| viernes, 02 de junio de 2017 h |

El anuncio de Cristóbal Montoro confirmando que la formación de los profesionales sanitarios no tributará debería haber devuelto la cordura a una situación que se estaba volviendo un tanto amarga. Pero lejos de calmar las aguas, ha reavivado fuegos que ya se creían extintos. En la decisión de la Federación de Asociaciones Científico Médicas de España (Facme) de empezar a trabajar en la actualización de su propio Código Ético, con la autorregulación como uno de sus pilares, queda patente la falta de acuerdo con el modelo de transparencia puesto en marcha por Farmaindustria. Considera Facme que la patronal de la industria innovadora debería adaptarse a los códigos de las sociedades científicas. Algo que, por otra parte, se ha venido haciendo tras los acuerdos en materia de transparencia que Farmaindustria ha sellado con la Sociedad Española de Neurología, la Sociedad de Cardiología Pediátrica o Sociedad Española de Medicina Interna.

En cualquier caso, si el camino emprendido por Facme está centrado como dicen en dar respuesta a las demandas de los ciudadanos a buen seguro que será estudiado por la patronal de la industria innovadora que siempre se ha mostrado de acuerdo de cara a incorporar todas aquellas medidas que mejoren su Código de Buenas Prácticas.

Sobre si el Código Ético de Facme tiene que adaptarse al de Farmaindustria o viceversa es lógico pensar que una combinación de ambos daría lugar a un texto mucho más enriquecido y con ese objetivo de trabajar por el bien del paciente totalmente asegurado. Las decisiones unilaterales nunca son del agrado de todos y criticarlas para emprender el camino en su solo sentido es hacer lo mismo.