Ángela de Rueda Madrid | viernes, 26 de febrero de 2016 h |

En cuanto al clima, la comida, la simpatía… Spain is Different, como reza el eslogan, pero si hablamos de la prestación de servicios como la Atención Farmacéutica (AF), no lo es tanto. Al menos en lo relativo a la calidad o a la capacidad para ofrecerlos. Aunque sí que somos diferentes a la hora de considerar que esos servicios deban ser remunerados a las farmacias por parte de las administraciones. De este modo, —aunque los hay—, son escasos los ejemplos de regiones donde la AF se considera un servicio más de los que el Sistema Nacional de Salud financia.

En este sentido, el pasado fin de semana, la Pharmaceutical Care Network Europa (PCNE) celebró su encuentro anual en Dinamarca. Se trata de una organización que, desde 1994, estimula la investigación en atención farmacéutica en Europa. Esta red cuenta con unos 50 miembros, y España también tiene representación. A ella pertenecen la Fundación Pharmaceutical Care, la Universidad de Granada, la Unidad de Farmacia Clínica de la UB, el Consejo General de COF y, desde esta semana, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac).

Hay que decir que, aunque las comparaciones sean odiosas, no por eso dejan de ser necesarias. Los farmacéuticos en gran parte de Europa están considerados como parte del sistema sanitario. En estos países es un actor necesario y también valorado. Y no solo en el sentido de ‘bien considerado’, ya que su trabajo tiene asignado un precio concreto y por ende, una retribución económica.

Así lo expresa Lola Murillo, vicepresidenta de Sefac, que acudió al simposio. Como explica a EG, aunque hay mucho que aprender de los países más avanzados en AF, reconoce que podemos aprender de algunas regiones de España, como el País Vasco.

Lo cierto es que Murillo muestra admiración ante esos modelos que, como el alemán, reconocen que, cuando un farmacéutico no dispensa un medicamento, está también ejerciendo un papel al “evitar interacciones, ingresos hospitalarios y, por lo tanto, gasto al Sistema Nacional de Salud”, explica. Aunque aclara que “el boticario español esta igual o más preparado que el alemán”.

La AF en Europa

Los sistemas de AF más evolucionados están en Australia, Nueva Zelanda y Reino Unido, donde los servicios asistenciales que presta el boticario están implantados en sus respectivos sistemas sanitarios. En Europa, “hay países con experiencias interesantes”, afirma Julio Andrés Jácome, patrono de la Fundación Pharmaceutical Care y vocal de AF del COF de Ciudad Real. Jácome, que también asistió al PCNE, ha recopilado en un documento para EG la situación de la AF en Europa.

Así, uno de los ejemplos que ofrece es el Dossier Farmacéutico francés, un registro electrónico de medicación que contiene cuatro meses de historial farmacoterapéutico del paciente, y que puede consultarse por cualquier botica gala. Otro caso es Dinamarca, donde las farmacias se certifican mediante auditorías externas, para garantizar la calidad de los servicios prestados. Finlandia incluye a la farmacia en los planes sanitarios de crónicos. Mientras que en Holanda se fomenta la colaboración médico-farmacéutico, con registros integrados, el acceso del boticario a diagnósticos y pruebas de laboratorio, así como a través de revisiones de tratamiento conjuntas, según explica Jácome.

¿Qué falta en España?

Lo primero que debería suceder es que la Administración creyese en el papel que ejerce el farmacéutico comunitario en la atención al paciente crónico, afirma Lola Murillo. De este modo, “el cambio no es por país, sino por el concepto y el valor que tienen estos servicios para la Administración. O cambiamos eso en España, o los pacientes van a salir perdiendo”, defiende Murillo.

El deseo está ahí, como indica Jácome, en cuya comunidad, Castilla-La Mancha, se ha iniciado la Red de Farmacias Centinela. Para Jácome “hay que apostar por los servicios genuinamente farmacéuticos, los relacionados con los medicamentos, que son la esencia de la profesión”. De estos, habría que consensuar y establecer los prioritarios, que serían “el SFT y la revisión de la medicación”, apunta el vocal de AF. Lola Murillo va más allá, y defiende que el cambio de mentalidad se dirige a “proveer a los pacientes de diferentes servicios no directamente relacionados con el medicamento, sino con el conocimiento, eso es un gran cambio” afirma.

Entonces, ¿cómo lograr la implantación de una cartera de servicios en España? “El tándem ‘perfecto’ es que las sociedades científicas marquen los objetivos y la dirección, y que sean los COF y el CGCOF quienes negocien con las administraciones”, concluye Murillo.