Alberto Cornejo Madrid | viernes, 08 de junio de 2018 h |

Aunque es difícil precisar en casos así, se estima que en la Cañada Real Galiana —el mayor asentamiento chabolista de toda Europa, ubicado en Madrid— residen cerca de 8.000 personas, de las cuales un tercio son menores de edad. Todos ellos forman parte de ese escaso 5 por ciento de población en España que no cuenta con una oficina de farmacia a menos de 5 minutos de su domicilio. En este caso, hágase extensible esta estadística a cualquier otro establecimiento sanitario (centro de salud, hospital, etc.).

A buen seguro que el cien por cien de los que residen en Cañada Real Galiana firmarían ipso facto tener acceso a la salud a esos cinco minutos. O a diez. O treinta. O una hora… Quizá ‘aceptarían’ sin dudar todo espacio temporal que se encuentre por debajo de las “3 horas y media” que, según calculan desde Cáritas Madrid, se emplea (andando) en llegar desde el sector 6 de este asentamiento al entorno urbano más próximo. Google Maps, como el algodón, no engaña. Lo ratifica. La oficina de farmacia más cercana se ubica a cerca de 4,5 kilómetros —en una hipotética línea recta campo a través—. Respecto a un centro de salud, la distancia se eleva por encima de 5,5 kilómetros.

Ahora bien, la Sanidad sí está presente en un entorno donde no hay atisbos de estructuras sociosanitarias ‘oficiales’. Lo hace a través del propio sector y su espíritu solidario. El último y más reciente ejemplo lo aporta la distribución farmacéutica de gama completa que, a través de su patronal nacional Fedifar, colabora con Cáritas en un proyecto socioeducativo de apoyo escolar a menores en situación de dificultad social.

“La distribución farmacéutica tiene un fuerte y claro compromiso solidario y quiere contribuir, aunque sea de manera pequeña, a mejorar la vida de la población infantil de Cañada Real”, apunta Eladio González, su presidente. La acción se enmarca dentro de la campaña ‘Distribución Farmacéutica: 365 días solidarios’ que tiene en marcha Fedifar.

En este sentido, el proyecto que desarrolla Cáritas Madrid en su centro social de Cañada Real con el apoyo económico del sector farmacéutico mayorista —a través de la recaudación de fondos— tiene por objetivo “facilitar la integración social de los menores que viven en este entorno, trabajando con ellos en su educación, alimentación y hábitos saludables”, detalla Luis Hernández, director de Cáritas Madrid.

Incluso, este apoyo ha permitido ampliar el rango de edades de intervención en este centro. “Hasta ahora trabajábamos con niños con edades comprendidas entre 6 y 16 años y ahora hemos podido empezar a hacerlo con niños a partir de 3 años”, confirma Pablo Choza, responsable de los proyectos de Cáritas en La Cañada Real.

Hábitos saludables

El objetivo principal de este centro es desarrollar actividades de ocio y refuerzo educativo en horario de tarde —a fin de no interferir en la asistencia a la escuela pública—, a un total de 125 niños y en torno a 30 adolescentes integrados en este proyecto. “Estamos a plena capacidad. El objetivo es, a medida que tengamos más recursos y apoyos como el que nos brinda Fedifar, poder aumentar la cifra de niños beneficiados”, indica Chozas.

Junto a la educación, “la salud y la prevención es parte fundamental de la labor de Cáritas”, confirma Manuel Bretón, presidente nacional de esta ONG. Y así se aplica en este centro de La Cañada Real. “Intentamos inculcarles hábitos saludables desde edades tempranas”, confirma Chozas. Por ello, el centro cuenta con servicios de duchas o de aseo dental “para normalizar este tipo de hábitos higiénicos”, detalla.

La otra ‘pata’ básica de la salud, como es la Alimentación, se asegura mediante un servicio diario de merienda “con el que nos aseguramos que, junto a la comida que realizan diariamente en la escuela a la que acuden, los niños tienen cubiertas sus necesidades básicas nutricionales al margen de la alimentación en el ámbito familiar”, añade el director del centro.

Latifa, su ‘referencia’

Quizá ni aunque quisieran —por la carestía y ausencia de servicios básicos como la electricidad— posiblemente los niños y familiares que viven en el sector 6 de Cañada Real no estén al tanto de los cambios producidos esta semana en el Gobierno. Mucho menos que Carmen Montón ha sido designada nueva ministra de Sanidad. Sus ‘preocupaciones’, vitales, son otras.

En cambio, sí saben quien es Latifa, una de sus verdaderas ‘referencias’. Latifa es residente en Cañada Real y voluntaria en el proyecto que se desarrolla en este centro de Cáritas. Y conocedora de las dificultades de acceso a las estructuras educativas (como la Universidad a la que acudía a diario) y sanitarias cuando se reside en un entorno así. “Las citas médicas tenían que coincidir con el horario en el que mi padre salía a trabajar para poder ir en coche”, apuntó en el acto de presentación de este proyecto. O eso, o emplear más de 6 horas (ida y vuelta) en acudir a pie. Por supuesto, condición indispensable era también visitar una farmacia para adquirir la medicación prescrita antes de la vuelta a casa.

En estas limitaciones en el acceso a las estructuras sanitarias, Latifa también menciona las dificultades para acceder a servicios de Urgencias (llamadas a ambulancias) o para el traslado de enfermos a centros hospitalarios para revisiones. Un servicio habitual en el entorno urbano que se convierte en rechazo —o impedimentos, cuando menos— cuando se solicita (sea para origen o destino) desde Cañada Real. “Lo triste es escuchar como justificación que eso pasa por vivir donde vives”, manifiesta Latifa.

Por ello, proyectos como el de Fedifar y Cáritas, que buscan dignificar la vida de las familias que viven en estos entornos y facilitar el acceso a servicios básicos, son necesarios, pero nunca suficientes.