s. Calvo Madrid | miércoles, 14 de marzo de 2018 h |

Las 25.000 muertes anuales que se producen en la Unión Europea como consecuencia de la resistencia antimicrobiana son solo la punta del iceberg. Los planes de la Aemps, las iniciativas de las comunidades autónomas o las llamadas a la atención de la Organización Mundial de la Salud y la concienciación de farmacéuticos, médicos, odontólogos, profesionales de los centros sanitarios son medidas y propuestas activas para combatir a las bacterias resistentes pero, ¿son actuaciones suficientes? Esa pregunta fluctuaba encima de la mesa de una de las charlas celebradas en el segundo día de Infarma 2018 y que llevaba por título ‘Resistencias a los antibióticos: panorama actual y qué podemos hacer desde la farmacia’.

“O empezamos a usar bien los antibióticos que tenemos o ya no podremos utilizarnos en el futuro”, recordó Rafael Guayta Escolines, director de Proyectos e Investigación del Consell de Col.legis Farmacèutics de Catalunya (CCDC), para quien el problema es comparable en magnitud con el cambio climático: “Ambos están generados por nosotros mismos y pueden cambiar el mundo tal y como lo conocemos”.

Según estudios recientes, los países del norte de Europa presentan conductas y usos más razonables de los antibióticos que los del sur, aunque lo cierto es que afecta a todos los países del mundo. En España, por ejemplo, la resistencia combinada a la fluoroquinolonas, cefalosporias de tercera generación y aminoglucósidos, en base a datos de 2015, oscila entre un 10 y un 25 por ciento.

Uno de los principales problemas, como nombraba Guayta, es el reducido número de antibióticos “de recambio” que existen actualmente en fase de investigación y desarrollo. Se espera, por tanto, que en 2050 sea la principal causa de muerte, con un fallecimiento cada 3 segundos y un sobre coste para las arcas públicas de más de 100.000 millones de dólares.