carlos b. rodríguez Madrid | viernes, 21 de noviembre de 2014 h |

Aumentar la participación del gasto privado en las labores de I+D hasta los dos tercios del gasto total en investigación es un reto histórico del sistema español de Ciencia y Tecnología que no ha conseguido afrontar ningún Gobierno en los últimos diez. Los últimos resultados publicados por la oficina de estadística de la Comisión Europea, Eurostat, indican que España continúa lejos de un objetivo que sí ha alcanzado la media de los 28 estados miembro.

Comparados con los de 2004, los resultados alcanzados por España en 2013 en relación al porcentaje de participación sectorial indican, de hecho, que el gasto privado en investigación y desarrollo ha bajado en un punto porcentual, desde el 54 al 53 por ciento, mientras que en el mismo tiempo, la media comunitaria ha elevado la participación privada del 63 al 64 por ciento. Con esos datos, España se sitúa ahora en el puesto número 18 en cuestión de gasto privado, cuando hace diez años ocupaba el número 16, y se aleja de países como Eslovenia, Irlanda, Bélgica, Hungría, Austria, Finlandia, Alemania, Suecia, Dinamarca, Francia y Reino Unido, estados en los que el porcentaje de la participación empresarial va del 77 al 65 por ciento del total.

La ausencia de mecanismos que impulsen hasta los dos tercios la participación del sector privado se ha compensado, mientras tanto, con un incremento del gasto público, en una tendencia opuesta a la de la media comunitaria. En España ha pasado del 16 al 19 por ciento, mientras que en la media de los 28 estados miembro, el gasto público ha bajado del 13 al 12 por ciento.

Del 15 al 17

Los datos de Eurostat también ponen de manifiesto que los ajustes llevados a cabo en materia de investigación para controlar el déficit se han cobrado más facturas. La Comisión Europea señala que el gasto en I+D representa uno de los principales motores para el crecimiento económico en una economía basada en el conocimiento. Como tal, las tendencias en el indicador de gasto en I+D aportan indicaciones clave con respecto a la competitividad y a la riqueza futura de la Unión Europea.

Estas indicaciones no son positivas para España, que según los datos hechos públicos por Eurostat ha bajado dos puestos en el ranking de los 28 estados miembro en función del porcentaje del Producto Interior Bruto destinado a las tareas de investigación y desarrollo. En el año 2004 ocupaba el puesto 15 de la clasificación, con un 1,04 por ciento. Al término del ejercicio 2013 se situó en el número 17, con un 1,24 por ciento. Por encima de España se sitúan Irlanda y Portugal, dos países que pese a haber sido intervenidos invirtieron en 2013, respectivamente, el 1,58 y el 1,36 por ciento de su PIB.

En un territorio mucho más inalcanzable se sitúan los países tractores de la I+D en la Unión Europea. Las cifras alejan a España de Dinamarca, Finlandia y Suecia, tres países que ya han superado el objetivo planteado para 2020 de invertir el 3 por ciento del PIB en investigación y desarrollo. También sigue muy lejos de Alemania y Austria, que destinan el 2,94 y el 2,81 por ciento de su Producto Interior Bruto, respectivamente, a la I+D.

Al tiempo, España se aleja de la media comunitaria. El gasto total en I+D en función del PIB en los 28 estados ha pasado del 1,76 por ciento de 2004 al 2,02 del ejercicio 2013, y constata las dificultades que se le presentan a España para cumplir los objetivos planteados en la estrategia Europa 2020, que inciden en que el gasto en I+D resulta esencial para llevar a cabo la transición hacia una economía basada en el conocimiento, mejorar las tecnologías de producción y estimular el crecimiento.