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C. S., RSC | viernes, 11 de septiembre de 2015 h |

África, el continente de los 54 países, el de los contrastes, el de la riqueza y la pobreza. En el corazón del territorio, se encuentra República Democrática del Congo (RDC), un país con 67 millones de habitantes, un PIB que creció un 6,5 por ciento en 2014 respecto al año anterior y una esperanza de vida que se sitúa en torno a los 50 años.

Su capital, Kinshasa, tiene cerca de nueve millones de habitantes y una situación sanitaria que se divide en: 15 hospitales públicos con un mantenimiento deficiente y siete hospitales privados. Una ciudad en la que el cinco por ciento de la población está contagiada por VIH y donde la mortalidad materna se sitúa en alrededor de 81 muertes por cada mil nacimientos.

Con un panorama similar como el que se acaba de plantear, nació en 1991 el Hospital Monkole. Al principio, fue solamente un pequeño dispensario orientado a la población de un área marginal de la ciudad de Kinshasa que, con el paso del tiempo y el aumento de la demanda de población desfavorecida, fue creciendo hasta que en 2007 se comenzó la construcción de un hospital de 15.000 m2”, explica Álvaro Perlado, director general adjunto.

Como destaca su director, el centro tiene una misión social y su cartera de servicios está orientada principalmente a las necesidades de esta población que se engloban en las áreas de ginecología, pediatría, medicina interna y cirugía.

Desde su creación hasta 2010, el centro contaba con un quirófano, el hospital de día y el box de urgencias, las cuatro áreas mencionadas —en total 55 camas— y el servicio base. En total, 3.000 m2. Ya desde mediados de 2014, tienen disponibles y terminados 10.000 de los 15.000 m2 y 111 camas disponibles. “En la actualidad, tenemos un volumen de 80.000 visitas anuales y la tasa de ocupación va en aumento desde la apertura de la nueva fase”, apunta Perlado.

Sin duda, el objetivo prioritario es “proporcionar al sistema de salud congolés un nuevo modelo de hospital con estándares de calidad europeos adaptados al contexto africano, facilitando el acceso a todo tipo de pacientes, sea cual sea su condición socio-económica”, tal y como subraya Perlado. A esto se suma que este proyecto es “una plataforma de formación sanitaria para los profesionales de la salud y de gestión y desarrollo de proyectos con impacto en salud comunitaria”.

Y ¿cuál es el siguiente paso? Según con Perlado, se espera que a medio plazo pueda finalizar la construcción del centro y consolidar su gestión aunque, como precisa, es “un aspecto complicado, debido a las difíciles condiciones del entorno como son las infraestructuras públicas precarias, el nivel de formación del personal, logística y condiciones de aprovisionamiento, etc.”.

El impacto de la RSC

Para que el proyecto haya llegando hasta donde está, ha sido necesaria la colaboración. Así, en este sentido, Perlado hace especial hincapié en la importancia que ha tenido, y tiene, la RSC en el proyecto Monkole y resalta que ha contribuido a que el centro haya mejorado, hecho sus servicios extensibles a la población más necesitada y sea ahora más dinámico.

“Por ejemplo, gracias a la RSC —concretada a través del programa ‘MSD for Mothers’ (una iniciativa para crear un mundo en el cual ninguna mujer muera por complicaciones del embarazo o del parto), Monkole ha podido atender a la población materno-infantil de más de 20 hospitales y maternidades, 9.000 madres han podido hacerse controles prenatales periódicos (consultas, ecografías, seguimiento de embarazo), unas 9.000 han recibido suplementos médicos y vitamínicos para combatir la malaria y la anemia y más de 4.000 adolescentes han sido sensibilizados en cuidados prenatales”, agrega.

Según el experto se está avanzando en este campo, porque el sector privado mira cada vez más las necesidades reales de las personas de países menos desarrollados. “Aunque de entrada, quizás, puedan hacerlo con ‘visión de negocio’, cada vez muestran más sensibilidad social, ante los problemas de las personas”. Así, señala el ejemplo del programa ‘MSD for Mothers’, en donde se hace especial hincapié en que las acciones tengan impactos reales en la población.

“Esto es significativo, porque el objetivo de la organización en este caso es que la población se beneficie al máximo de las acciones de los proyectos que se financian, digamos que la visión de negocio está relegada, es más, eliminada, pues los intereses son claramente sociales y altruistas, primando la eficacia social de las acciones que se implementan”, apostilla Perlado, antes de profundizar en cuáles son los principales retos que deberían superar las empresas del sector para acercarse más a la responsabilidad social.

“Los resumo en tres retos: conocer más a fondo las necesidades de los países en vías de desarrollo, implementar políticas empresariales con enfoque social y ejecutadas por equipos de profesionales especializados en temas de cooperación, desarrollo, ayuda social, etc. y romper la resistencia a implementar acciones en países cuya situación sanitaria es precaria debido a los bajos índices de desarrollo”, concluye el especialista.

En 2013, el centro hospitalario Monkole atendió a alrededor de 100.000 pacientes y realizó 604 operaciones quirúrgicas, 3.453 ecografías, 1.423 transfusiones y 211 cesáreas. Cuenta con 306 empleados y de entre los servicios que ofrece destacan las consultas de ginecología, pediatría con cuidados intensivos y neonatología, medicina interna, cirugía (con dos quirófanos), hospital de día y urgencias 24h; el laboratorio —parasitología, hematología, bioquímica y bacteriología—, farmacia, banco de sangre y diagnóstico por imagen; atención de tres antenas-dispensarios en zonas periféricas de Kinshasa —Eliba, Kimbondo y Moluka— y su escuela de enfermería y Centro de Formación Continua para profesionales de la salud (CEFA). Además, tiene en marcha actividades de prevención y educación sobre VIH, paludismo y tuberculosis, formación profesional de todo el personal del hospital y un programa de nutrición de niños en los dispensarios.