Jordi Faus
Abogado y socio de Faus & Moliner
| viernes, 04 de abril de 2014 h |

El fin de semana pasado vi Dallas Buyers Club, una película dura e imprescindible para quienes tengan interés en la industria farmacéutica. Antes leí en EG las declaraciones de Silvia Gartner, del Hospital Vall d’Hebron explicando los avances en el tratamiento de la fibrosis quística y lamentándose de que un fármaco eficaz contra esta no esté en España.

En Dallas Buyers Club podemos ver la fuerza de los pacientes de SIDA alarmados por la situación en que se encontraban cuando la investigación estaba empezando. La película puede generar un sentimiento de rechazo hacia las compañías que promovían ensayos clínicos para dar con la dosis razonable de AZT, pero a medida que avanza, el papel del malo lo asumen los aduaneros que dificultan la entrada de productos no aprobados en Estados Unidos por la FDA.

El guión dedica dos escenas interesantes a ambos. En la primera, Roy Woodrow (Matthew McConaughey) es retenido en la frontera al pretender introducir gran cantidad de medicamentos alegando que son para tratar pacientes identificados en unas recetas que lleva consigo. Roy se había llevado las recetas de la consulta de la doctora Eve Sacks (Jennifer Garner), y las había rellenado con nombres de jugadores de los Dallas Cowboys. El aduanero le pregunta si puede probar que los nombres son de pacientes reales; y Roy le pregunta: ¿puede probar que no lo sean?

En los estados de derecho, las relaciones entre la administración y los ciudadanos se basan en este principio: si el funcionario quiere impedir alguien hacer algo tiene que probar que su conducta represiva está legalmente justificada. Cuando se discute si una empresa puede empezar a vender a los hospitales su producto a precio notificado antes de que el ministerio haya decidido sobre su reembolso y precio máximo, ¿qué puede esgrimirse para impedirlo?

En la segunda escena, el juez que desestima la demanda de Roy aprovecha para lanzar duras críticas a la FDA, a quien acusa de anteponer sus intereses a los de los pacientes. La película concluye con un homenaje a la industria y a sus esfuerzos en la investigación contra el Sida. Los créditos finales explican que una vez concluidos los ensayos, las terapias combinadas que incluyen una dosis menor de AZT han salvado la vida a millones de personas.

Volviendo a las declaraciones de Gartner, el medicamento al que se refería tratándose de un producto evaluado por la EMA y autorizado por la CE, ya está aprobado en España. Lo que sucede es que Sanidad no ha decidido aún acerca de su inclusión en la prestación farmacéutica y su precio. En España, para que las innovaciones lleguen hay que superar demasiados obstáculos.

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