Alberto Cornejo Madrid | viernes, 31 de octubre de 2014 h |

Sorpresa, con una buena dosis de indignación, ha causado en la profesión farmacéutica que un informe de la Organización Médica Colegial (OMC) abogue por la liberalización del sector de oficinas de farmacia en respuesta a su “monopolio artificial”, y que incluso cuestione en cuánto se podría cuantificar el ahorro si desaparecieran estos establecimientos. Sin embargo, no se puede calificar de sorpresa que en este informe también se alerte de los riesgos y costes que implica el avance asistencial del farmacéutico, ya que no deja de ser el enésimo ataque que desde la OMC se realiza contra prácticas como la atención farmacéutica (AF).

En la última década, la OMC ha disparado contra “todo y todos” que tengan alguna relación con la misma. Ataques que han tenido como objetivo a profesionales a título particular, como el que sufrió Manuel Machuca, boticario pionero en AF, al que la OMC dedicó la portada de su revista siendo catalogado como “el farmacéutico que quería jugar a ser médico”. ¿El motivo? El hecho de detectar un problema de medicación en un paciente y comunicárselo a su facultativo de cabecera. ¿Algo lógico?

Las hemerotecas también destacan ataques contra colectivos regionales, como el que sufrieron los colegios farmacéuticos extremeños por parte de sus homólogos médicos, quienes denunciaron ante los tribunales el concierto regional de prestaciones farmacéuticas firmado con su consejería de Salud por atribuir nuevas competencias asistenciales a los boticarios. Unas nuevas atribuciones que, por cierto, respaldaron dichos tribunales.

Como ha ocurrido ahora con su reciente informe sobre el sector farmacéutico, en ocasiones pasadas la OMC ha plasmado ‘negro sobre blanco’ su postura en torno a la AF a través de documentos oficiales. Ya en 2003, coincidente con la constitución en España de los primeros organismos que velaban por el desarrollo de esta práctica (como el Foro de Atención Farmacéutica en Farmacia Comunitaria), la OMC emitió una ‘Declaración sobre la Atención Farmacéutica’. En ella se plasmaba la “inquietud” que provocaba en el colectivo médico la implantación de la AF en el Sistema Nacional de Salud (SNS) y se denunciaba que el farmacéutico “carece de conocimientos, formación práctica, adiestramiento, autorización social y responsabilidad legal indispensables para establecer una relación clínica con el paciente”. Lejos de acabar ahí, no solo consideraban esta práctica “innecesaria”, sino que “debilita o anula” los efectos de la terapia farmacológica” y supondría “una pesada carga económica” al SNS.

Cabe recordar que en 2003 la AF todavía se encontraba en pleno proceso de gestación teórica y práctica en España, por lo que el desconocimiento de causa que por aquel entonces existía sobre su potencial sanitario podría exculpar a la OMC de las opiniones vertidas. Sin embargo, una década después, el informe de la máxima organización médica sigue incidiendo en muchas de esas cuestiones. Por ejemplo, en el documento conocido el 22 de octubre ‘repite’ que “el seguimiento farmacoterapéutico (SFT), encuadrado en la atención farmacéutica, no debe interferir en la pauta terapéutica elaborada por el médico, de tal forma que se evite la confusión en el paciente y el distanciamiento en la relación entre ambos”. Asimismo, la justificación económica vuelve a la palestra diez años después: “¿está dispuesta la Administración Pública a asumir un gasto añadido por competencias a compartir por dos tipos de profesionales?, cuestiona la OMC.

A pie de consulta y mostrador

La opinión oficial de la OMC respecto a la AF se contradice con las múltiples experiencias existentes de práctica colaborativa ‘a pie de consulta y mostrador’ entre médicos y farmacéuticos. Sobre el terreno, los primeros reconocen la ayuda que ofrecen los segundos en la atención integral al paciente, mientras que éstos los mantienen permanentemente informados de los resultados que se obtienen con el seguimiento periódico.

¿Cómo explicar entonces ese abismo de pareceres entre despachos y consultas? Si bien Machuca da por “olvidado” su affaire con la OMC, cree que la respuesta podría hallarse en que “los colegios profesionales están enfermos de sectarismo y anteponen los intereses propios de su gremio a los de los pacientes, es decir, a los de la sociedad”. Más en concreto, este farmacéutico, que también ostenta la presidencia de la Sociedad Española de Optimización de la Farmacoterapia (Sedof), cree que la OMC no desea intromisiones en la supervisión sanitaria del paciente que siguen considerando “su campo exclusivo” y por ello actúan así “con la anuencia de las autoridades sanitarias”.

Especialmente relevante es el parecer respecto a esta polémica existente en el seno de la Red Española de Atención Primaria (REAP), al tratarse de una sociedad científica que integra a médicos, farmacéuticos y enfermeros de este nivel asistencial. “La perspectiva de la REAP es que el médico de primaria es el coordinador de la atención al paciente de todo el equipo de profesionales, ya sean especialistas, enfermeras o farmacéuticos, y que, por tanto, hay que implantar modelos de gestión que faciliten esa coordinación, incluida con el farmacéutico comunitario”, expone a EG Rosa Magallón, su presidenta.

Más en concreto, respecto al informe de la OMC Magallón (médica de profesión) cree que “su interpretación literal puede insinuar un cierto corporativismo que no creemos que corresponda a la realidad y que no compartimos”. Por su experiencia, estima que “el hecho de que la AF no esté integrada en el sistema sanitario, como tal, hace que se perciba como un elemento ajeno al mismo por parte de los médicos”. Asimismo, no cree que posibles funciones a realizar desde las boticas como el SFT contribuyan al distanciamiento en la relación médico-paciente. “Lo que puede crear confusión y distanciamiento es que se trabaje de manera descoordinada y ajena a la perspectiva del otro profesional”, dice.

Por opiniones así, el informe de la OMC demuestra la capacidad ‘aislante’ que pueden tener las paredes de un despacho respecto a las opiniones a pie de calle. Al menos en lo que respecta a la práctica colaborativa y el desarrollo de la AF en beneficio de un paciente “que no es de nadie”, recuerda la farmacia.

Lejos de enrocarse tras verse ‘sorprendidos ‘ por el informe sobre el sector farmacéutico hecho público por la Organización Médica Colegial (OMC), los farmacéuticos españoles siguen insistiendo en la necesidad de que los profesionales sanitarios colaboren con un objetivo común: el paciente. Así, y a pesar de sentirse molestos con un informe hecho público durante la celebración del XIX Congreso Nacional Farmacéutico (aunque el documento era conocido con anterioridad) que, por ejemplo, carga contra el modelo mediterráneo de farmacia (“monopolio artificial”), desde el colectivo farmacéutico consideran que esta postura de la máxima institución médica es algo que “se debe resolver, porque el proceso de práctica colaborativa es un camino que ya se ha empezado y no tiene retorno”. Así lo manifestaron los farmacéuticos durante el pleno del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos celebrado el pasado 29 de octubre, en el que este tema fue uno de los grandes protagonistas.

A este respecto, cabe destacar que durante el pleno se volvió a reiterar que “hay mucho trabajo por hacer y no es el momento de desperdiciar la colaboración de todos”. Eso sí, para evitar cualquier equívoco resaltaron que “los farmacéuticos tienen muy claro los límites que marca la Ley de Garantías: quien prescribe no puede dispensar y quien dispensa no puede prescribir”. Eso sí, sobre este particular, desde el colectivo se remarca que los tiempos han cambiado y que “antes la gestión clínica solo era un tema de los médicos, pero ahora cuando hablamos de gestión clínica se habla también de gestión clínica enfermera o de farmacia, eso sí, teniendo muy claro que cada colectivo debe actuar dentro de sus competencias”.