La deprescripción de medicamentos, los PROA (Programas de optimización de uso de antimicrobianos) o el mapa de competencias del Jefe de Servicio de Farmacia han sido el foco de la III Jornada SEDISA-SEFH, organizada por la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) y la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH), bajo el lema ‘Juntos en la Gestión del Cambio’.

José Soto, presidente de SEDISA, ha destacado durante la inauguración de la jornada, el rol del farmacéutico de hospital: “Es necesario implicarles en los nuevos retos de salud para conseguir que todo el equipo trabaje en la misma dirección con un objetivo común: una mejor gestión sanitaria”. Así, Soto ha apuntado a un “hospital sin paredes, el paradigma del ‘no hacer’, las competencias del perfil del Jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria y los PROA” como algunos de los asuntos en los que farmacéuticos de hospital y directivos de la salud deben continuar trabajando en equipo con el objetivo de lograr calidad y eficiencia de la gestión en el ámbito hospitalario. “Sin duda, una prioridad para la sostenibilidad del sistema sanitario y como pieza clave para la reorganización de los procesos en torno al paciente”, ha añadido.

Por su parte, Olga Delgado, presidenta de la SEFH, ha apostado por “compartir los retos que nos son comunes en sanidad y asistencia sanitaria, como definir el rol del paciente y el enfoque a resultados en salud, mediante el desarrollo y uso de la tecnología y las alianzas profesionales”.

Deprescripción de medicamentos

Una de las temáticas abordadas en la jornada ha sido la deprescripción de medicamentos, algo muy complejo, pero necesario. Y es que para el paciente es complicado de entender cuando el profesional sanitario le dice que debe retirarle un medicamento. Sin embargo, la deprescripción va más allá: “No solo es quitar un fármaco, sino cambiar, modificar y mejorar el tratamiento”, ha apuntado David García Marco, jefe de Servicio de Farmacia del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.

García Marco considera que “se necesitan sistemas automatizados y no las guías que aún se utilizan en los hospitales” para realizar una correcta deprescripción. En este contexto, la forma más eficiente de realizar una deprescripción es a través de sistemas inteligentes que “valoren todos los tratamientos en conjunto”, si bien existen casos concretos en los que hay posibilidades de realizarla introduciendo cada medicamento. El farmacéutico hospitalario pone de ejemplo los centros sociosanitarios, donde “es posible desprescribir con ayuda de sistemas inteligentes que analizan cientos de pacientes de una sola vez y se adaptan a su situación particular”.

Por otra parte, una pieza clave más para una adecuada deprescripción es contar con un equipo multidisciplinar y una comunicación adecuada entre profesionales, tal y como ha expuesto Beatriz Montero Errasquín, médico adjunto del Servicio de Geriatría y de la Comisión de Farmacia del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid y miembro del Comité Asesor de Seguridad de Medicamentos de Uso Humano de la Aemps.

Además, Montero Errasquín ha hecho hincapié en la importancia de enfocarse en el paciente. “Un proceso centrado en el paciente fideliza, mejora su calidad de vida, la adherencia al tratamiento y la salud del propio paciente”, ha aseverado. “Tenemos que pensar en el paciente, sus cualidades, sus comorbilidades, etc. y realizar una toma de decisiones conjunta viendo las complicaciones que puedan surgir”, ha añadido.

Precisamente, la experta ha mencionado una encuesta sobre los hábitos de deprescripción en la que los geriatras aseguran que las principales barreras de la deprescripción son el rechazo del paciente, la falta de tiempo, los múltiples prescriptores o la falta de conocimiento y el miedo a las consecuencias. Así, los encuestados pedían más formación y comunicación entre prescriptores.

En definitiva, lo que se pretende es “dar el tratamiento correcto, en el momento correcto, siempre a la persona correcta”, ha señalado Candela Calle Rodríguez, directora general de la Fundación Sant Francesc d’Assís y miembro Junta Directiva de SEDISA.

Mapa de competencias

Asimismo, la jornada ha hecho hincapié en el papel del jefe del Servicio de Farmacia Hospitalaria y en la importancia de contar con las herramientas necesarias para avanzar en su perfil competencial. Por ello, los expertos pusieron en valor el mapa de competencias. “Así tenemos el desarrollo profesional continuo para que cada profesional pueda autoevaluarse o ser evaluado”, ha afirmado Rafael López Iglesias, miembro de la Junta Directiva SEDISA.

“El jefe de Servicio tiene un perfil gestor y se relaciona con cada uno de los servicios del hospital, con atención primaria, las administraciones, los pacientes y la industria”, ha apuntado Santos Enrech Francés, jefe de Sección de Oncología Médica del Hospital Universitario de Getafe. En este sentido, López Iglesias ha apelado a la unificación de la farmacia, no solo la hospitalaria, sino toda la farmacia de nuestro modelo sanitario único.

Ambos expertos ha añadido una competencia más que debería tener el jefe de Servicio de Farmacia: “ser compatible la sostenibilidad con la accesibilidad y la innovación, lo que se logra con la investigación”. De hecho, López Iglesias ha indicado que el jefe de Servicio tiene un “componente de gestión económica muy importante”. Por ello, debe tener una serie de competencias técnicas, como la orientación al ciudadano (el farmacéutico debe velar por el usuario, la calidad y la humanización) y competencias transversales, como el liderazgo (debe ser un líder que se relacione, tenga capacidad de comunicación y visualice los problemas).

“Tenemos que hacer que nuestro equipo brille y aporte más valor en el cuidado sanitario. Estamos orientados al paciente y ese debe ser nuestro foco. Lo que hacemos debe ser para aportar valor en el medicamento y en el paciente”, ha asegurado Olatz Ibarra Barrueta, jefe de Servicio de Farmacia del Hospital de Galdakao, quien ha agregado que es fundamental trabajar la transparencia y hacer partícipe a los pacientes en las decisiones.

Además, la farmacéutica ha instado a trabajar en equipos multidisciplinares, para “dar más calidad al proceso”. “El farmacéutico debería estar en cada proceso que implique medicamentos. Tenemos un perfil de eficiencia a la hora de orientar tratamientos y también en optimizar su uso; y para ello, tenemos que estar allá donde se tomen decisiones”, ha concluido.

Los PROA y el enfoque One Health

Finalmente, las resistencias antimicrobianas han sido otro de los aspectos destacados del encuentro. “Los antimicrobianos son una de las principales armas terapéuticas que tenemos en nuestro arsenal. A pesar de que se ha mejorado el manejo del uso de antibióticos, estamos ante un verdadero problema de salud pública”, ha destacado Juan Antonio Marqués Espí, subdirector general de Calidad Asistencial, Seguridad y Evaluación del Servicio Murciano de Salud.

“la situación que estamos viviendo es la de tener pacientes pluripatológicos con bacterias no solo multirresistentes, sino panresistentes”, ha asegurado Julio García Rodríguez, jefe de Servicio de Microbiología y Parasitología del Hospital Universitario La Paz de Madrid. Asimismo, ha indicado el impacto económico que supone la resistencia antimicrobiana. “Más gasto sanitario por tratamientos alternativos, más estancia hospitalaria, mayor número de complicaciones, etc. Y hay estimaciones que puede suponer un descenso del 1 o el 4 por ciento del PIB”, ha aseverado el experto.

“Aproximadamente, entre el 30 y el 50 por ciento de prescripciones antibióticas son mejorables. Es importante que el paciente reciba la dosis correcta, que no existan interacciones que pueden disminuir la eficacia o potenciar la toxicidad, minimizar los efectos adversos, etc.”, ha expuesto Pilar Tejedor Prado, farmacéutica especialista del Servicio de Farmacia del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid. Y, precisamente, es con este tipo de intervenciones que el Servicio de Farmacia Hospitalaria, dentro del grupo PROA, “intenta conseguir una prescripción de antimicrobianos de mayor calidad y contribuirá a mejorar los resultados clínicos y la calidad de los pacientes”.

Por todo ello, los PROA son más necesarios que nunca. “Si está bien implantado, un PROA es un programa de calidad asistencial“, ha concluido Marqués Espí. Pero también es preciso que los PROA traspasen las paredes del hospital, ya que los microorganismos no entienden de especies o fronteras a la hora de propagarse. Así, los expertos han coincidido en la importancia de adoptar un enfoque One Health, algo que ya han adoptado los programas PROA, alineados con el Plan Nacional de Resistencia a los Antibióticos (PRAN).


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