E. Campillo / A. Cornejo Madrid | viernes, 10 de noviembre de 2017 h |

Cuando se hace una búsqueda en el artículado de la ley ‘madre’ de la Sanidad nacional (la Ley de Garantías y su texto refundado), son diversas las referencias que en él se encuentran a conceptos como “colaboración”, “coordinación” y “cooperación” entre niveles asistenciales. Por ejemplo, se pueden encontrar citas que instan a “realizar cuantas funciones redunden en un mejor uso y control de los medicamentos mediante estrategias de colaboración entre profesionales sanitarios”. O, respecto al artículo expreso de las oficinas de farmacia, “como establecimientos sanitarios que son, colaborarán a los fines de esta Ley para garantizar el uso racional de los medicamentos en la atención primaria a la salud”.

Unas funciones (¿obligaciones?) de cooperación multidisciplinar que a fe que se hacen. Pero más bien por una cuestión de “voluntad profesional” y no porque esta aproximación reglamentaria haya sido respaldada por posteriores normativas que desarrollen, y fomenten, esta colaboración.

Ello provoca por ejemplo que, en pleno 2017, el recien celebrado X Congreso Nacional de Atención Farmacéutica se clausurase instando en sus conclusiones a “reforzar el trabajo coordinado y la colaboración entre médicos y farmacéuticos”. O, por ejemplo, que la jornada médico-farmacéutica que organizan anualmente las sociedades científicas de ambos ramos Semergen y Sefac (en el marco del congreso de la primera) deba considerarse un positivo “rara avis” ante la ausencias de actividades semejantes impulsadas por las Administraciones.

Los profesionales lo tienen claro: “el fomento de esta colaboración es un deber de la Administración; los profesionales tenemos la percepción de que se puede hacer mucho más”, opina Javier Plaza, coordinador de los grupos de trabajo de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) y representante de esta entidad en las citadas jornadas. Una cita en la que el presidente de Semergen, José Luis Llisterri, recordó la “gran labor” que pueden llevar a cabo ambos colectivos en aras de una mejor salud de los pacientes.

Esta opinión es compartida por los propios “decisores” en materia de salud. Por ejemplo, el portavoz socialista en la Comisión de Sanidad del Senado, José Martínez Olmos, abogaba en la clausura del X Congreso Nacional de AF por “el trabajo coordinado entre médicos y farmacéuticos para afrontar el desafío de la cronicidad y la polimedicación”.

También su compañero popular en la Cámara Alta, Francisco José Fernández, cree que “se debe favorecer la apertura de cauces de comunicación directa entre profesionales, así como el intercambio de datos, siempre respetando la confidencialidad del paciente”. Fernández ejerció como farmacéutico rural en Leiro (Orense) antes de llegar al Senado y reconoce la “relación fluída” con el médico ejerciente en la localidad, la cual se difuminaba fuera de la misma. “Ante cualquier duda, descolgábamos el teléfono, pero esa comunicación resultaba más difícil de practicar ante prescripciones de otras localidades”.

La e-receta, ¿oportunidad perdida?

Al margen de regulaciones específicas, las Administraciones han tenido —y tienen— ciertas herramientas desde las que bien se podría aumentar esa colaboración. Es el caso de los sistemas autonómicos de receta electrónica y las posibilidades que ofrece en el ámbito de la comunicación directa entre médico de Atención Primaria y oficina de farmacia. Y es que los profesionales lo tienen claro: sin comunicación no hay colaboración efectiva posible.

Lo que en algunos casos se soluciona —de nuevo con voluntad mediante— con las llamadas telefónicas o contactos directos entre médico y farmacéutico comunitario, en especial en el ámbito rural como aseguraba el senador popular, el sistema informático de e-receta facilitaría esta tarea. “Muchas veces tenemos que entrar dentro del perfil digital del paciente para conocer si existe alguna alerta específica”, advierte Plaza, quien sugiere a las CC.AA que, por ejemplo, “habiliten en los módulos informáticos de la e-receta algún programa de comunicación directa con el médico, como puede ser un chat”.

Coordinación en el paciente crónico

A la espera de mayores movimientos desde la Administración, otro paso más al frente dado por los propios colectivos sanitarios tuvo lugar el pasado 6 de noviembre. Sefac, junto a las tres sociedades médicas de AP, Semergen, SemFYC y SEMG, presentaba el primer modelo consensuado de coordinación para el abordaje del paciente crónico y su mejor atención. Un texto en el que médicos y farmacéuticos acuerdan ir de la mano y trabajar por un clima de confianza y respeto entre ambos colectivos, en beneficio del paciente, a través de unos protocolos. El documento de trabajo, va encaminado a dar un paso adelante en la mejora de la atención integral de los pacientes con enfermedades crónicas, a una mayor comunicación entre profesionales y a convertirse en un pilar para la sostenibilidad del SNS.

“Se trata de un documento histórico e ilusionante en el que la labor asistencial de la AP se une masivamente con el objetivo de sumar”, afirmaba Jesús Gómez, presidente de Sefac indicando que los farmacéuticos comunitarios “utilizaremos este documento como si fuera la Biblia. Vamos a poner en marcha proyectos concretos. Ya hay peticiones, avaladas por médicos y farmacéuticos de distintas CC.AA”. El presidente de los farmacéuticos comunitarios aludía al enemigo número 1 del documento, que no es otro que la propuesta de un modelo sociosanitario desde el hospital, tal y como plantean algunas Administraciones. “No hay mayor barbaridad que romper la relación entre el paciente con su médico de AP y su farmacéutico comunitario. Además, abordar la cronicidad desde el hospital conlleva un coste increíble”, advertía.

A su vez, Gómez insistía en que el texto está abierto a otros profesionales de la salud como los enfermeros. A este respecto, José Luis Llisterri, presidente de Semergen, añadía que, “en esta hoja de ruta hay que ir más allá. Enfermería no puede no estar en el documento porque se queda cojo”. Y en cuanto al paciente, Llisterri recalcaba que “sin ellos no vamos a avanzar porque son los actores protagonistas de la película y nosotros los secundarios”. No obstante apostaba por realizar un pilotaje y venderlo a la Administración, “porque unos resultados tangibles nos hacen invencibles”.

Desde la SEMG, su presidente, Antonio Fernández-Pro, señalaba que este trabajo “va a conseguir lo que los políticos no han sido capaces de lograr: poner al paciente en el foco del SNS”. El proyecto ha sido calificado por Salvador Tranche, presidente de SemFYC, como “un modelo de éxito” porque mejora el conocimiento del médico de familia sobre el trabajo que desarrollan los farmacéuticos comunitarios y viceversa.

En definitiva, este es el primer paso firme por parte de médicos y farmacéuticos para que la información fluya, con sensatez, en todos los niveles en beneficio del paciente.