CECILIA OSSORIO Env. Esp. a París | lunes, 26 de mayo de 2014 h |

Nuevas evidencias sobre la seguridad y eficacia de la implantación transcatéter de la válvula aórtica (TAVI) no sólo apoyan su indicación en pacientes con estenosis aórtica severa de alto riesgo quirúrgico, sino que alientan a estudiar su uso en casos menos graves donde la norma actual es el reemplazo mediante cirugía abierta. Así lo comentaba Garikoitz Lasa, médico adjunto de la Unidad de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de Policlínica Guipuzkoa, durante el congreso EuroPCR recién celebrado en París.

Allí, Boston Scientific ha presentado una actualización de datos a seis meses del estudio de extensión con la válvula Lotus, la primera de segunda generación, que al ser reposicionable permite recolocar la válvula si durante el procedimiento se percibe una posición inadecuada, evitando fugas paravalvulares, o incluso retirarla. Asimismo, como especifica Lasa, se trata de una válvula replegada que ofrece otra originalidad respecto a otros dispositivos, y es que se desplega de forma mecánica.

En concreto, los nuevos resultados del estudio prospectivo Reprise II, que en una primera fase reclutó 120 pacientes de Australia, Francia, Alemania y Reino Unido para después incluir, en la fase extendida, a 130 pacientes adicionales, señalan que al medio año de la TAVI sólo el 1,1 por ciento de los pacientes sufre regurgitación aórtica paravalvular moderada, sin registro de casos graves. Según concretó el profesor Ian Meredith, director del MonashHeart en Melbourne (Australia), investigador principal del estudio, a los seis meses el gradiente medio de presión de la válvula se mantuvo bajo y estable, en niveles de 11.4±4.6 mmHg.

Además, la tasa de mortalidad por cualquier causa fue de 8,4 por ciento, y de accidente cerebrovascular discapacitante del 3,4 por ciento. En este sentido, y a pesar de los buenos resultados de supervivencia, Lasa matiza que, en pacientes que además de estenosis aórtica tienen patología de los bronquios, enfermedad renal, o simplemente son mayores de 80 años, las complicaciones o limitaciones vienen dadas por sus comorbilidades, y no por la válvula aórtica. Así, más del 95 por ciento de los casos viven al mes del implante, pero a los cinco años la mortalidad es del 50 por ciento, según demuestran estudios de seguimiento con válvulas biológicas de primera generación.

Puesto que la eficacia de esta técnica empieza a ser equiparable a la cirugía abierta, Lasa confía en que “será cuestión de tiempo que esta enfermedad se trate de manera percutánea, evitando los inconvenientes inherentes a la cirugía, como la circulación extracorpórea y una recuperación más prolongada debido al procedimiento agresivo”.

Aunque el avance de la tecnología se dirige a hacer del reemplazo valvular percutáneo el estándar de tratamiento para todos los pacientes en los próximos años, a juicio de este experto la mayor barrera para su implantación no será técnica ni de eficacia, sino económica.

Sin embargo, se debe tener en cuenta que, “en la actualidad, en casos de alto riesgo, la cirugía abierta compromete la supervivencia del paciente y supone un alto coste debido a ingresos muy prolongados y la necesidad de numerosas pruebas, que se puede comparar con el coste que tienen los dispositivos percutáneos”, explica.

En concreto, Lasa indica que ya se han implantado las cinco primeras válvulas Lotus en Policlínica de San Sebastián, aunque el acceso en las diferentes comunidades autónomas es desigual.