Alberto Cornejo Madrid | viernes, 25 de abril de 2014 h |

“Después de dos años, desde nuestras farmacias seguimos viendo a diario pacientes que dejan de retirar parte o toda la medicación prescrita, situación que hemos denunciado públicamente. Sin embargo, para poner cifras a este problema y hacer un estudio, necesitaríamos los datos de los medicamentos prescritos, y de esta manera poder cuantificar las diferencias entre lo que realmente se prescribe y lo que dispensa”. Estas declaraciones de Ana Prieto, presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Lugo, ejemplifican la situación que vive la farmacia comunitaria desde que el RDL 16/2012, del que se cumplen dos años de su publicación, introdujo un nuevo copago farmacéutico basado en la renta.

Más de 700 días en los que, desde el otro lado del mostrador, estos profesionales pueden dar fe de abandonos de tratamientos como consecuencia de este copago, así como por la desfinanciación de más de 400 medicamentos que también acarreó esta normativa. Pero, ¿cuántos? Ahí radica el problema, ya que, a la hora de ponerlos ‘negro sobre blanco’ y argumentar con cifras sus alertas, a los farmacéuticos les resulta “misión imposible”. Quien podría hacerlo, al disponer de todos los datos nacionales de prescripciones y dispensaciones desde abril de 2012, sería el Ministerio de Sanidad pero ni está por la labor ni se le espera, ya que, probablemente, no saldría bien parado de dicho análisis.

Aun así, la farmacia no se resigna. “Pido a las autoridades sanitarias, que son quienes manejan estos datos, que hagan una evaluación de los efectos que está provocando esta medida en la salud de los pacientes”, sugiere Prieto. El objetivo sería conocer no solo aquellos abandonos que se comprueban in situ en las oficinas de farmacia al ser el propio paciente quien comunica que no retirará la medicación prescrita, sino también aquellos otros miles que se quedan por el ‘camino’. En concreto, el camino desde el centro de salud a la farmacia, imposibles de detectar por el boticario.

Dentro de sus limitaciones en el acceso a todos los datos necesarios, la profesión farmacéutica hace todo lo posible para poner números a estos abandonos, protagonizados especialmente por el colectivo de pensionistas (que hasta el citado RDL 16/2012 estaban exentos de abonar parcialmente sus medicinas). Por ejemplo, la patronal farmacéutica malagueña Aprofarma ha sido de las pocas que se ha aventurado a dar cifras, situando en un 2 por ciento de pacientes (de todos los colectivos) los que han dejado de retirar alguna medicación tras la implantación del nuevo copago. Fuera del ámbito sanitario, el PSOE cree que un 15 por ciento de los pensionistas no retira actualmente toda su medicación por sus nuevas aportaciones.

Topes “a tiempo real”

La inexactitud de estos datos obliga a volver a centrarse en el día a día de la farmacia. “En los primeros meses del nuevo copago tuvimos constancia de miles de recetas que no se retiraron en nuestras farmacias, si bien actualmente no es un problema tan generalizado”, confirma Guillermo Schwartz, presidente del COF de Tenerife.

En esta progresiva disminución de los abandonos, aunque los siga habiendo en menor medida, Schwartz alude a una cuestión clave: trabajar en las boticas “a tiempo real” con los topes de aportaciones. “Así el paciente sabe sobre la marcha su acumulado mensual, o incluso si ya ha alcanzado el máximo a aportar y no se retracta de retirar la medicación”, indica el presidente tinerfeño, quien además recuerda que “en los primeros meses del nuevo copago, cuando aun no se trabajaba con estos topes a tiempo real, el paciente incluso tenía desconfianza de recuperar a posteriori las cantidades sobrepasadas”.

Su homóloga del COF de Cantabria, Marta Fernández-Teijeiro, también confirma que “el sistema de receta electrónica ha sido una de las más efectivas herramientas para evitar abandonos de tratamientos y conocer qué fármacos no se han retirado”. Fernández-Teijeiro cree que no existe problema de abandonos en Cantabria, eso sí, basándose en lo experimentado en el día a día, ya que también confirma la imposibilidad de disponer de datos concretos.