José Zamarriego Director de la Unidad Deontológica
de Far
maindustria
| viernes, 20 de mayo de 2016 h |

Uno de los bienes más apreciados por la sociedad es el medicamento. Nadie lo duda, y menos quienes viven condicionados por la enfermedad. Este valor no se extiende tanto a quien lo hace posible: la industria farmacéutica. Y quizá sea porque el sector no ha sabido transmitir a la sociedad qué hace y cómo lo hace.

Es innegable que la industria es la responsable de las novedades farmacológicas, y lo es gracias a la estrecha colaboración con las organizaciones y los profesionales sanitarios. La I+D de nuevos medicamentos y su uso adecuado no serían posibles en los términos actuales sin la interacción entre los laboratorios y el sistema sanitario. Genera un círculo virtuoso que redunda en el bienestar de la sociedad, pues actualiza y mejora los conocimientos de los profesionales sobre los medicamentos y permite a la industria hacer el mejor uso de su experiencia clínica y científica, clave para el desarrollo de la investigación.

Es una paradoja que esta relación pueda interpretarse en ocasiones como negativa, sobre la idea de que podría condicionar la independencia de los profesionales. Por eso en la industria tenemos tan claro que la decisión de transparentar esas relaciones a través de la publicación de las transferencias de valor entre laboratorios, organizaciones y profesionales sanitarios solo puede ser positiva.

Es un paso más en las medidas de transparencia que en los últimos años viene tomando la industria farmacéutica, por ejemplo, con la publicación de las relaciones con las asociaciones de pacientes, de resultados de ensayos clínicos o las resoluciones de Autocontrol y los Acuerdos de Mediación tras denuncias ante la Comisión Deontológica. Y es una iniciativa que, aunque tenga su primer hito con la publicación de datos en junio, responde a un compromiso de mejora que se consolidará y optimizará en los próximos años.

Da respuesta a las crecientes expectativas de transparencia de la sociedad. Pero, sobre todo contribuirá a mostrar el rigor y la independencia con la que se produce la colaboración entre sistema sanitario e industria farmacéutica y, seguro, a resolver paradojas al proporcionar más confianza.