España siempre exigirá nuevos ajustes al sector farmacéutico, sometido a unas extrañas reglas de estabilidad que no se aplican en ningún otro sector
| 2017-01-27T12:57:45+01:00 h |

La preocupación que los decisores demuestran en torno al peso del gasto farmacéutico sobre el gasto sanitario debe ir a la par con la preocupación con la que el sector farmacéutico sigue asistiendo a esta realidad. No por repetida la lección parece haberse aprendido. El gasto farmacéutico no es un problema de gasto, especialmente desde que el copago farmacéutico por renta dejó la factura en niveles de hace varios años. Si la factura ha crecido en 2016 hay que verlo desde esa perspectiva. El problema es (lo ha sido siempre) de infrafinanciación. Y, si seguimos por esta vía, quizá también de falta de imaginación. Porque cuesta pensar que no haya otros nichos de eficiencia en los que buscar ahorros.

Ahora las tensiones se multiplican. Las primeras comunidades se acercan a las penalizaciones incluidas en la Lofca; y ante la necesidad de arañar recursos los mensajes siguen apuntando a políticas en busca de un único objetivo: ahorrar en Farmacaia. No hay más que ver las palabras que Jon Darpón trasladó durante su comparecencia en el Parlamento vaco, o esas con las que Carlos Lens ha apuntado las ‘reglas’ que sigue la Comisión Interministerial de Precios en lo que respecta a los biosimilares.

El criterio es que, igual que para los genéricos, se financien automáticamente todos los que se ofrezcan con un descuento del 40 por ciento… En una reciente entrevista con EDS, el presidente de Biosim, Joaquín Rodrigo, explicaba porqué hay que alejar a los biosimilares del rango habitual para los genéricos. Mientras que el coste de desarrollo de un genérico puede rondar entre uno y cinco millones de dólares, cuando se trata de biosimilares esa cifra se sitúa entre los 50 y los 300. Mantener esta política significará el sacrificio de la “gallina de los huevos de oro” a la que hace tiempo aludió Regina Múzquiz.

Para el sector farmacéutico, da igual que Cristóbal Montoro interprete que la Comisión Europea no exige nuevos ajustes a España, aunque alerte de incumplimientos en los objetivos de déficit. Porque España siempre exigirá nuevos ajustes al sector farmacéutico, sometido a unas extrañas reglas de estabilidad que no se aplican a ningún otro sector.

Está claro que los decisores no han entendido todavía que el gasto en fármacos es una inversión y que su gestión no es un juego cortoplacista. Y que si siguen jugando de esta manera, no habrá juego. Así de sencillo.