Alberto Cornejo Madrid | jueves, 10 de enero de 2019 h |

Según recuerdan los expertos en Psiquiatría, y cuyas palabras hace suyas Montserrat Grael, jefa del servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid, los trastornos alimentarios y de la ingesta de alimentos —según la nueva denominación para estas patologías sugerida por la OMS— “son un problema de todos que, por tanto, requieren soluciones de todos”. También, por tanto, de aquellos profesionales con los que los ciudadanos muestran confianza, vinculación e, incluso, amistad: los farmacéuticos comunitarios.

Conscientes de ello, la Fundación Cofares y el COF de Madrid, junto a la colaboración de Fundación Fita y el apoyo de la Consejería de Sanidad de Madrid, han puesto en marcha la campaña ‘Stop anorexia y stop bulimia’, centrada en la prevención, detección precoz y concienciación en torno a los trastornos alimentarios en las farmacias regionales. Unas patologías que afectan en torno a 400.000 personas en España, principalmente adolescentes féminas y cuya edad inicial de aparición se sitúa en torno a los 13 años. “Por datos así queríamos contribuir con esta campaña a ayudar al abordaje de un problema que cada vez más afecta a la sociedad y, en concreto, a colectivos jóvenes”, ha defendido en su acto de presentación Eduardo Pastor, presidente de la Fundación Cofares.

Así, en el marco de esta campaña, las farmacias madrileñas lucirán carteles informativos con los principales síntomas que pueden dejar entrever la existencia de un trastorno alimentario y de la ingesta, así como otra información reseñable (teléfonos de asociaciones, etc.) para familiares y afectados. “Hasta ahora no se ha aprovechado mucho la red de farmacias y sus profesionales en las campañas de prevención de estos trastornos, por lo que esta iniciativa es un reto. No podemos olvidar que las ventajas del farmacéutico en esta prevención pasan por su accesibilidad y la confianza que generan, lo que le lleva a ser una de las primeras fuentes de información a la que acuden pacientes y familiares”, indica la jefa de Psiquiatría del Hospital Niño Jesús.

La implicación de todos los profesionales sanitarios es suprema dado que, como recuerda Grael, patologías como la anorexia o bulimia son las de mayor mortalidad entre todas las enfermedades mentales, y dado que “la recuperación completa de estos episodios es posible, en especial si se ha producido una identificación y detección precoz”.

Esta iniciativa cuenta con el apoyo de la Consejería de Sanidad de Madrid, representada en el acto de presentación por su viceconsejero, Fernando Prados. En este sentido, Prados ha lamentado que se trate de patologías mentales, no nutricionales, “que ha creado el ser humano, por las nuevas formas de vida y el estado del bienestar”. Sobre ello ha incidido también Raquel Linares, responsable de Salud de la Fundación Fita: “aunque en ocasiones estos trastornos sean difíciles de comprender, en ningún caso son tonterías de adolescentes, sino verdaderos problemas de Salud Pública que rompen su circuito evolutivo”.

Según ha detallado Montserrat Grael, las causas de aparición de estos trastornos son mutifactoriales. Si bien el principal factor de riesgo es la “vulnerabilidad genética”, existen otros factores combinativos como pueden ser los antecedentes de sobrepeso en la infancia o la propia importancia que se de en la familia del afectado “a la imagen corporal y el peso” y factores culturales —y erróneos— como el ‘ideal’ de delgadez. Es por esta multifactorialidad, y el conocimiento y cercanía que tienen los farmacéuticos con la sociedad, que esta experta pone en valor el papel de las farmacias tanto en la prevención primaria —ayudar e informar cara a disminuirá los factores de riesgo— como la prevención secundaria —detección precoz del episodio—. “En ocasiones, el paciente o el familiar muestra una mayor confianza en informar de estos problemas al farmacéutico que al médico”, ha corroborado Luis González, presidente del COF de Madrid.

En este aspecto, el papel del farmacéutico cubre un amplio espectro de actuaciones que puede pasar desde ofrecer asesoramiento, detectar posibles avisos de síntomas —“muchas veces dados por los familiares, no el afectado”, recuerda González—, derivar al médico ante un posible episodio de anorexia y bulimia, hacer seguimiento —en un 40 por ciento de episodios hay recaídas— y prestar atención ante situaciones que puedan atisbar un trastorno de este tipo. Un ejemplo de ello puede ser la petición por parte del mismo paciente —bien por el número de unidades en un mismo acto o por repetirse periódicamente en el tiempo— de laxantes y diuréticos. Ahora bien, el hecho de tratarse de productos de venta libre y, por ende, de fácil acceso, dificulta esta labor de detección.