s.c. Madrid | viernes, 16 de febrero de 2018 h |

En 2050 las muertes por infecciones bacterias superarán a las causadas por el cáncer. No por mucho repetir el mismo titular cambiar la situación. “El nivel de preocupación sobre la resistencia antimicrobiana es extremadamente bajo dada la gravedad del problema”, lanza José Miguel Cisneros, director de la Unidad de Gestión Clínica Intercentros de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla, durante un debate celebrado en Madrid centrado en el ‘Pasado, presente y futuro de los antibióticos’ y organizado por Reig Jofre y la Fundación Isabel Gemio.

La invención de esta “alta tecnología” -como se refería a los antibióticos el doctor Cisneros- fue uno de los grandes descubrimientos del pasado siglo XX. Hasta allí se ha ido la última novela de Carlos Lens, subdirector general de Calidad de Medicamentos y Productos Sanitarios del Ministerio, a la que ha titulado ‘Oleadas de esperanza’ y que muestra, de alguna forma, cómo lo que a partir de los años cuarenta era el gran desafío de la farmacología, hoy en día lo sigue siendo, aunque por motivos muy distintos. “Antes era extraordinario tener una bacteria resistente y ahora estamos directamente hablando hasta de panresistencia”, recordaba el doctor Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal.

Hay consenso entre los expertos en considerar la resistencia antimicrobiana como un problema de salud pública. El doctor Cisneros lo ilustraba con un ejemplo: uno de los antibióticos más recetados es la amoxicilina/ácido clavulánico, y se consume 40 veces más que en otros países europeos, algo que vuelve a relacionar el incremento de bacterias resistentes con el aumento desmedido y a veces inadecuado del consumo de antibióticos.

El origen de la crisis, recuerda el especialista, está en una “guerra biológica” donde las bacterias se han hecho resistentes a los antibióticos de forma más rápida que el ser humano ha desarrollado nuevos antibióticos. “Hemos abusado de los antibióticos y minusvalorado a las bacterias, que han desarrollado mecanismos de resistencia muy eficaces”, explica. Además, a su juicio, se han cometido muchos más errores: “Los antibióticos son tan buenos que hemos pensado que son inocuos y no se ha tenido en cuenta su impacto ecológico. Hay países, como los nórdicos, con una conciencia muy clara y nítida de que los antibióticos sólo se deben tomar cuando están indicados por prescripción médica. No es el caso de España, que está a la cabeza del mundo en su consumo, y no hay razón climática, geográfica ni genética que lo justifique”.

Pero no es (solo) un problema de salud pública: el doctor Cantón recuerda el impacto económico que tiene. Hasta el Foro Económico de Davos en 2016 presentó un acuerdo suscrito por compañías y asociaciones de las industrias farmacéutica, biotecnológica y de diagnóstico pertenecientes a 18 países. “Una infección por una bacteria multirresistente puede cuadruplicar los gastos de un paciente ingresado por una bacteria sensible a los antibióticos, e incluso llegar a los 20.000 euros de más de gastos derivados de una estancia hospitalaria más larga, la necesidad de más atención médica y de enfermería, y el uso de antibióticos combinados”.

A la caza de soluciones terapéuticas

La industria, por su parte, sigue invirtiendo en atajar el problema. Es el caso ABAC Therapeutics, quien ha anunciado una serie A de financiación de 16 millones de euros que destinará a identificar antibióticos novedosos orientados a combatir las bacterias multirresistentes.

Su nueva estrategia permite identificar compuestos con actividad específica con mecanismos de acción novedosos, respetuosos con la flora bacteriana humana y que a la vez sean capaces de minimizar la selección de cepas resistentes. El programa principal de ABAC va dirigido a combatir infecciones producidas por cepas multirresistentes de Acinetobacter baumannii, un patógeno que causa cada vez más muertes y que, según la Organización Mundial de la Salud es la amenaza bacteriana para la que con más urgencia se necesitan nuevos medicamentos. La compañía tiene previsto llevar su programa del Acinetobacter a la fase de desarrollo clínico con esta inyección presupuestaria.