Humberto Arnés Director general de Farmaindustria | domingo, 04 de febrero de 2018 h |

Envejecimiento, cronicidad, sobrecarga asistencial, tratamientos disruptivos. Son algunos de los retos que deben afrontar los sistemas sanitarios de países desarrollados como el español. Ante ellos, las nuevas terapias y las herramientas digitales de análisis y procesamiento de datos deben formar parte de la solución y no del problema. En esta encrucijada, la industria farmacéutica está dispuesta a trabajar de forma leal y responsable con las administraciones públicas para alcanzar nuestro principal objetivo: garantizar el acceso de los pacientes a los mejores tratamientos para curar sus enfermedades y mejorar su calidad de vida, y hacerlo desde el compromiso compartido con el uso eficiente de los recursos.

En pocos años viviremos en un mundo más poblado, más envejecido y con más pacientes crónicos, lo que generará una sobrecarga económica significativa para los sistemas de salud de todo el mundo, tanto en los países desarrollados como en los emergentes, y tanto en términos de actividad asistencial como de coste. Este panorama implicará unos retos de gran dimensión, que requerirán cambios estructurales a todos los niveles: en los sistemas sanitarios, en la relación de éstos con los distintos proveedores (incluida la industria farmacéutica) y, en general, en toda la cadena de valor sanitaria.

La industria farmacéutica española, y Farmaindustria en su nombre, es consciente de esta situación y ha iniciado una reflexión sobre cuál debería ser la mejor forma de contribuir a la sostenibilidad y modernización de los sistemas sanitarios. En este contexto, hay dos elementos que serán claves: la innovación biomédica disruptiva y la digitalización del sistema sanitario.

La innovación disruptiva hace referencia a los avances terapéuticos logrados en los últimos años fruto del nuevo y profundo conocimiento en la biología celular a partir de los avances en genómica funcional y en proteogenómica. Estos progresos han facilitado el desarrollo de nuevos fármacos biológicos altamente específicos, así como procedimientos de terapia celular, terapia génica y medicina regenerativa capaces de transformar radicalmente el tratamiento de las enfermedades.

Hay quien, por encima de todo, ve en los nuevos biológicos elementos de incremento exponencial de costes. Es un error. Además de soluciones para mejorar la vida de los pacientes y para reducir e incluso eliminar muchas enfermedades y, por tanto, sus costes asociados, son instrumentos cada vez más precisos, orientados a pacientes muy concretos y por ello llamados a facilitar la eficiencia. Por eso, y ante la falta de consenso acerca de las políticas de fijación de precio que se deben aplicar a estas innovaciones, desde la industria se propone que se basen en el valor añadido que dichos productos generan tanto para el paciente y el sistema sanitario como a nivel socio-económico.

La digitalización, o transformación digital del sistema sanitario, nos facilita esa medición. Nos ofrece instrumentos capaces de procesar ingentes volúmenes de datos (big data) que pueden ser ya analizados para obtener patrones de comportamiento y modelos predictivos de alta sensibilidad.

Y ello debe acompañarse de una evolución en los propios sistemas públicos en materia presupuestaria. Hay que pasar del análisis presupuestario al análisis cualitativo del coste en todas sus dimensiones: por paciente, por enfermedades o por intervenciones terapéuticas. Esta evolución desde una contabilidad meramente presupuestaria a otra analítica es básica si queremos conocer el nivel de eficiencia del sistema en la gestión de las distintas patologías. Esta evolución será, asimismo, clave si queremos conocer con precisión los costes por intervención terapéutica o por enfermedad.

Algo de esto se avanzó ya en septiembre en el XVII Encuentro de la Industria Farmacéutica, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, de Santander, dedicado en esta ocasión al concepto de resultados en salud. Todos los interlocutores -pacientes, profesionales, administraciones, industria, academias- pudieron mantener allí un diálogo fructífero sobre cómo avanzar en este camino. Farmaindustria, que ante este contexto cambiante y retador está firmemente comprometida a apoyar una agenda transformadora, aprovechó la cita para ofrecer a las Administraciones sanitarias la realización de estudios piloto para medir los resultados en salud en distintas patologías, poniendo así en valor capacidades que serán claves en los próximos años y contribuyendo a desarrollar y consolidar la cultura de la medición.

La industria farmacéutica está convencida de que éste es el camino para encauzar la transformación y fortalecimiento del sistema sanitario, y no sólo desde la perspectiva económica, sino desde la calidad asistencial y el valor añadido para pacientes con perfiles y necesidades diferentes. Es un reto para todos (políticos, gestores, profesionales sanitarios, pacientes e industria farmacéutica), pero es, sobre todo, una oportunidad de modernización de modelo de prestación sanitaria y de garantía de calidad para los pacientes. Merece la pena trabajar juntos para aprovecharla.


“En pocos años viviremos en un mundo más poblado, más envejecido y con más pacientes crónicos, lo que generará una sobrecarga económica significativa para los sistemas de salud”