J. R-T. Madrid | viernes, 28 de agosto de 2015 h |

El debate de los presupuestos dejó un sabor en la boca de acto de precampaña. El Gobierno, respaldado por el grupo Popular, insistió en el mensaje de que los números que presentó descansaban sobre la recuperación económica alcanzada gracias a sus políticas de contención, mientras que la oposición, con sus matices, criticó la falta de sensibilidad social que tienen los presupuestos. Un ‘y tú más’ disfrazado de cifras macroeconómicas que concluyó como empezó: sin ningún acuerdo u acercamiento.

Más allá del rifirrafe, los Presupuestos Generales del Estado dejan dos preocupaciones entre el sector que el PSOE ha recogido entre sus 1.600 enmiendas parciales: recuperar el fondo de cohesión dotándolo con 200 millones de euros, desaparecido en los números de Cristóbal Montoro, y dotar de una financiación finalista para las innovaciones terapéuticas disruptivas, como es el caso de la hepatitis C. “La novedad más relevante y negativa es la eliminación del fondo de cohesión sanitaria, que desaparece del presupuesto por primera vez en democracia y que supone el abandono explícito de las responsabilidades y competencias del Gobierno de España en materia de igualdad y cohesión en la sanidad pública española”, aseguró el portavoz de Sanidad socialista, José Martínez Olmos.

La desaparición de este fondo ya fue criticada por la Federación Española de Enfermedades Raras (Feder) cuando se presentó el proyecto de presupuestos. “Como resultado de esta supresión, las autonomías tendrán que compensarse los gastos entre ellas, lo que podría dificultar o incluso impedir que se acepten pacientes de otras regiones”, advirtió Juan Carrión, presidente de esta federación. Martínez Olmos también incidió en esta cuestión al asegurar que se producirá “un incremento de las dificultades para la movilidad de los pacientes por el conjunto del sistema sanitario”.

Para el Gobierno la supresión del Fondo de Cohesión responde a una cuestión meramente práctica. “Este fondo pasó a ser extrapresupuestario en 2013 y no tiene sentido seguir incluyéndolo en los Presupuestos Generales”, dijo Rubén Moreno, secretario general de Sanidad. Además, Moreno señaló que esta decisión se tomó para seguir recibiendo fondos europeos y para evitar el turismo sanitario no regulado. Estas explicaciones no han servido para convencer a una oposición que a afeado en bloque esta decisión durante el debate de los presupuestos.

Más allá del debate, los grupos políticos presentaron durante el mediodía del pasado jueves su batería de enmiendas parciales a los guarismos de Montoro. El PSOE volvió a incidir en la falta de financiación efectiva para las novedades terapéuticas. “Los recortes del gobierno a la sanidad se pueden observar en casos como el de las nuevas terapias frente a la hepatitis C o los medicamentos huérfanos que afectan a enfermedades raras”, señaló Martínez Olmos. La falta de financiación también fue señalada por CIU, tanto en el debate de los presupuestos como en sus enmiendas parciales. Ante las críticas a Montoro de “no tener alma social”, el ministro respondió a la oposición que su misión es sufragar las deudas contraídas para que los servicios públicos funcionen. “¿Usted cree que los hospitales pueden estar abiertos sin pagar la factura de los proveedores?”, le espetó al líder socialista, Pedro Sánchez.

La financiación directa para fármacos tuvo la grata noticia de una linea presupuestaria finalista para que el ministerio del Interior costee los tratamientos para la hepatitis C de la población reclusa. Esta cuestión ha sido una de las aristas que han enfrentado a comunidades autónomas y Gobierno Central tras la aprobación del Plan Nacional contra la hepatitis C, más allá de la línea de crédito que aún no ha puesto en funcionamiento el ministerio de Hacienda. Interior contará con 20 millones de euros para suministrar los últimos antivirales aprobados por la Agencia Española del Medicamento a unas 16.000 personas, que son los reclusos estimados que padecen esta patología.

Más allá de la desaparición del Fondo de Cohesión o la falta de una financiación efectiva para las innovaciones terapéuticas, la sanidad fue la gran olvidada. Su nombre se empuñó como arma arrojadiza para tachar al Gobierno de “antisocial”, mientras que este se escudó en el incremento del 3,6 por ciento que disponen estos presupuestos comparados con los del año anterior. “Con estos presupuestos, el Gobierno confirma una política sanitaria contraria a los intereses de la ciudadanía cuyas consecuencias son mas desigualdad, menos cohesión y menos calidad”, sentenció Martínez Olmos al término del debate celebrado el miércoles.