No se puede apostar por el diálogo al tiempo que das por acabadas todas las posibilidades de acuerdo en un campo tan sensible como la Sanidad
| 2019-10-31T17:37:00+01:00 h |

En 1973, la coyuntura económica era grave. La crisis del petróleo había alcanzado de lleno a España; el desempleo había florecido; la inflación apuntalaba una evolución que años después haría temer la posibilidad de una verdadera hiperinflación… Se hablaba de fuga de capitales y el recelo contra los interlocutores (políticos y sociales) era palpable. Este fue el contexto histórico en el que se firmaron en España los pactos de la Moncloa, un ejemplo de consenso alcanzado en el pasado más inmediato, que sin embargo no es único. La aprobación de la Constitución Española o la del Pacto de Toledo son otros ejemplos de que en política no debería haber nada imposible… Ni siquiera hoy; si de lo que se trata es de abordar un Pacto por la Sanidad. Porque, como diría Joaquín Sabina, nos sobran los motivos para no perder la esperanza.

Hoy, esos acuerdos se nos presentan como hitos históricos alcanzados a pesar de un contexto muy negativo. Pero la clave de su aprobación nunca fue ese ‘a pesar de’. Más bien fue al contrario. Precisamente porque el contexto era difícil se pudieron aprobar los pactos de Toledo, los de la Moncloa o la Constitución española. Ese es el primer gran motivo que debería asegurar la presencia del Pacto por la Sanidad en los programas electorales de todas, o casi todas, las formaciones políticas. Aunque sea por una cuestión de apariencias, no se puede apostar por el diálogo al tiempo que das por acabadas todas las posibilidades de acuerdo en un campo tan sensible como la Sanidad.

Sobre todo, porque el hecho de que los políticos se rindan ante el pacto condena a los que sí lo quieren. Y dentro del SNS, todos los agentes, y especialmente los pacientes, están a favor de alcanzarlo y de participar en él. Porque ellos también son conscientes de que hay muchas razones: el fomento de la I+D; la sostenibilidad; la concienciación sobre el gasto; la financiación; la gestión clínica; la mejora de la ordenación profesional y de unos roles adaptados al contexto socio-económico; la apuesta por la medicina personalizada, las nuevas tecnologías. Tengamos fe.

El hecho de que los políticos se rindan ante el pacto por la Sanidad condena a aquellos que sí lo quieren