La industria puede optar por pensar que la resolución de transparencia aprobada en la AMS sólo consiste en un grupo de recomendaciones. Pero mal haría en relajarse.
| 2019-05-31T14:07:00+02:00 h |

No es de extrañar que el ministro de Salud de Italia haya calificado el 28 de mayo de 2019 como un “día histórico”. Tampoco que la aprobación de la resolución de transparencia en la 72ª Asamblea Mundial de la Salud haya levantado tantas expectativas. Pero si algo más importante aún que los propios términos de este texto (mucho menos exigentes de lo que establecía su borrador) es el mensaje político que traslada a una industria que ahora tiene que medir muy bien sus pasos, porque en la esencia de esta resolución está el inaugurar un nuevo diálogo entre los estados y la industria y las implicaciones son múltiples, tanto si vamos a casos concretos como a grupos de países.

En el primer caso será interesante, por ejemplo, ver qué planes guarda Estados Unidos, tradicional defensor de la industria innovadora que sin embargo no ha dudado en sumarse a la transparencia en precios (no en costes de I+D). No es ningún secreto que a Donald Trump le parece injusto que los precios en USA sean mayores. Algunos analistas apuntan, de hecho, a que su administración podría estar a punto (¿en junio?) de lanzar un plan que fuerce la transparencia en los precios en toda la cadena de suministro.

No menos atento habrá que estar al más que posible impulso (bien en la forma, bien en el fondo) que esta resolución puede tener en las iniciativas de colaboración transfronteriza que han proliferado en el campo farmacéutico, especialmente en la Unión Europea. España, Italia, Grecia, Malta, Portugal y Eslovenia, patrocinadores de la resolución, forman parte de La Valeta. Y BeNeLuxA fue citada como ejemplo a seguir en el primer foro de Precios Justos organizado por la OMS en Johannesburgo. Tampoco puede ser casualidad que Alemania y Reino Unido, dos de los tres países europeos que se han desvinculado de la resolución, no formen parte de ninguna de las iniciativas de colaboración europeas, que incluyen a nada menos que a 29 estados.

La industria puede optar por pensar que la resolución, en el fondo, sólo consiste en un grupo de recomendaciones que apelan a la voluntariedad de los estados. Pero mal haría en relajarse. Es hora de seguir tendiendo puentes, reforzar el diálogo y poner en valor ante las administraciones (más bien recordarles) que el medicamento no es un bien de consumo como otro cualquiera.

Es hora de recordar recordar que un fármaco no es un bien de consumo como otro cualquiera