Alberto Cornejo Madrid | viernes, 08 de julio de 2016 h |

El ‘buen rollo’ con el que patronales y sindicatos aseguraban acudir al inicio de las negociaciones del nuevo convenio colectivo de oficinas de farmacia (el XXV) ha dejado de existir en el ‘minuto 1’ de las mismas —siendo incluso generosos en el minutaje—. El mismo acabó en la constitución el pasado 4 de julio de la mesa negociadora del nuevo texto que debe entrar en vigor en 2017. Una mesa que tres de las seis ‘patas’ que la conforman (los sindicatos UTF; FSC-CCOO y Fetrafa) no reconocen a día de hoy. “Nadie quería guerra y hemos empezado con guerra”, indica de forma elocuente Luis de Luis, presidente de la Unión de Trabajadores de Farmacia (UTF).

De fondo, una vez más, como en épocas pasadas, el sempiterno dilema de la representatividad. Con una notable diferencia. Hasta ahora, las hemerotecas dictan que los principales affaires en este sentido provenían de luchas internas en el bando empresarial. Basta con recordar como mejor ejemplo de ello que en 2010, y tras años de litigios en los tribunales, el Tribunal Supremo declaró nulo el XXIII convenio colectivo dado que FEFE (como principal actor) había impedido la representación de la patronal Fenofar en su mesa negociadora. Sin embargo, respecto al que ahora se debe empezar a negociar, las desaveniencias provienen del lado sindical.

UTF, CC.OO y Fetrafa “no reconocen” la mesa negociadora que se constituyó el pasado 4 de julio en Madrid, un encuentro del que se ausentaron y a la que acudieron las empresariales FEFE y Fenofar, mientras que solo UGT lo hizo por el bando sindical. ¿El motivo? Según coinciden en señalar a EG De luis (UTF) e Irene Álvarez (representante del Área de Negociación colectiva de FSS-CCOO), UGT se habría asignado motu proprio una mayor representatividad (once delegados en la mesa) de la que le corresponde a esta formación. Mientras, UTF defiende que a su sindicato le corresponderían 13, cinco a CC.OO y dos a Fetrafa.

Al margen de esta ‘guerra’ de cifras de delegados, otro de los aspectos que esgrimen pasa porque para que una mesa negociadora se considere válida debe haber representación en su acto de constitución de al menos el 51 por ciento de la masa sindical. Es decir, la sola presencia de UGT (once delegados de una suma total de 31) sería insuficiente para alcanzar el 51 por ciento de representación exigida. “Somos mayoría los que no hemos firmado la constitución de esa mesa”, recuerda el presidente de UTF. Aún así, no solo se firmó su creación sino que se acordó que UGT asumiese la presidencia de la misma y FEFE la secretaría.

De Luis no descarta “impugnar y denunciar judicialmente” la constitución de la mesa. No obstante, por el momento intentarán reconducir la situación por vías “diplomáticas” y no repetir el caos de textos pasados —cabe recordar que su predecesor y aún vigente, el XXIV, fue decidido en laudo arbitral tras varios años de negociaciones enrocadas—. Así, por un lado han remitido una carta a la propia UGT y a las empresariales instando a próximas reuniones donde alcanzar un consenso en torno a la representatividad en la mesa. De forma paralela, también han informado al Sistema de Intermediación y Arbitraje (SIMA), quien podría actuar y definir en última instancia sobre la representatividad.Eso sí, mientras no haya cambios no acudirán a ninguna reunión futura de la mesa.

Fenofar dice “ceder”

En el caso del bando empresarial no ha habido discrepancias de representatividad. Una entente cordiale cuyo mérito Fenofar se ‘atribuye’, al haber accedido “a mantener la misma proporcionalidad que en el anterior texto, “pese a que las circunstancias de ambas instituciones hayan cambiado desde las últimas negociaciones”, ha recodado en un comunicado.

Concretamente, esta empresarial que agrupa a las asoaciaciones de Madrid (Adefarma), Cantabria y Cartagena, enfatiza que “pensamos que no hubiese sido bueno para nadie haber entrado en una guerra de porciones que no hubiese conducido sino a cierto distanciamiento de las reivindicaciones comunes que hemos de mantener frente a posibles intransigencias de la parte sindical”.

Así las cosas, unas negociaciones que parecían arrancar con buen pie —con las intenciones de todos de no beligerar mas allá de lo necesario en un escenario así— los primeros acontencimientos indican todo lo contrario: el XXV convenio colectivo ha entrado, al menos en su fase inicial, con el pie torcido. Continuará, a buen seguro.