J. Ruiz-Tagle Madrid | viernes, 08 de julio de 2016 h |

Los fármacos biosimilares se presentaron en el mercado como una opción para democratizar el acceso. Así lo han visto la mayoría de administraciones europeas, si bien algunas han alcanzado cotas muy altas que podrían poner en peligro aquellas terapias de las que se valen para generar ahorros. El pasado 30 de junio, durante una reunión del Infarmed —la Aemps portuguesa— se pusieron diversos ejemplos de rebajas de precio a fármacos biológicos para aumentar su cuota de penetración en el mercado. Uno de ellos fue el caso filgrastim, cuya cuota en el país luso, según aseguraron sus decisores, ha alcanzado el 100 por cien tras una depreciación del 77 por ciento respecto al medicamento biológico de referencia. “De tener una factura de 7,5 millones de euros hemos pasado a menos de 2 millones de euros”, se defendió durante la jornada.

En este momento hay ya disponibles en Portugal cerca de dos docenas de medicamentos biosimilares, relativos a siete sustancias activas diferentes, en áreas como la medicina reproductiva, la artritis y enfermedades hematológicas. “Estos fármacos son una alternativa a la referencia biológica y han demostrado la misma eficacia, seguridad y calidad. Uno de los logros de su receta es ser más costo efectivo, es decir, permitir una reducción en el gasto de entre 50 y 70 por ciento, según estudios recientes”, aseguraron algunos decisores lusos presentes en la jornada.

El caso del filgrastim no es la nota predominante pero sí parece el objetivo a seguir por las autoridades portuguesas. Su ministerio de Sanidad suele imponer rebajas de al menos un 20 por ciento respecto al original pero la meta principal es aumentar considerablemente su couta de mercado. “Un estudio reciente revela que hay un alto potencial de ahorro con la introducción estos fármacos no sólo porque tienen un precio más bajo sino porque también introducen la competencia y los ajustes en el mercado”, afirman desde Infarmed. Asimismo, añaden que “si Portugal es ya uno de los países con las mayores cuotas de mercado en algunas áreas, todavía hay un considerable potencial de ahorro que se puede conseguir en otras áreas, sin tener que socavar la calidad del tratamiento”.

La experiencia danesa y noruega

El caso de Portugal no es único dentro del Viejo Continente. Durante la jornada organizada por Infarmed también participaron representantes gubernamentales tanto de Dinamarca como de Noruega. Por parte de la administración danesa Dorthe Bartels, responsable de la organización de compras centralizadas en este país, asegura que el objetivo de su gestión pasa “por reducir el precio de la hormona del crecimiento en un 68 por ciento en los próximos cinco años”. Además, en filgrastim y también en el infliximab – utilizada para enfermedades como la artritis reumatoide – la depreciación que se persigue es del 60 por ciento. “En etanercept también se dan las mismas condiciones”, aseguró Bartels.

Por su parte, Steinar Madsen, director médico de la Agencia Noruega de Medicamentos, aseguró que en su país se comprará un solo medicamento para asegurar que los hospitales den el mismo tratamiento. El coste por paciente en infliximab cayó en un 69 por ciento y en el filgrastim superó el 80. “Para alcanzar estos objetivos es necesaria la participación de profesionales de la salud en el proceso”, aseveró.