| viernes, 06 de enero de 2012 h |

La farmacia italiana comienza el año bajo la amenaza de su liberalización. En la recta final de 2011, el gobierno de Mario Monti puso sobre la mesa un plan de austeridad en el que, entre otras medidas, se planteaba la salida del canal farmacia de los medicamentos de prescripción no financiados. Muy críticos con esta iniciativa, que posteriormente modificó el Parlamento italiano, se mostraron desde la Federación Nacional Unitaria de Titulares de Farmacia (Federfarma), cuya presidenta, Annarosa Racca, explicó a EG los motivos de su postura frente a lo que considera una propuesta “inaceptable” que separa a Italia de los países europeos, donde la receta médica está ligada a la farmacia.

Pregunta. Federfarma ha sido muy crítica con las medidas planteadas por el gobierno de Mario Monti, entre las cuales se incluyen pasos hacia la liberalización de las farmacias.

Respuesta. Efectivamente. La medida propuesta por el Gobierno el pasado 5 de diciembre era inaceptable e injusta, en cuanto a que preveía la venta en las parafarmacias y supermercados de los medicamentos con receta obligatoria no reembolsables por el Servicio Sanitario Nacional, con excepción de los estupefacientes y psicotrópicos. En 2006, el famoso Decreto Bersani liberalizó los medicamentos sin receta, haciendo posible su venta en las parafarmacias y en los rincones de los supermercados, siendo obligatorio, en este tipo de ejercicios comerciales, la presencia de un farmacéutico. Ahora, este nuevo decreto llevaría a Italia a una situación única en Europa, dado que en ningún otro país europeo los supermercados y otros establecimientos diferentes a las farmacias pueden dispensar fármacos con receta. Sería una situación absurda, a la que Federfarma contestó implacablemente.

P. Sin embargo, la intervención del Parlamento permitió algunas modificaciones del ‘plan Monti’.

R. La norma ha sido modificada por el Gobierno con una enmienda firmada por el ministro para las relaciones con el Parlamento, Piero Giarda. En la nueva versión venía establecido que el Ministerio de Sanidad y la Agencia del Medicamento Italiana deberán redactar una lista de medicamentos que deben continuar siendo vendidos con receta exclusivamente en la farmacia, mientras que los fármacos que no aparezcan en esa lista se convertirían en sin receta y se podrían vender también en las parafarmacias y en los supermercados.

P. ¿Cómo valoraron estos cambios respecto a la propuesta inicial?

R. Estamos absolutamente convencidos de que la propuesta del Gobierno habría sacado a Italia fuera de Europa, ya que en los países europeos la receta debe ser dispensada en la farmacia, único lugar capaz de proteger a los ciudadanos gracias a los controles sobre el cumplimiento, la adherencia al tratamiento y la farmacovigilancia que solo un ejercicio fuertemente estructurado, como es el de la farmacia italiana, está hoy en grado de garantizar.

P. No obstante, habrá repercusiones para las farmacias.

R. Seguramente la rentabilidad de la farmacia se debilitará. Basta saber que los fármacos sin receta no reembolsables potencialmente liberalizables suponen actualmente 2,5 mil millones de euros. Sin embargo, consideramos vital que no se ponga en tela de juicio el principio que une indisolublemente la receta médica a la farmacia.

P. Tras el caso de Italia. ¿Cree que la liberalización se extenderá a otros países europeos, como España?

R. Espero que no. Estoy convencida de que estas falsas liberalizaciones son solo un regalo a la gran distribución organizada. No es cierto que debilitando a la farmacia, que es el centro sanitario más próximo a los ciudadanos, se esté haciendo un favor a estos. En todos los países europeos avanzados, con una larga tradición y una concreta realización de las conquistas ligadas a la aplicación del concepto de Estado de Bienestar, no se discute sobre penalizar a la farmacia, al contrario, se piensa en valorizarla dándole los justos instrumentos económicos para hacer que pueda implicarse en todos los servicios que el médico, también el hospital, no es capaz de proporcionar, no por incapacidad, sino por falta de tiempo y de las estructuras adecuadas.

P. ¿Por qué se vuelven a dar intentos liberalizadores pese a que en los dictámenes motivados se ha fallado a favor del modelo italiano y también del español?

R. No es casualidad que sean los países con problemas económicos los que sucumben a las tentativas de liberalización. Italia, España, Grecia o Portugal, hoy y en el pasado, han estado luchando contra los intentos de liberalización por parte de sus respectivos gobiernos. Desde el punto de vista europeo, creo que los impulsos de liberalización que en estos últimos diez años han venido de la Comisión Europea sea han acabado definitivamente. De hecho, el Tribunal de Justicia de Luxemburgo ha aclarado de manera inequívoca que no se puede tratar al mercado farmacéutico como si fuese el de la energía, el del gas o el telefónico. La salud del ciudadano no es una mercancía y la Comisión Europea, que ha cerrado todos los procedimientos de infracción, lo ha tenido en cuenta.

P. ¿Qué es lo que valora de los modelos basados en la propiedad del farmacéutico y la planificación territorial?

R. Estoy convencida de que este es el modelo vencedor y que su bondad ha estado ampliamente ratificada por la Corte de Justicia, a cuyas clarísimas palabras ciertamente hay poco que añadir. Observo que la gran victoria obtenida delante de la Corte de Justicia, tanto en la propiedad como en la planificación territorial, no ha sido cuestionada por los gobiernos, y los intentos de convencer a estos para eliminar las normas sobre la planificación territorial, avanzadas sobre todo desde el Fondo Monetario Internacional, han sido rechazados desde los gobiernos griego, portugués y creo que también desde el italiano. El francés, por ejemplo, recientemente ha reforzado los criterios demográficos para la apertura de una segunda farmacia. Esto significa que las sentencias de la Corte de Justicia se han convertido en una referencia para los ordenamientos nacionales, diría casi de naturaleza constitucional, y que los intentos de liberalización, más bien torpes, llevados a cabo a nivel europeo, se han vuelto en contra de sus propios impulsores.

P. ¿Cuáles creen que son los riesgos de la liberalización de las farmacias?

R. Nosotros no estamos en contra de la liberalización, pero no estamos dispuestos a socavar la farmacia para desplazar recursos sobre un sistema que no garantiza ningún plus de valor al ciudadano, sino al contrario. Nosotros creemos que a largo plazo el nivel de calidad del servicio se resentirá seguramente de estas falsas liberalizaciones. Decimos no a las catedrales del consumismo, sí a los servicios de farmacia. No se pueden recortar recursos a las farmacias, impidiéndoles afrontar los desafíos más que exigentes que una sociedad en continuo envejecimiento nos requiere y que nosotros no podemos permitirnos ignorar.