Alejandra L. Souza Madrid | viernes, 29 de enero de 2016 h |

“Cada vez los oncólogos son más gestores y los farmacéuticos de hospital más clínicos”. Con esta frase resumía Miguel Ángel Calleja, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), el cambio que ha tenido lugar a raíz de la crisis económica y por el cual ambos profesionales están obligados a entenderse en favor del paciente y de la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud.

Aunque con algunos matices, tanto la Sociedad Española de Oncología (SEOM) como la SEFH ponen de manifiesto la necesidad de que cada vez haya más cercanía entre ambas figuras en el día a día, rompiendo “líneas rojas”, como comentó Ruth Vera, vicepresidenta de la SEOM, durante la ‘VI Jornada de Excelencia en FH: Una visión de 360º en Oncología’, que contó con el apoyo de Merck y la Fundación Salud 2000. La primera colaboración en este sentido entre ambas sociedades científicas podría ir en la línea de la adaptar los sistemas de medición del valor de un fármaco que ya han establecido las sociedades de oncología europea (ESMO) y americana (ASCO), como comentó Calleja. “Medir qué valor está aportando un fármaco es complejo pero debemos llegar a modelos únicos para no generar problemas de equidad”, señaló Vera.

Cambio de mentalidad

Lo que queda claro es que la innovación terapéutica que se está produciendo en el campo de la Oncología hace necesario cambiar las fórmulas tanto de diseño de los ensayos clínicos como de fijar precios. Para Eduardo Díaz Rubio, jefe de Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Clínico San Carlos, la fórmula clásica, a través de la cual la industria negocia con las agencias del medicamento basándose en un análisis de la mediana o la tasa ratio de un estudio, “resulta insuficiente”, especialmente con los avances que vienen en inmunooncología, ya que es fundamental contar con otras variables como los largos supervivientes.

A la hora de poner precio, Ana Clopés, jefa del Servicio de Farmacia del Instituto Catalán de Oncología, hizo hincapié en la necesidad de plantear la toma de decisiones en función de la definición de valor, por lo que estos criterios se deberían incorporar a la hora de fijar un importe, no a la hora de incluir el fármaco en una guía de práctica clínica. “La tendencia es inflacionista. Seguimos en un entorno de crisis pero, sin embargo, nuestros pacientes van perdiendo esa percepción de dificultades económicas del sistema”, apostilló. En este entorno apostó por un modelo de gestión clínica, orientado a resultados, en el que los profesionales estén incorporados a la toma de decisiones, siendo fundamental la interdisciplinariedad y los sistemas de información y contando con un modelo interterritorial que asegure la equidad y la derivación.

Desde la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), el jefe del Departamento de Medicamentos, César Hernández, hizo hincapié en que, tal y como está montado el sistema, se está profundizando en las dificultades de acceso a la innovación por lo que su apuesta es actuar desde un entorno europeo. “Alemania fija el primer precio de un fármaco. Se trata de un precio muy alto que nos hace ir a los demás países con la lengua fuera y por detrás negocia un precio más bajo. Así compramos caro para que Alemania consiga un precio más bajo”, insistió.

La utilidad de los informes de posicionamiento terapéutico (IPT) fue una de las cuestiones que más se debatieron durante el encuentro. Así, desde el punto de vista de los oncólogos es necesario que se respeten las directrices de estos documentos, que no se modifiquen en las comisiones de farmacia. Mientras, desde la visión de la Farmacia Hospitalaria se pide que se incluya un informe económico y que se concreten más para posicionarlos. “No medimos de forma adecuada los resultados en salud, no sabemos si la variabilidad clínica influye en los mismos. Es necesario un registro nacional al respecto y desde la SEFH vamos a impulsar estudios con los nuevos fármacos en la vida real”, concretó Calleja. En este punto José Luis Poveda, jefe de Servicio de Farmacia del Hospital La Fe, de Valencia, apostó además por tener en cuenta el ciclo de acceso del medicamento pero también el de retirada, valorando la desinversión y teniendo en cuenta el coste oportunidad. “El IPT es una parte del camino pero no somos capaces de comparar, debemos avanzar hacia informes europeos más allá de la eficacia y la seguridad”, especificó Hernández al respecto.

En alusión a los registros de pacientes el director de la Aemps indicó que no se deben utilizar como un “mantra más” para justificar que el precio de los fármacos sea cada vez mayor. Por su parte, Irene Mangues, del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Universitario Arnau de Vilanova, consideró fundamental que esos registros se realicen desde la prescripción, y si bien cuentan con un mecanismo de facturación, el objetivo es conocer los resultados en salud, repercutiendo en la toma de decisiones y generando conocimiento. “¿Cómo es posible que un sistema sanitario necesite a Farmaindustria para poner de manifiesto el consumo de medicamentos? Nosotros mandamos los datos pero el sistema no los registra. Es una promesa pendiente del ministerio”, planteó Poveda sobre esta cuestión.

¿Hay falta de equidad?

El debate sobre si hay falta de equidad o simplemente se trata de variabilidad clínica se planteó durante la jornada a cargo del análisis que Poveda realizó de la encuesta a oncólogos que la SEOM presentó recientemente, donde se ponían de manifiesto datos como que el 37,8 por ciento de los encuestados detectaba barreras de acceso a los medicamentos.

Tras desgranar las cifras y compararlas con su experiencia, el expresidente de la SEFH concluyó que, con la información de la que se dispone no se puede asegurar que haya inequidad. “Hay variabilidad, pero no sólo en el acceso a fármacos, también en la práctica clínica”, apostilló. En este punto discrepó la vicepresidenta de la SEOM. “No podemos quedarnos en la complacencia de que no hay problemas de equidad y acceso. No queremos ser alarmistas pero si no vemos nuestras propias ineficiencias no las podremos solucionar”, concluyó Vera.

21.000-24.000 euros por AVAC (Años de Vida Ajustados por Calidad) es el umbral de coste efectividad en España para los fármacos que ha establecido un estudio encargado por el Ministerio de Sanidad al Grupo de Investigación del Servicio Canario de Salud. Los expertos señalaron que estos umbrales no se están utilizando actualmente en nuestro país y que deberían fijarse.