J. Ruiz-Tagle Madrid | viernes, 06 de junio de 2014 h |

Cómo afrontar los retos que plantea la sostenibilidad del sistema sanitario con la inevitable certeza del aumento de la esperanza de vida y la cronificación de enfermedades otrora mortales sigue enfrentando a gobierno y oposición. La financiación de la Sanidad es la principal arma arrojadiza, que actúa como un búmeran de diferentes filos según tenga la palabra uno u otro diputado. “Las comunidades autónomas llevamos sufriendo desde hace tiempo una infrafinanciación que resulta insuficiente, más si cabe cuando el gasto va en aumento”, explicó Concepciò Tarruella, portavoz de Sanidad de CiU. En respuesta a estas palabras, Rubén Moreno, homólogo del Partido Popular, aseguró que “el sistema sanitario es de una demanda infinita” pero especificó que “como país no podemos financiar la sanidad a base de créditos”.

El problema de la financiación arrastra varias legislaturas, tal y como reconoció José Martínez Olmos, portavoz de Sanidad del Partido Socialista. “Tenemos que conseguir utilizar todos los recursos para que la innovación no se quede en el camino. La financiación debe ser finalista, porque ya nos ha pasado en más de una ocasión destinar recursos económicos para sanidad que acaban en otras partidas”, aseguró. Sin embargo, para Moreno no es problema de arrojar más madera al fuego si no que el tronco sea de calidad. “El Consejo Europeo ya nos ha dicho que tenemos que ser más eficientes, sobre todo en las partidas que repercuten en el gasto farmacéutico hospitalario”.

Desde la industria, el discurso se centra en la calidad de la salud de la sociedad, aspecto que “tiene unos costes brutales”, según Federico Plaza, director de Goverment Affairs en Roche. “El reto es conciliar el crecimiento de la esperanza de vida con la sostenibilidad y eso significa invertir más en sanidad”, aseguró. Una de las fórmulas políticas para atender la demanda que hizo Plaza es liberar recursos económicos para destinarlos a la innovación, como son las desfinanciaciones de medicamentos para síntomas leves y el impulso al autocuidado o el copago. Sobre esta última medida, Moreno aseguró que ha existido siempre, al tiempo que explicó que el ahorro conseguido tras 22 meses “se debe al uso racional que se hace ahora de los medicamentos más que al aporte económico que hacen los ciudadanos”.

Sin embargo, para Martínez Olmos el copago solo puede generar desigualdad y erigirse como una barrera de acceso al medicamento. “La financiación debe ser con los impuestos”, indicó. Por su parte, Tarruella no se posicionó en contra del copago, pero sí explicó que tal y como está ahora es injusto. “No se puede hacer pagar igual al que cobra 18.001 euros y es crónico que al que cobra 90.000 y no tiene ese problema”, explicó.