Opinión

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Santiago de Quiroga Editor de EG | viernes, 02 de noviembre de 2018 h |

La “estrategia común” contra la farmacia asistencial contrasta con la realidad de su práctica en toda España

La vehemencia de los actuales dirigentes de la enfermería en España contra la farmacia comunitaria contrasta con el trabajo diario, abierto, y colaborador de los enfermeros y enfermeras de España. Nunca antes había sido objeto de persecución y oposición visceral que un farmacéutico desarrollara su labor. En Barcelona, las farmacias hace años realizaron un seguimiento del riesgo cardiovascular con el apoyo de la Consellería. Ni médicos ni enfermeros se disgustaron. En Bilbao se puso en marcha un programa pionero hace años para detección de VIH en farmacias. Ningún sanitario protestó al realizar el test diagnóstico en la botica, que proporcionó el doble de positivos que en el hospital, dicho sea de paso. En Sevilla o Valencia, nutricionistas acuden a algunas farmacias a horas concertadas a prestar sus servicios. Ningún sanitario se ha mostrado en contra.

Podría seguir: la totalidad del territorio está lleno de ejemplos de actividades de Atención Farmacéutica allí donde el paciente lo necesita, porque ese es el único fin: atender al paciente. La farmacia comunitaria es una realidad en España y en Europa. Resulta aún más curioso que el sindicato enfermero Satse proponga que se impulse una PNL para eliminar la profesión farmacéutica de la titularidad de las farmacias e iniciar un proceso de “liberalización” abierto a la entrada de capital no farmacéutico. Parece que no hay nada más importante para los actuales dirigentes de la enfermería, pero sus mandatos pasarán, y la excelente relación profesional de los enfermeros y enfermeras continuará haciéndoles colaborar en muchas tareas. Porque los frentes en contra de los intereses de los pacientes, sin pensar en sus necesidades, están condenados al fracaso.