Alberto Cornejo Madrid | viernes, 22 de enero de 2016 h |

Los hay novelistas, poetas, ensayistas y columnistas. Los hay con dedicación plena —habiendo obtenido los más importantes reconocimientos del gremio— y quienes se asoman al ‘negro sobre blanco’ de forma esporádica o con fines solidarios. Los hay españoles y, cómo no, internacionales. Todos ellos con un denominador común, y no precisamente el arte de la Literatura (que también). Dado que usted habrá empezado a visualizar este artículo como dicta la lógica, por su titular, poco margen queda para la sorpresa. Es la Farmacia su nexo original y todos ellos principales estandartes de la cada vez más abundante ‘letra de farmacéutico’.

Quien puede considerarse —por obra y galardones— principal referente hispano de boticarios escritores, o viceversa, y Premio Nacional de las Letras Españolas en 2006, Raúl Guerra Garrido, suele recordar que en una época en la que receta electrónica está acabando con la famosa “letra de médico”, cada vez es más abundante y perseguida en las librerías otra letra sanitaria: la de farmacéutico.

Por acotar el repaso a la hemeroteca más reciente, se puede citar desde su propia novela Ni heroes ni nada (1969) con la que estrenaba su produccion literaria el también Premio Nadal en 1976 (por Lectura Insólita del Capital), a El Guacamayo Rojo, última novela en la calle del boticario sevillano referente de la Atención Farmacéutica nacional Manuel Machuca, a la más reciente publicación de Hidra Verde, antología de relatos escritos por diecisiete farmacéuticos hispanoamericanos de siete países diferentes —cinco españoles— y diversos ámbitos de ejercicio profesional. Un proyecto que aglutina Farmacia y Literatura a los dos lados del charco que ya tuvo un precedente en Relatos de Farmacéuticos.

Ahondando en este repaso, surgen más exponentes. Por ejemplo, el subdirector general de Calidad de Medicamentos saliente del Ministerio de Sanidad, Carlos Lens; la catalana Rosa Fabregat (asimismo habitual columnista en medios regionales), Reyes García-Doncel (que combina con la enseñanza de Biología), Javier García Maldonado, José Vélez, Javier Puerto, Pedro Santos (rostro del blog ‘El Buho entre libros’) Daniel de María con su solidaria novela Sueños de cristal… Y tantos otros, como aquellos que integran otro de los ejemplos que, con su mera existencia, corroboran la estrecha relación entre ambos campos: la Asociación Española de Farmacéuticos de las Artes y las Letras (Aefla). Una suerte de “reunión de amigos creada al calor de la curiosidad, el conocimiento y la belleza de estas artes”, confirma Guerra Garrido, a la sazón su actual presidente.

De esta incursión de farmacéuticos en la literatura no solo se benefician sus lectores o los destinatarios de sus recaudaciones benéficas. Hasta la biblioteca del mismísimo Congreso de los Diputados se aprovecha de ello. Sus estanterias lucen la colección Biografias de parlamentarios del citado Guerra Garrido y Enrique Granda (director del Observatorio del Medicamento de FEFE) y ya guarda hueco para recibir un próximo diccionario sobre los 122 compañeros de profesión que han sido diputados.

El Ateneo de Madrid, testigo

Buena parte de estos farmacéuticos con vocación de escritores se juntaron el 19 de enero con el Ateneo de Madrid como ‘testigo’ del encuentro y con la ‘excusa’ de la presentación en la capital de España de Hidra Verde. Sus 17 autores han cedido los beneficios por derechos de autor a proyectos de cooperación farmacéutica en Hispanoamérica.

Como señala a EG Manuel Machuca, uno de los coordinadores de la obra, “es un libro de escritores farmacéuticos pero no de Farmacia; aunque las historias sí presentan guiños a esta profesión, bien porque el protagonista es farmacéutico, se toma un medicamento…”. Para no revelar su contenido y parafraseando a una conocida presentadora televisiva, hasta aquí podemos leer. El resto se lo dejamos, y recomendamos, a ustedes.