Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 24 de junio de 2016 h |

La ministra de Salud de Holanda, Edith Schippers, se ha llevado el gato al agua con su doble propuesta para encontrar un nuevo equilibrio en el sistema farmacéutico europeo: conseguir que la Comisión Europea realice un análisis en profundidad de los incentivos regulatorios al sector farmacéutico y promover un cambio de mentalidad en los estados. Sin renunciar al principio de subsidiariedad, la idea de que la unión hace la fuerza ha calado entre los miembros de la UE, tal y como quedó claro en el Consejo de Ministros de Salud (EPSCO) celebrado el pasado 17 de junio. Varios de ellos han comenzado a agruparse con sus vecinos formando, hasta ahora, tres grupos diferenciados: al partenariado de los países del Benelux para pilotar una negociación conjunta de precios en medicamentos huérfanos ya se ha sumado Austria; Rumanía y Bulgaría prosiguen una colaboración que comenzó en el año 2015; y España podría hacerlo en breve con Portugal.

El director general de Cartera Básica de Servicios del Sistema Nacional de Salud y Farmacia, Agustín Rivero, viajará a Lisboa a principios de julio para concretar una posible negociación conjunta de precios que originariamente se planteó para vincular a cuatro países: España, Portugal, Italia y Grecia. Este último país fue descartado por considerar que la situación que atraviesa no es la idónea para una negociación de este alcance; y las autoridades españolas achacaron una gran opacidad y falta de transparencia por parte del gobierno italiano, lo que finalmente ha dejado en dos el número de jugadores.

El camino es todavía largo para que las negociaciones fructifiquen, ya que para ello es necesario el visto bueno de quien consiga formar gobierno en España. Con independencia de ello, las autoridades sanitarias de los dos países prosiguen sus acercamientos conscientes de que los beneficios para ambos son evidentes. Juntos, sumarían una población de casi 60 millones de habitantes, lo que a la hora de negociar les situaría a la altura de Reino Unido, Francia o Italia.

Este volumen resulta interesante para España, y más todavía para Portugal, que con unos precios superiores a los españoles (sus autoridades han propuesto de hecho formar parte de la central de compras española) podría tener acceso a niveles de precio similares a los de un país de gran tamaño. Además, Portugal gasta mucho en importación de fármacos, lo cual podría beneficiar a la industria radicada en España. Por último, esta alianza se vería favorecida por el propio comportamiento del sector farmacéutico. Muchas compañías trabajan para toda la península, sin diferenciar entre los mercados español y portugués.

Los estados deciden

No es la única oferta que España ha recibido para formar parte de un núcleo más grande a la hora de negociar precios. Holanda ha intentado en varias ocasiones que nuestro país forme parte de su proyecto piloto. Sus esfuerzos, no obstante, se han visto truncados al no verse garantizada la presencia de un representante español en las negociaciones. De momento, el piloto holandés cuenta con un miembro más (Austria), y varios países más están interesados en sumarse, según confirmó Schippers en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de Salud.

La experiencia que se pilota desde Holanda ha demostrado las dificultades de integrar y comparar los diferentes sistemas nacionales, pero también que esas dificultades son salvables. De hecho, el proyecto se encuentra ya en fase de negociación de precios con una compañía farmacéutica.

En lo que de momento están de acuerdo todos los estados (tanto los que ya participan o están interesados en participar en algún proceso de negociacón conjunta como los que no) es que la cooperación no debe ser vinculante y que debe mantenerse exclusivamente en el ámbito de los estados miembro. Es decir, gana puntos la transparencia ‘entre iguales’, pero se mantiene la reticencia a que la Comisión Europea participe en actividades de precios y reembolsos.

Todos los representantes del EPSCO señalaron también la importancia de que futuras presidencias ahonden en el camino iniciado. Desde el 1 de julio le corresponderá a Eslovaquia.

“En política farmacéutica queremos lanzar un mensaje político firme de que es necesario un cambio en la manera en que actualmente funciona el sistema farmacéutico”. Esta frase de Edith Schippers confirma la sensación de que la reunión del EPSCO fue un hito del que se pueden derivar importantes consecuencias en la política farmacéutica europea. Holanda consiguió sacar adelante su propuesta de analizar en profundidad los incentivos al sector y su impacto en la innovación, el acceso y los precios de los medicamentos, pero no cuenta con un apoyo incondicional de todos los estados, ni de la Comisión Europea.

La petición del comisario de Salud, Vytenis Andriukaitis, de no generar “incertidumbres innecesarias” sobre unos mecanismos diseñados para apoyar el empleo y la inversión en el sector tuvo su eco en algunos países. Alemania se mostró de acuerdo con las conclusiones aunque manifestó “ciertas dudas” al respecto. “No nos gusta la crítica general al sector farmacéutico”, señaló su representante, que pidió que el análisis “no prejuzgue” a la industria. Por su parte, el secretario general de Sanidad en funciones de España, José Javier Castrodeza, pidió un esfuerzo adicional en la definición de palabras como “innovación” y “accesibilidad” para contribuir a la sosteniblidad de los sistemas sanitarios.