Marta Riesgo Madrid | viernes, 24 de junio de 2016 h |

Reino Unido ha lanzado en las urnas un rotundo ‘no’ a la Unión Europea. Un ‘no’ que, además de provocar la dimisión del primer ministro británico, David Cameron, llena de incertidumbre la situación económica y política del país y, por consiguiente, también de la industria farmacéutica británica. Las compañías y patronales del sector, tanto británicas como europeas, llevan meses haciendo campaña por la permanencia en la UE. El objetivo: luchar por mantener el acceso y la fortaleza del tejido industrial farmacéutico a nivel europeo.

Las reacciones a esta sorprendente decisión no han tardado en llegar. El CEO de la patronal de la industria farmacéutica británica (Abpi), Mike Thompson, asegura que estos resultados “crean retos inmediatos para la futura inversión, para la investigación y el trabajo de nuestra industria en el Reino Unido”. No obstante, apunta, “estamos comprometidos en trabajar de forma estrecha con el Gobierno británico para acordar qué pasos deben tomarse para enviar una fuerte señal de que el Reino Unido está abierto a los negocios”.

Y es que son muchas las compañías que se juegan su futuro en esas negociaciones y que esperan que, en ellas, se pueda alcanzar un consenso para que la separación sea lo más amistosa posible. De hecho, fuentes internas de la compañía británica AstraZeneca, han asegurado a EG que, “aunque nosotros creemos que quedarse dentro de la UE hubiera sido lo mejor para el interés de los pacientes, nuestra industria y nuestra empresa, respetamos la decisión democrática alcanzada en este referéndum”. En este sentido, apunta, “se abre ahora un período de transición y negociación entre todas las partes interesadas, en el que la compañía va a trabajar para salvaguardar la competitividad de la industria de las ciencias de la vida y garantizar un acceso acelerado de los pacientes a medicamentos innovadores” en todo el mundo.

Por su parte, la presidenta de GSK para Iberia e Israel, Cristina Henríquez de Luna, asegura a EG que, aunque el resultado del referéndum de la UE “nos crea incertidumbre y complejidad de cara a futuro, no anticipamos un impacto negativo para la empresa, ni en los resultados del grupo ni en nuestra situación financiera”. De este modo, explica que su compañía seguirá trabajando con normalidad durante este proceso y de forma estrecha con todos sus socios y colaboradores. Así, apunta que la prioridad de GSK “sigue siendo asegurar el acceso de los pacientes a nuestras medicinas, vacunas y productos para el cuidado de la salud en todo el mundo.”

Espacio Económico Europeo

Quizás el interrogante más importante para la industria farmacéutica que se plantea de cara a esas negociaciones es: ¿permanecerá Reino Unido en el Espacio Económico Europeo? Si la respuesta es positiva, entonces las incertidumbres que existen sobre el sistema de aprobación de medicamentos dejan de tener sentido porque las aprobaciones centralizadas también se aplican a los países que están dentro del EEE.

No obstante, ni formar parte de este espacio puede solventar las dudas relativas a las inspecciones, desarrollo de ensayos clínicos y trabajos que Reino Unido desarrolla con el resto de los estados en torno a los proyectos de acceso acelerado a medicamentos, como las licencias adaptables que se están pilotando ahora, las tarifas, etc.

Precisamente la UE se encuentra ahora en negociaciones con Estados Unidos para armonizar esta serie de trámites en ambos lados del charco e incluirlas en el Tratado de Comercio e Inversión (TTIP). Reino Unido quedaría automáticamente fuera de estas negociaciones y, por tanto, no lograría obtener esta armonización que se negocia actualmente.

En lo que se refiere a las inspecciones, las realizadas por las autoridades sanitarias británicas, la MHRA, ya no serían vistas válidas por el resto de estados miembro de la UE, lo que podría derivar en la necesidad de realizar inspecciones adicionales por parte de la UE en las instalaciones de la industria farmacéutica en Reino Unido.

Este país también se quedará fuera de todos los proyectos europeos en materia de investigación y desarrollo. El daño en este ámbito es cuantioso. De hecho, tal y como señalan académicos de la Universidad de Cambridge, después de Alemania, el segundo mayor beneficiario de fondos de la UE para la investigación, incluyendo en ciencias de la vida, es Reino Unido y, señalan los mismos expertos, queda por saber si el Gobierno británico será capaz de tapar ese agujero a nivel de investigación.

El Reino Unido es también el principal destino de la UE para los fondos de capital de riesgo. Según la Asociación BioIndustry de Reino Unido (BIA), entre 2005 y 2015, el sector de la biotecnología del Reino Unido superó los 924 millones de libras de ofertas públicas iniciales y los 2.400 millones de dólares de capital riesgo. Esto hace que la industria tenga que andar con pies de plomo para no socavar la confianza del inversor.

Las exportaciones son seguramente la principal preocupación para el tejido empresarial de Reino Unido. La Unión Europea representa el 56 por ciento de las exportaciones farmacéuticas de este país, lo que se traduce en unos 53.000 millones de libras anuales. De hecho, podría entrar en la categoría de ‘tercer país’ a la hora de exportar e importar, como es en este momento Estados Unidos. De este modo, los medicamentos fabricados en Reino Unido podrían tener que ser importados a la UE con unas pruebas de importación auxiliares y más controles de calidad y seguridad.

Hay otras consideraciones de menor importancia a nivel económico pero que también tendrán impacto en el sector. Por ejemplo, la sede central de la Agencia Europea del Medicamento se encuentra actualmente en Londres, con lo que tendría que realizarse un cambio. Además, el Reino Unido también podría perder gran parte de su influencia en los debates sanitarios europeos, donde organizaciones como el Instituto Nacional de Salud (NICE) han jugado hasta ahora un papel bastante destacado.