Alberto Cornejo Madrid | viernes, 10 de octubre de 2014 h |

Pregunta. No llevemos a engaños al lector. Por bien que te conserves, tú no cumples 20 años, ¿no?

Respuesta. ¡Ya me gustaría! Es Asefarma la que llega a esa edad, y a la que hay que felicitar.

P. O a ti, que también llevas los mismos años que el mobiliario.

R. Así es, porque empecé yo solo en esta aventura. Podemos decir que fui yo quien puso el primer ladrillo.

P. “Veinte años no es nada”. ¿Desmentimos o corroboramos a Gardel?

R. Tenía razón. Dos décadas pasan volando. Al menos, así han pasado estas dos primeras. Si miro atrás, no tengo una retrospectiva de veinte años.

P. Los deseos son para los que están de aniversario, pero yo también tengo uno: conocer cómo se gestó Asefarma.

R. Había terminado la licenciatura de Derecho y trabajaba en un despacho de abogados en Oviedo, pero un tío mío me alertó del overbooking que había en la profesión y me recomendó que me especializase. Le hice caso y me vine a Madrid a hacer un máster de Fiscalidad.

P. Siguiente etapa: Madrid.

R. Aquí en Madrid tenía una hermana que vendía programas informáticos a farmacias y necesitaba un asesor fiscal que informase a sus clientes cómo desgravarse la compra de ordenadores. Era yo quien iba como asesor, eso sí, sin decir que era su hermano. En una de estas visitas, la titular me preguntó muchas más cosas sobre fiscalidad, se las solucioné todas y, tras ello, me pidió si podía llevar la gestión de su botica. Fue la primera y tras ella vinieron otros más.

P. Una duda, ¿consejos vendo que para mí no tengo?

R. Me desmarco de ese dicho. Aquí, los consejos que damos intentamos aplicarlos también en nuestra vida diaria.

P. Acostumbrado a darlos, ¿cuál es el mejor que has recibido?

R. “Ten siempre tiempo para pensar”. Me dieron este consejo mientras realizaba el máster de Fiscalidad. Pienso que si te come el día a día, jamás podrás analizar las situaciones con la perspectiva necesaria.

P. Y el que tú das a tus hijos es que se hagan farmacéuticos, ¿verdad?

R. Así es. Aunque soy abogado, me parece una profesión preciosa para ejercer.

P. Pero dejémoslo claro: no es una imposición, solo ‘asesoras’, ¿verdad?

R. Exacto. De hecho, mi hijo mayor está estudiando Ingeniería y no hay forma de cambiar su parecer. En cambio, con mi hijo mediano es posible que sí lo consiga.

P. Como experto fiscal, ¿cuando llegan las campañas de la Renta te salen amigos como con los donettes?

R. Tengo mi grupo de incondicionales a los que se la hago todos los años, entre los que están amigos y clientes, y no puedo abrir más el círculo.

P. El círculo de tus aficiones se extiende por el tenis, fútbol sala, esquí, vela… ¿Cómo gestionar todo esto en tu tiempo libre?

R. Se gestiona bien porque juego todas las semanas al tenis y en el equipo de futbito del Colegio de Abogados de Madrid, mientras que la vela y el esquí quedan reservados para las vacaciones. Aunque la mayor afición es disfrutar de mis cuatro hijos.

P. ¿Tirar de autogestión?

R. Hay tiempo para todo, sobre todo si lo optimizas bien.

P. Esto se acaba y solo yo he pedido un deseo. Te toca el turno.

R. No soy muy exigente. Solo deseo que cuando cumplamos las bodas de plata sigamos siendo igual de queridos por los farmacéuticos.

En 1994, año en el que Indurain ganaba su cuarto Tour, en el que se estrenaba Pulp Fiction, en el que los periódicos ya hablaban de liberalización (de las telecomunicaciones) o en el que Arafat, Rabin y Peres recibían el Premio Nobel de la Paz, Carlos García-Mauriño (Oviedo, 1966) fundaba y se ponía al frente de Asefarma, asesoria especializada en el sector de oficinas de farmacia.