Alberto Cornejo Madrid | viernes, 10 de marzo de 2017 h |

El affaire en torno a qué canal (hospital o farmacia) es el idóneo para la dispensación de medicamentos de Diagnóstico Hospitalario —desde su perspectiva asistencial, económica o legal, o el cómputo de todas— sigue sumando capítulos. Unas nuevos renglones cuya autoría recae en la profesión farmacéutica, como viene siendo tónica habitual desde que el Ministerio de Sanidad se encargase, entre 2011 y 2012, de escribir el prólogo de esta historia. Un prólogo en forma de real decreto y posterior resolución con el que se abría la puerta a establecer reservas singulares de medicamentos y se establecía un primer listado de 79 fármacos que emprendían el viaje de la botica al hospital.

Ese prólogo ha dado paso a un nudo que, actualmente, impide ver cerca el desenlace. Como ya informó EG, el 27 de febrero la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) presentaba el dossier ‘El valor de la Farmacia Hospitalaria’ en el que, entre otras cuestiones, defendía las mayores ventajas clínicas (mayor nivel de adherencia y contacto con el resto del equipo asistencial) y económicas (ahorro de 500 millones anuales al SNS) por la presencia de los DH en los hospitales. Un documento que, sin embargo, iba más allá de la defensa propia al denunciar que el interés de la farmacia comunitaria en su vuelta respondía a “intereses comerciales, no clínicos o asistenciales” y que ello supondría “una externalización del servicio”. Unos mensajes que, huelga decir, el presidente de la SEFH, Miguel Ángel Calleja, ha reconocido que “no eran afortunados” y pueden “haber molestado” al colectivo de boticarios.

En cambio, la SEFH no cambia un ápice sus argumentaciones. Por si la lectura del dossier dejaba alguna duda, el 8 de marzo celebró un encuentro en el que refrendó punto por punto lo que en él se expone. “En el último año y medio veníamos asistiendo a mensajes imprecisos sobre los cuales no habíamos realizado un pronunciamiento oficial”, justificó Calleja. De vuelta a las líneas del debate, el tesorero de esta sociedad científica, Javier García Pellicer, insistió en que “no hay que poner el foco en la cercanía, sino en el mayor coste-oportunidad que ofrece su presencia y dispensación en la farmacia hospitalaria”. A juicio de García Pellicer “los medicamentos de DH sin cupón precinto están donde deben estar: en la Farmacia hospitalaria”. Entre otras cuestiones, porque “in el contacto directo con el resto del equipo asistencial ni acceso a la historia clínica es difícil realizar atención farmacéutica especializada, sea activa o reactiva”, recalcó el tesorero de la SEFH.

Tras el silencio inicial… la réplica

Hasta la celebración de este encuentro, la mayoría entidades representativas de la farmacia comunitaria venían guardando silencio respecto al contenido del documento. A excepción de FEFE, que sí salió con celeridad al paso para defender la lucha “profesional, no económica” por la que se movían los farmacéuticos ejercientes en botica.

Puede que ese silencio generalizado respondiese a un intento de calmar las aguas, no rebatir ‘en caliente’… O bien esperar acontecimientos en esa cita del 8 de marzo. Sea como fuere, el silencio apenas se prolongó 24 horas tras la nueva convocatoria de la SEFH. Por ejemplo, la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria (Sefac) presentó un manifiesto que puede catalogarse como una enmienda a la totalidad del documento de la SEFH, y que lo valora como “un paso atrás que dificulta el trabajo interniveles del farmacéutico”. Sefac incide en que “todos aquellos medicamentos que el paciente pueda utilizar a nivel sociosanitario, sean prescritos en el ámbito de la atención especializada o de la atención primaria (AP), deberían ser dispensados desde la farmacia comunitaria”. Lo contrario, a criterio de esta sociedad, “obedece a intereses corporativistas y/o mercantilistas que nada tienen que ver con la mejor atención sanitaria al paciente ni la eficiencia del sistema”.

En su resumen general (para más información ver elglobal.net), el manifiesto de Sefac denuncia en primer lugar que el paso de DH de la botica al hospital ha respondido siempre a criterios economicistas. Mientras, respecto a los argumentos de la SEFH, denuncia que la supuesta consecución de mayores niveles de adherencia terapéutica que la SEFH atribuía al entorno hospitalario frente a la botica “es una interpretación científicamente muy poco rigurosa de un estudio que no compara farmacia comunitaria con hospitalaria y del que la SEFH pretende inferir que las diferencias de adherencia entre pacientes con diferentes patologías son exclusivamente gracias a su actuación”. “Es evidente —complementa Sefac— que cualquier conclusión al respecto es meramente especulativa”. Asimismo, también denuncia que los cálculos en los que basa su estimación de gasto de 500 millones de euros anuales al SNS si hay retorno de los DH a la farmacia se basa en cifras “no oficiales y especulativas”.

También desde el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos (CGCOF), su presidente, Jesús Aguilar, ha manifestado que estos medicamentos “tienen que estar en las farmacias, por sentido común y en beneficio del paciente”.

El crónico: ¿el pegamento?

A pesar de estas discrepancias, desde todas las entidades se aboga por la colaboración interniveles. “Si el debate lo centrásemos en el seguimiento colaborativo, no tendríamos estos malentendidos”, considera Calleja. Desde el otro ‘lado’, también se considera que “la farmacoterapia es tan compleja que ningún colectivo profesional por sí solo es capaz de dar una respuesta completa (…) en este objetivo no sobra nadie sino que falta sumar”, dice Sefac.

Incluso, el paciente crónico puede ser el ‘pegamento’ que les una. Y es que la propia SEFH reconoce que “para este tipo de pacientes, cuyas revisiones en el hospital pueden ser semestrales, sí vemos posible establecer proyectos colaborativos entre ambos niveles para que las posteriores dispensaciones puedan efectuarse en farmacias”, expone como ejemplo Calleja.