Marta Riesgo Ávila | viernes, 30 de noviembre de 2018 h |

Aunque en los últimos años el debate se centra en los altos precios de las innovaciones que llegan al mercado, lo cierto es que la rentabilidad que las compañías obtienen por los mismos no es la que era. Así lo asegura un informe realizado por la consultora Deloitte, y presentado en el XV Seminario Industria Farmacéutica & Medios de Comunicación organizado por Farmaindustria en Santander, que sitúa la rentabilidad esperada de los fármacos innovadores en un 3,2 por ciento en 2017. Un dato que contrasta con el 10,1 por ciento registrado en 2010. “Lo cierto es que muchos de los fármacos que se comercializan no logran realizar ventas superiores a los costes medios de I+D”, explicó Pedro Luis Sánchez, director del Departamento de Estudios de la patronal innovadora.

Y es que se estima, dijo Sánchez, que el 70 por ciento de productos nunca fueron capaces de generar la inversión realizada en I+D. Una inversión que, a día de hoy, explicó el experto, se sitúa en 2.558 millones de dólares, de los cuales 1.460 millones se destinan a costes clínicos, según datos extraídos del informe Innovation in the pharmaceutical industry: New estimates of R&D costs. Esto contrasta con los gastos que se registraban entre 1990 y mediados de los 2000, cuando se situaban en los 1.044 millones de dólares, de los cuales 608 millones se destinaban a costes clínicos.

Y es que, aunque Sánchez reconoce que existen productos costosos, es cierto, explicó, que estos se dirigen a poblaciones cada vez más limitadas de pacientes, por lo que el impacto real que generan en los sistemas no es tan alarmante como parece. “Se habla mucho de altos precios pero hay muchas cosas entre medias que matizar”, aseveró. Uno de esos matices reside en la dificultad que afrontan las compañías para que los medicamentos lleguen al mercado. “Es cierto que actualmente existen 7.000 fármacos en investigación, pero la probabilidad de que un fármaco que está en fase I llegue a comercializarse es solo del 9,6 por ciento”, confiesa Sánchez. En 2010 esta cifra era del 12 por ciento, lo que demuestra las dificultades cada vez más grandes que afronta la industria durante todo el proceso de investigación y desarrollo de los medicamentos.

Además, muchos de los medicamentos que se encuentran en el pipeline global se dirigen para las mismas patologías y, por tanto, para los mismos pacientes. Este hecho, expuso Sánchez, “hace que el gasto no se duplique, ya que estos fármacos serán sustitutivos entre sí”.

Otro de los aspectos a tener en cuenta, a la hora de hablar de la futura sostenibilidad del sistema sanitario con la incorporación de todas las innovaciones, es la expiración de patentes futuras. “En el periodo que comprende ente 2017 y 2021 se espera, según datos de IQVIA, expiraciones de patente por un valor de 143.500 millones de dólares”, expuso. Estas expiraciones, apuntó, “implican unas bajadas pronunciadas en el precio de los medicamentos, lo que supone también una liberación en lo que se refiere al gasto farmacéutico”.

Todas estas circunstancias, explicó Sánchez, muestran un escenario más optimista del que a veces se pinta. De hecho, hizo referencia al informe Projecting Pharmaceutical Expenditure in EU5 to 2021: Adjusting for the Impact of Discounts and Rebates, analizado recientemente por EG y que asegura que si se tienen en cuenta los descuentos y rebajas, el gasto neto farmacéutico crecerá a una tasa anual compuesta de crecimiento (CAGR) del 1,1 por ciento entre 2017 y 2021.

A esto, finalizó el experto de Farmaindustria, “habría que sumar la aportación de los fármacos innovadores como ahorradores de recursos sanitarios”. Y es que el último informe El valor del medicamento desde una perspectiva social, realizado por la Fundación Weber, asegura que la utilización de fármacos innovadores eficaces puede redundar en un ahorro de costes tanto directos, como indirectos.