| viernes, 16 de febrero de 2018 h |

Cuando diversos expertos, eminencias y personajes ilustrados en una materia coinciden en señalar una circunstancia como un problema, es conveniente hacerles caso. Cuando además esa circunstancia es también advertida por organismos internacionales y administraciones públicas es conveniente, necesario quizás sea más correcto, actuar para atajar el problema. Pues bien, eso es lo que está ocurriendo con la resistencia antimicrobiana. Un asunto serio que ya se está advirtiendo que puede alcanzar el status de problema de salud pública. Por lo tanto, el desarrollo de las políticas que están esbozando para atajarlo tiene que ser todavía más decidido y apoyado por todas las medidas que sean necesarias para no tener que lamentar parte de lo que se pueda estar solucionando ahora. El pasado, el presente y el futuro de los antibióticos parten de un desafío común y en todo este tiempo enfrentarse al problema de las bacterias resistentes obliga a tener muy presente lo necesario de la investigación para atajar el problema. Una investigación que tiene que estar apoyada por las diferentes administraciones y tenida en cuenta como elemento clave para no llegar a tener que lamentar que las resistencias antimicrobianas se han convertido en un problema de salud pública.

Importante también es el fomento de campañas de concienciación y vigilancia que favorezcan un uso responsable de los antibióticos. Como también lo es la creación de la especialidad de Enfermedades Infecciosas. Hay que recordar que la ONU y la OMS advierten de la necesidad de contar con profesionales sanitarios especializados para combatir problemas mundiales como la resistencia antimicrobiana. Porque no hay que olvidar que a nivel europeo, las bacterias multirresistentes provocan anualmente 25.000 muertes y un gasto de 1,5 billones de euros. Cifras lo suficientemente alarmantes para poner cartas en el asunto.

El desarrollo de políticas para atajar el problema de las resistencias es prioritario