Nieves Sebastián Madrid | viernes, 11 de octubre de 2019 h |

La innovación en los tratamientos para algunas de las enfermedades con mayor prevalencia entre la sociedad avanza a un ritmo imparable. Si hace poco más de una década empezaba a hablarse sobre soluciones que podían poner en jaque a determinadas dolencias, ahora los esfuerzos en I+D han dado sus frutos.

Inmunoterapia

Sin duda, uno de los grandes avances en oncología ha venido de la mano de la llegada de la inmunoterapia. El principal cambio radica en que, a diferencia de los tratamientos con quimioterapia, cuyo mecanismo de acción se basa en tratar de eliminar las células cancerígenas, en este caso el fin del tratamiento es potenciar el sistema inmune de los pacientes y que éste sea el encargado de defenderse de las células malignas. Esta terapia también sirve para evitar que el cáncer se expanda por otras partes del cuerpo y detiene o retrasa el crecimiento de las células cancerosas.

Hay diferentes tipos de inmunoterapia, con fármacos aplicados a enfermedades de especialidades distintas a la oncología, aunque este campo es el que está más avanzado en la actualidad. Fármacos como Keytruda (pembrolizumab, investigado por MSD), han supuesto una revolución en el abordaje del cáncer de pulmón, y haciéndose hueco cada vez en más indicaciones como el melanoma o el linfoma. Recientemente se ha presentado también Darzalex (daratumumab, investigado por Janssen), que tiene un efecto multiplicador al añadirse al tratamiento estándar para pacientes con mieloma múltiple recién diagnosticados no candidatos a trasplante.

La medicina de precisión también cobra gran importancia en este campo. Y es que el descubrimiento de biomarcadores oncológicos ha sido clave en el diagnóstico, en el hallazgo de dianas terapéuticas y, por último, en el seguimiento del paciente. Dentro de este campo destacan fármacos como Vitrakvi (larotrectinib, investigado por Bayer). Este fármaco está llamado a sentar precedente en oncología de precisión puesto que tiene una indicación de tumor agnóstica. Esto quiere decir que, por primera vez, el tratamiento ataca al tumor por su alteración genética en lugar de por su localización. Ahora, uno de los grandes retos radica en extrapolar estas técnicas a otras patologías para abordar cada caso de una manera más individualizada y conseguir así mejores resultados.


El descubrimiento de biomarcadores ha sido clave para el desarrollo de la inmunoterapia


Uno de los debates existentes en torno a la medicina de precisión radica en su coste-efectividad. Y es que, aunque a priori estas técnicas pueden tener unos costes más elevados, los expertos alegan que a medio y largo plazo sí que va a contribuir a la sostenibilidad. Para justificarlo, explican que con la individualización de tratamientos se va a tender cada vez más a obtener unos mejores resultados. Esto se traduciría en que muchos pacientes dejarían de ser crónicos y se convertirían en libres de enfermedad generando así un gran ahorro al sistema sanitario.

CAR-T

Aunque se pueden englobar dentro de la inmunoterapia, las CAR-T merecen un capítulo aparte ya que las terapias con células T han marcado un antes y un después en las enfermedades oncohematológicas. Hace poco más de un año llegaban a Europa las primeras terapias de células T con receptores de antígenos quiméricos (CAR, por las siglas en inglés chimeric antigen receptor). Esta técnica se basa en extraer las células T del paciente, reprogramarlas genéticamente en el laboratorio y por último, volver a inyectarlas en el paciente para hacer que ataquen a las células cancerígenas que haya en su cuerpo.

En España actualmente existen dos medicamentos incluidos en la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud para este fin: Kymriah y Yescarta. Kymriah (Novartis) está indicada para el tratamiento de Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA) de células B refractaria, en recaída post trasplante o en segunda o posterior recaída en pacientes pediátricos y adultos jóvenes de hasta 25 años de edad, y para Linfoma B difuso de célula grande en recaída o refractario tras dos o más líneas de tratamiento sistémico en pacientes adultos. Por su parte, Yescarta (Gilead) tiene indicaciones para tratar el Linfoma B difuso de células grandes y Linfoma B primario mediastínico de células grandes, en pacientes adultos cuyo cáncer hematológico haya reaparecido o en los casos en que hayan dejado de responder al tratamiento previo.

VIH y Hepatitis C

No hace tantos años que, al hablar de pacientes con VIH, nos venía a la mente una enfermedad mortal. Pero la llegada de los antirretrovirales supuso un punto de inflexión en el abordaje de esta patología.

Aunque estos medicamentos no logran la cura de la enfermedad, sí prolongan la vida del paciente, cronifican la enfermedad y mejoran la calidad de vida. Los antirretrovirales reducen la carga viral de la enfermedad, y el objetivo es hacerla indetectable. Si esto se logra, el paciente no presenta riesgo de contagiar a terceros puesto que la concentración del VIH en sangre es muy baja. Otro valor añadido es que cada vez presentan menos efectos secundarios, lo que hace que reporten un alto beneficio clínico.

Pero al hablar de virus, una de las grandes revoluciones se ha dado en el campo de la Hepatitis C. El gran éxito reside en haber encontrado una cura para esta enfermedad con una posología muy cómoda. Pero una vez se descubrió el tratamiento, el desafío pasaba por hacerlo accesible para todos los pacientes. Por ello, en cuanto los sistemas sanitarios pasaron a disponer de ellos, centraron sus esfuerzos en administrarlos a todos aquellos pacientes que ya estaban diagnosticados para curarles, y reducir significativamente la tasa de pacientes que padecían la infección. El objetivo marcado por la Organización Mundial de la Salud es conseguir la eliminación del VHC para el año 2030.


En VHC el cambio ha sido radical ya que se ha logrado la cura para una enfermedad con muy mal pronóstico


Una vez se cuenta con los fármacos, el siguiente paso es detectar a aquellos pacientes sin diagnosticar. En este sentido son muy importantes los proyectos de microeliminación, atendiendo a los grupos de población más vulnerables. Por ello, cobran una alta importancia las labores de cribado, haciendo llegar los test de VHC a las personas con menos recursos, para conocer el número de afectados y tenerlos monitorizados. Una vez registradas todas aquellas personas que padezcan la enfermedad, y aplicando los tratamientos, se espera que en poco más de diez años esta enfermedad sea cosa de pasado o, al menos, que la tasa de infectados por VIH sea residual.

Enfermedades cardiovasculares

Uno de los grandes avances en medicina es el cambio hacia un abordaje multidisciplinar. Buen ejemplo sería la diabetes que, mientras antes se trataba desde una perspectiva glucocéntrica, cada vez deriva más hacia una perspectiva integral, en la que se tienen en cuenta las comorbilidades relacionadas.

En el caso de la diabetes es fundamental que los especialistas tengan en cuenta los posibles riesgos cardiovasculares a los que se enfrentan los pacientes. Por ello, al abordar de manera conjunta los índices glucémicos y los riesgos de carácter cardiovascular, se tiende a alargar la vida de los pacientes y a mejorar su calidad de vida. Un ejemplo de esto pudo verse durante la última edición del Congreso Europeo de Cardiología, donde se presentó el estudio DAPA-HF; en este se desveló que Forxiga (dapagliflozina, investigado por AstraZeneca), fármaco utilizado para pacientes de Diabetes Mellitus Tipo 2 por sus propiedades diuréticas que favorecen el control de los niveles glucémicos, tenía efectos positivos en pacientes con insuficiencia cardiaca, indistintamente de si estos padecían diabetes o no.


Un estudio revela que el uso de un fármaco para la diabetes es de gran utilidad para tratar la insuficiencia cardiaca


Estos avances permiten ver como los tratamientos para enfermedades correlacionadas, pueden tener impacto positivo en ambas. Asimismo, cada vez se dan a conocer más datos sobre aquellos hábitos a adquirir para evitar desarrollar enfermedades cardiovasculares, lo que, aplicado de una manera correcta, debería repercutir gradualmente en un menor número de pacientes que padezcan estas dolencias.

Esclerosis múltiple

Hace veinte años, hablar de esclerosis múltiple suponía ligar el futuro del paciente a una silla de ruedas. Aunque había fármacos que actuaban para mitigar algunos de los síntomas, no existía ninguno que frenase su progresión de una manera efectiva. Pero en estas dos décadas, los cambios han sido más que notables. Actualmente existe una gran variedad de tratamientos, y ahora el foco se pone en mejorar la comodidad de la posología y reducir su frecuencia, para que los pacientes que padecen EM no tengan un recordatorio diario de que conviven con la enfermedad.


Los nuevos fármacos para la EM han logrado frenar su avance y mejorar la calidad de vida de los pacientes


Otro de los aspectos en los que se centra la investigación, ligado con el punto anterior, es el de mitigar el impacto de la enfermedad en el proyecto vital de los pacientes. En este sentido, y teniendo en cuenta que es una enfermedad que afecta mayoritariamente a mujeres, cobra especial importancia la maternidad. Y es que, mientras que hace unos años las pacientes de EM asumían que no podrían tener hijos, se ha producido un cambio de paradigma. Con la previsión adecuada y el control médico pertinente, las pacientes de esclerosis múltiple pueden ser madres. Esto ocurre por la posología de los nuevos tratamientos, que permiten espaciar su administración. También hay fármacos que apenas influyen en la salud ni de la madre ni del feto, como los compuestos por interferón beta.

Estos tratamientos son el presente, pero técnicas como la remielinización, el trasplante de células madre o el control de la esclerosis múltiple y sus tratamientos a través de la personalización de cada caso a través del análisis de biomarcadores, forman parte de un futuro cada vez más cercano y prometedor.