremos encajar el golpe de todo lo que viene”, dijo. En su opinión, habría que trasladar el debate a una discusión de política de salud.

Varios países abordan actualmente la manera de financiar la innovación que viene. En España se está trabajando en la financiación por valor, aunque “todavía en territorio experimental”, según Bengoa. A falta de un plan nacional en cáncer, las regiones también están trabajando, aunque este desarrollo “desigual” tiene una implicación directa en equidad y acceso a la innovación. Todo ello, bajo el paraguas de Valtermed. “Estas iniciativas tienen que ser a nivel nacional y no intentar replicarlas en cada una de las comunidades, para lo que nos tenemos que poner de acuerdo”, precisó.

Según Bengoa, una cosa es tener acceso y saber evaluar la innovación y otra es que algunas comunidades decidan no atacar a ciertos tipos de cáncer. “¿Dónde añadiremos más valor? Tendremos que diseñar un modelo sofisticado para que España avance contra el cáncer”, añadió el experto.

Fragmentación en España

El cribado en cáncer es un ejemplo de fragmentación. Por ejemplo, no todas las comunidades tienen incluido el screening en cáncer de colon. Y es que, aunque el foco esté en los nuevos tratamientos, no hay que olvidar el potencial preventivo.

Otro aspecto a tener en cuenta es la continuidad asistencial. “En cáncer estamos ofreciendo demasiada fragmentación y no estamos trabajando juntos”, apuntó Bengoa, quien añadió que es ahora cuando se están empezando a unir las piezas.

Atendiendo a la perspectiva económica, Marta Trapero, de la Universidad Internacional de Cataluña, consideró que lo importante es el beneficio clínico. “Tenemos que tener claro que los objetivos entre pacientes, decisores y profesionales tienen que converger”, indicó. Por ello, señaló que en las comisiones regionales ya se está integrando a los pacientes. A su juicio, el SNS debe saber priorizar con herramientas como la evaluación económica.

Por su parte, Carlos Camps, director de programas científicos de la Fundación ECO, recordó la importancia de no unir valor a precio, y aludió a Valtermed calificándolo como una buena herramienta aunque “muy limitada en una situación en que la innovación es a cara o cruz”. Los expertos concluyeron que el modelo es “anticuado” y no responde a las necesidades de los pacientes. Reorganizarlo, concluyeron, “es cuestión de voluntad”.


Grande cree que la utilidad real de los fármacos ha de medirse en base a la experiencia del paciente en la práctica clínica



A falta de un plan nacional de cáncer las CCAA están trabajando para ver cómo financiar la innovación