CARMEN M. LÓPEZ Madrid | viernes, 18 de enero de 2019 h |

“La industria farmacéutica es clave para avanzar y conseguir la innovación tan necesaria, y los políticos deberíamos reconocer esa labor sin los complejos que, en ocasiones, se observan”. Con estas palabras, la presidenta de la Comisión de Sanidad del Senado, María del Carmen Aragón, ensalzó el papel de la industria en materia de investigación. Lo hizo en la presentación de la iniciativa GlobaLLC, auspiciada por AbbVie y la Universidad Rey Juan Carlos, que presenta 40 recomendaciones para incrementar la calidad de vida de los pacientes con leucemia linfocítica crónica. Avanzar en la mejora de la gestión de la enfermedad es la clave de una propuesta que abarca, además, la carga económica de esta patología.

La identificación de los recursos empleados en los tratamientos y la manera de medir su uso es esencial para conocer este impacto económico. Pero dentro de este impacto, contemplar los costes sanitarios y no sanitarios es fundamental. De hecho, es importante que el estudio de carga de enfermedad tenga siempre en cuenta una perspectiva social en su análisis. Está demostrado que los sistemas de salud orientados a los resultados son capaces de reducir las ineficiencias, incrementando así el valor de la prestación sanitaria. El modelo de abordaje de esta enfermedad, por tanto, debe reenfocarse.

En este sentido, el panel de expertos reflexionó acerca de los aspectos que contribuirán a mejorar la gestión y alcanzar los resultados en salud. Para el jefe de sección de Hematología del Hospital Universitario Infanta Leonor, José Ángel Hernández, es necesario contar con un marco legal “más claro y racional” ante la llegada masiva de datos.

La economista Marta Trapero hizo hincapié en que la eficiencia tiene que ser un criterio más en el abordaje de esta patología. Para ello, dijo, es imprescindible “medir los resultados económicos de las intervenciones clínicas, sin perder la perspectiva social de la LLC y tener muy presentes los costes sanitarios y no sanitarios de la enfermedad”.

Además, Trapero insistió en que la evaluación tiene que tener en cuenta el valor. “Si tomamos decisiones con criterio presupuestario, tendremos una visión muy ciega del impacto de esta enfermedad”, añadió. A juicio de esta experta, sería oportuno copiar las herramientas de evaluación de otros países y aplicarlas en España. La inclusión, por tanto, de la productividad y los costes de atención informal pueden tener un fuerte impacto en los resultados de coste-efectividad y conclusiones desde el punto de vista de la eficiencia.

El jurista Julio Sánchez Fierro defendió incorporar la evaluación en las prestaciones asistenciales públicas desde el principio de la equidad territorial. Para ello, apuesta por la incorporación de guías terapéuticas y la inclusión de pacientes a la toma de decisiones. Una idea en la que también hizo hincapié Natacha Bolaños, coordinadora europea de Lymphoma Coalition.

Por su parte, en opinión del gerente del Hospital Universitario de Fuenlabrada, Carlos Mur de Viu, un modo de acelerar la evaluación terapéutica, es que la industria farmacéutica realice ensayos clínicos “de forma más homogénea”. Además, a su juicio, la ley de contratación pública es una buena herramienta para hacer llegar la innovación a los pacientes.

El portavoz del PSOE en la Comisión de Sanidad del Senado, José Martínez Olmos, recogió todas estas sugerencias de los expertos y avanzó los trabajos de la Cámara Alta en este sentido. “Hay que hablar del precio de los productos. Las compañías tienen que plantear sus costes y beneficios reales, y la eficiencia es una obligación ética”.