Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 15 de enero de 2016 h |

“La independencia no es un fin; es un medio para estar en la primera división del Estado del Bienestar”. Con estas palabras se estrenó en RNE el nuevo consejero de Salud de la Generalitat de Cataluña, Antoni Comín, días antes de acceder al cargo. De poder continuar con la agenda prevista, tanto por cuestiones internas como externas, el acuerdo alcanzado para investir al nuevo presidente de Cataluña, Carles Puigdemont culminaría el proceso soberanista en el plazo de 18 meses. Es decir, que previsiblemente, para junio de 2017 (el plazo es flexible y podrá ampliarse) Cataluña habría completado todas las funciones que hoy día se ejercen desde el Estado, a fin de desplegar las estrategias sanitarias con la máxima autonomía.

Esto implicaría que, para entonces, tal y como plantea el programa sanitario con el que Juts pel Sí concurrió a las elecciones autonómicas, Cataluña habría asumido las competencias de reconocimiento de los medicamentos y productos sanitarios, mediante la creación de una Dirección General o una Agencia Catalana de Medicamentos y Productos Sanitarios y de unos marcos normativos propios de la ordenación y la política farmacéutica tanto en el ámbito de la regulación de las farmacias como de la relación con la industria farmacéutica; así como todas las funciones en el ámbito de la investigación y la innovación biomédica.

La agenda soberanista que mantiene en vilo al sector farmacéutico también ha estado presente en la valoración inicial realizada por los principales grupos de la oposición en el Parlament, que después de tres meses con un Ejecutivo en funciones creen urgente empezar a trabajar. Estas formaciones temen que el nuevo equipo sólo trabaje para una parte de la población y así se lo han recordado a los consejeros, con referencias a Comín en el caso de Ciudadanos. “Los nuevos consellers no han sido designados para la independencia sino para tratar temas urgentes como la sanidad o la educación”, aseguró el portavoz adjunto del Grupo Parlamentario de Ciutadans, Fernando de Páramo.

Por parte del PSOE, el mensaje más claro para el nuevo consejero ha venido de la mano del senador José Martínez Olmos, que a través de su cuenta de Twitter deseó que el nuevo responsable “tenga aciertos para la sanidad pública”.

Mirado con lupa

Todas las decisiones del nuevo Gobierno catalán serán miradas con lupa, tanto fuera —por parte del Gobierno Central en funciones— como dentro —por parte de la CUP—. El visto bueno de la Candidatura de Unidad Popular a la investidura de Puigdemont no es una carta blanca al nuevo Ejecutivo. El acuerdo parlamentario firmado con Junts pel Sí sólo contempla “no votar en ningún caso en el mismo sentido que los grupos parlamentarios contrarios al proceso y / o el derecho a decidir cuando esté en riesgo dicha estabilidad”.

Una de las áreas que augura más choques es Sanidad. El hecho de que Comin venga de Esquerra Republicana, y no de Convergencia, mitigará posibles desencuentros. Sus prioridades, de momento, no generan tensiones: revertir las privatizaciones, disminuir las listas de espera y aumentar la transparencia en el sistema sanitario.

Neus Munté, portavoz del Área Social

Su nombre se barajó como presidenta de la Generalitat tras la negativa de la CUP a respaldar a Artur Mas. Eso ya dice mucho de Neus Munté, superviviente del Ejecutivo catalán saliente en el que ejerce de vicepresidenta, portavoz y consejera de Bienestar Social. En el equipo entrante, esta licenciada en Derecho por la Universidad de Barcelona y máster en Derecho público y Organización administrativa por la Universidad Pompeu Fabra seguirá ejerciendo como portavoz y además de llevar la Consejería de Presidència tutelará el área social, que agrupará las consejerías de Salud, Educación y Bienestar Social… La mayor parte, con diferencia, del presupuesto regional.

Antoni Comín, consejero de Salud

Uno de los primeros detalles que se hicieron públicos cuando el nombre de Antoni Comín sonaba como el sustituto de Boi Ruiz es su nula experiencia en Sanidad, pero esto no debería resultar alarmante. Buenos gestores sanitarios empezaron igual. Sí da motivos para pensar, en cambio, el futuro de la industria farmacéutica española, un sector necesitado de estabilidad pero que está en el mayor escenario posible de inestabilidad. Este licenciado en Filosofía y Ciencias Políticas necesitará tirar de todos sus recursos comunicativos para generar confianza. En contra tiene su ajetreado tránsito político, que le llevó de Ciutadans pel Canví al PSC; y de ahí a ERC.